Spotify ha cuadrado el círculo de la industria musical en 2020. Atrás quedaron los años en los que gran parte de músicos y oyentes interpretaron su surgimiento en clave de futuro frente a las prácticas anquilosadas y monopolísticas de los grandes sellos. Hoy el monopolio reside en el streaming, y Spotify es la plataforma dominante en el sector. En el camino, ha pasado de héroe a villana. De agente para la reforma a parte del problema.
A descubrir. Su último anuncio ofrece un buen ejemplo. Spotify desea introducir un "Modo Descubrimiento" que permitirá a sus usuarios acceder de forma regular a nuevas canciones. Tales novedades, afinadas en función del gusto de cada persona, se reproducirán automáticamente en los formatos "Autoplay" y "Radio". ¿Y qué grupos disfrutarán de tamaño privilegio? Aquellos que accedan a un "royalty promocional" a cambio. Es decir, a un pago menor por los derechos de la canción.
En sus palabras:
Para asegurar que la herramienta es accesible a artistas en cualquier punto de sus carreras, no requerirá ningún tipo de pago directo. En su lugar, los sellos o los dueños de los derechos accederán a recibir un royalty promocional por cada stream en las sesiones de escucha personalizadas que ofreceremos con este servicio.
Payola. Traducido: Spotify va a ofrecer a los artistas una mayor presencia en su algoritmo de recomendación y en sus muy populares playlists a cambio de percibir menos dinero por cada escucha. En el argot de la industria, esta práctica siempre ha sido conocida como "payola". Históricamente, las radios accedían a pinchar determinadas canciones a cambio de un pago soterrado por parte del artista o de la discográfica. En Estados Unidos se trataba de una práctica ilegal al considerarse publicidad encubierta.
Siglo XXI. Spotify ha querido cubrirse las espaldas. Un portavoz de la compañía, Charleton Lamb, ha querido restar importancia a la reducción de royalties con un elaborado eufemismo: "[La nueva herramienta] no implica menos royalties. Si una canción está funcionando bien, los propietarios de sus derechos pueden observar un ROI positivo. Si no, pueden desactivarla". En su comunicado, además, Spotify insiste en que las canciones sólo se mantendrán en el Modo Discover si triunfan entre los oyentes.
"La satisfacción de nuestros oyentes es nuestra prioridad. No garantizamos la exposición a los sellos o artistas, y sólo recomendaremos música que creemos que los oyentes quieren escuchar", aclaran.
Problemas. Se trata de un paso más en su camino hacia la rentabilidad, pero uno polémico en un clima de movilización y creciente descontento entre los músicos de todo el mundo. El anuncio ha causado un torrente de críticas, tanto por parte de asociaciones como de individuos. Se deba a que mientras las reivindicaciones de los músicos rotan en torno a una remuneración justa de las escuchas, la solución de Spotify pasa por reducir tal remuneración a cambio de escalar posiciones en el algoritmo.
Justicia. Dos campañas han colocado a Spotify en el centro de las reivindicaciones de los músicos. La primera, promovida por el Sindicato de Músicos y Trabajadores Aliados, ha sido bautizada como "Justicia para Spotify" y acumula más de 16.000 firmas. Su mensaje es simple: "La plataforma sigue aumentando su valor, pero músicos de todo el mundo siguen percibiendo poco menos que migajas en compensación por su trabajo". En concreto, unos 0,038$ por cada stream.
La segunda surge de la iniciativa de un artista británcio, Tom Gray, y se titula #BrokenRecord. Ha ganado atención desde principios del verano. En esencia comparte las reivindicaciones del sindicato: una mayor transparencia, una remuneración justa para los músicos y un llamamiento a reformar las mismas prácticas abusivas de la industria musical canalizadas ahora a través de Spotify, y no de los sellos. En mayo celebraron un festival virtual con la participación de, entre otros, The Shins.
Conflicto. Los intereses de Spotify y de los músicos son contradictorios. La plataforma controla una porción cada vez mayor de la tarta, y desea expandir su poder generando una mayor dependencia tanto en los artistas como en los sellos. En marzo lanzaba "Marquee", otra herramienta mediante la que los sellos podían promocionar nuevos discos a una audiencia seleccionada. Previo pago. Spotify daba la vuelta a la tortilla: cobrar por la audiencia en vez de pagar por la música.
Los músicos, por su parte, desean aumentar sus ingresos por streaming, el canal ya dominante del negocio. Llevan razón en sus exigencias: Spotify paga poco en comparación con otros servicios, como Tidal o Deezer, pero su importancia es mayor al ser el dominante. Palabras poco afortunadas de su CEO, en las que conminaba a los artistas a simplemente "trabajar más", han afilado el enfrentamiento. Uno que amenaza con resucitar los mismos problemas de siempre en la música.
Sólo que sustituyendo a las majors por una sola major. Spotify.
Imagen: Omid Armin/Unsplash
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