Hasta ahora, no existía debate acerca de quienes fueron los primeros “colonos” que se asentaron en Canarias. Básicamente, el relato hablaba de grupos del norte de África, los bereberes, como los primeros e intrépidos indígenas canarios. Sin embargo, una nueva investigación publicada en PNAS modifica todas las ideas anteriores. El trabajo indica que fueron los romanos los primeros en llegar.
Roma hace bandera. El estudio, un esfuerzo de investigadores y científicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de La Laguna (ULL), liderado por el historiador Jonathan Santana, resuelve que en el siglo I a. C. los romanos divisaron y descubrieron Canarias. Y sí, luego llegaron los bereberes (las poblaciones amazigh), quienes se disgregaron por cada una de las islas en el transcurso de 200 años entre los siglos I y III.
La nueva cronología. Para llegar a la conclusión, los investigadores partieron de un punto que no se había hecho hasta ahora. Existían modelos sobre cómo se colonizaron las islas, pero solo abarcaban una o algunas islas. “Esta es la primera propuesta que abarca todo el archipiélago”, explica a Canarias7 Santana.
¿Qué hicieron? Construyeron modelos bayesianos de colonización a través de los datos de radiocarbono más exactos que existen. Así pudieron aportar un centenar de yacimientos nuevos de los que existían muy pocas dataciones.
No solo eso. Como apunta el historiador, aplicaron lo que han denominado como “protocolo de higiene cronométrica” centrado en materiales fechados por radiocarbono y que además estaban claramente asociados con actividades humanas. El fin: conseguir los datos más exactos y fiables posibles que permitieran entender las posibles causas que hay detrás de la aventura migratoria.
La clave: carbono 14. Así, el estudio presenta el corpus de dataciones por carbono 14 más extenso de la arqueología de las islas canarias, uno donde se han descartado trabajos y resultados anteriores. El problema hasta ahora se daba en las distorsiones que provoca la datación por carbono 14, el isótopo radioactivo que se encuentra en la atmósfera y la “vara” de medir la antigüedad de restos vegetales o huesos.
Con los humanos no es tan sencillo. Acumulamos el isótopo respirando o comiendo, y como se desintegra de forma más o menos regular, su análisis permite calcular el tiempo que ha pasado desde la muerte del organismo. Sin embargo, aunque el método es fiable en tierra, no tanto en islas oceánicas, donde se produce un efecto que lo hace más complicado.
Efecto reservorio marino. Piensa en el océano. Allí la acumulación del isótopo radioactivo es diferente. Como indican en el estudio, “los animales no capturan solo las moléculas del momento en que están vivos, también las disueltas en las aguas con el paso del tiempo”. Dicho de otra forma, el análisis del radiocarbono de un molusco no va a dar una edad muy exacta o fiable. De hecho, incluso para el análisis de los restos de humanos, si estos han tenido una dieta rica en el mundo marino, el isótopo será más antiguo que el que respìran en la atmósfera.
Además, Santana añade que está el problema de la interpretación de ciertos datos en el radiocarbono en los yacimientos, “si alguien hace una hoguera con leña del bosque, como los grandes árboles viven cientos de años, si datamos el carbón de esa leña no nos dice el momento en que se hizo el fuego, sino cuándo crecieron los anillos de la madera, que puede ser más antigua”.
Primero fue Lanzarote. El análisis arrojó que los romanos fueron los primeros en descubrir Canarias, y poco después “llegaron entre el siglo I y el III de nuestra era” los bereberes, primero a Lanzarote, y en menos de 200 años se expandieron por todas las islas llegando al hierro y La Palma casi al mismo tiempo.
Esto significa, según el trabajo, que “al no tener presencia de romanos en las islas centrales ni orientales, y de los bereberes sí, las poblaciones del norte de África se adaptaron a entornos costeros, a la explotación de recursos marinos y a la navegación”. Con todo, señalan, es posible que los bereberes supieran de las islas “por los propios romanos. Es posible que la presencia humana alentara la experiencia migratoria”.
El pueblo indígena. En cualquier caso, señalan que la población romana y bereber prácticamente no coincidió, o si lo hicieron, fue por un breve espacio de tiempo. Según los datos genéticos, fueron unos pocos “cientos de individuos los que se expandieron por las islas, de forma intencionada, y con animales domésticos y plantas para hacer del enclave un hábitat posible”. Estas poblaciones fueron las que se convirtieron en indígenas que los europeos encontraron en la Edad Media.
Por todo ello, finalizan recordando que es el primer estudio en “sentar las bases de cuándo podemos empezar a achacar al ser humano los cambios en los sistemas ecológicos insulares. Ahora podemos distinguir los impactos que se vinculan al ser humano y los causados por causas naturales o fluctuaciones climáticas”, zanjan.
Imagen | IsoCAN, NASA
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