Según varios científicos entrevistados por CNN, la vacuna del coronavirus podría ser menos efectiva entre la población obesa, algo que, de ser así, afectaría a casi el 40% de la población estadounidense, el 22% de los alemanes, el 25% de los españoles, etc.
¿Por qué menos efectiva? No está del todo claro, aunque es algo que se lleva especulando desde la publicación de diversos estudios que segregan a la población de peso normal de la obesa desde mediados de los años 80. La actual teoría que cotejan los profesionales del campo del inmunometabolismo apunta a que algo sucede en el sistema inmunitario de los sujetos obesos que su respuesta inflamatoria, uno de los procesos por los que pasamos al combatir una infección o ser inyectados con una vacuna, no es la que debería ser, lo que conlleva que se expongan más a los patógenos. Ocurre además que, dado que las personas con obesidades tienden a tener afecciones crónicas variadas, se les excluye de muchos ensayos farmacológicos para no alterar los resultados.
¿Qué antecedentes tenemos para creer algo así? Los científicos han hecho estudios que confirman que las vacunas para la gripe, la hepatitis B, el tétanos o la rabia han resultado menos efectivas entre obesos que en población general en multitud de épocas y países. Eso no quiere decir que vaya a ser así en el caso de la vacuna contra el coronavirus, pero es lo que se sospecha. Lo mismo ocurre, por cierto, entre los mayores de 65 años, cuya respuesta a las vacunas también suele ser más pobre. Por eso mismo se anima todos los años a este grupo a recibir una inyección contra la gripe estacional que es además sobrealimentada con más antígenos del virus.
Los obesos ya han estado sufriendo más duramente los efectos del Covid-19: según un estudio de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), el 80% de los pacientes con enfermedad grave por coronavirus, esos que estaban precisando de intubación, ventilación mecánica en la UVI y/o fallecieron, eran obesos. Los obesos también han recibido, de media, peor diagnóstico que aquellos con normopeso. Hay resultados igualmente desesperanzadores con la respuesta inmunitaria de los obesos en países como China o Estados Unidos.
Más motivos para alarmarse por esta “otra epidemia”: por todo lo que hemos visto conviene que, en el momento en el que la crisis sanitaria actual lo permita, los gobiernos de los países desarrollados se replanteen su forma de afrontar el progresivo aumento de peso de los ciudadanos, una condición que se está llevando, aproximadamente, a cuatro millones de personas cada año en todo el planeta y que drena en torno al 20% del gasto sanitario anual en países como España.
Foto: GHS.
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