La obsesión de España por el blanco y negro: todos los edificios de obra nueva se están convirtiendo en el mismo edificio

  • No importa la ciudad, los bloques residenciales de revestimiento blanco, negro y gris brotan por doquier

  • Además de una cuestión estética, en su popularidad influyen aspectos técnicos y comerciales

Ribera
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No importa que vivas en Barcelona, Madrid, Bilbao, Granada, Málaga o Vigo, por citar solo un puñado de ciudades. Si te das un paseo por la mayoría de municipios de España es más que probable que te encuentres con la misma estampa: edificios residenciales blancos y negros. La sobriedad cromática llevada al extremo parece mandar entre los bloques de obra nueva. Incluso en rehabilitaciones en las que se forran las fachadas. Podría parecer una simple cuestión de modas, pero —sin descartar ese factor— la realidad es mucho más compleja y rica en matices.

Así pues… ¿Por qué tantos edificios en blanco y negro?

La tendencia lleva ya algún tiempo gestándose, pero se ha extendido hasta tal punto y con tanta fuerza que hoy puede encontrarse en (casi) todas las ciudades. Urbes populosas del tamaño de Madrid o Valencia. Y otras de menos población, como A Coruña, Cáceres o Granada. Si se repasan las promociones de obra nueva parece que casi todas han salido del mismo estudio de arquitectura. Manda el blanco y negro. Igual que en su día lo hacía el ladrillo caravista.

No hace falta salir de casa y recorrerse las ciudades del país para comprobarlo. Llega con echar un vistazo al catálogo de promotoras como Aedas Homes, Neinor Homes, Vía Célere, Metrovacesa o Habitat Inmobiliaria. Hay excepciones, claro; pero si tuviéramos que identificar una tendencia en sus portafolios e infografías es precisamente esa: el uso recurrente de los blancos, negros y tonalidades grises.

Cuestión de modas, gustos... y mucho más

Gestilar

¿Cuestión de gustos y modas? Es una explicación. En 2023 el diario Heraldo se preguntaba por qué en los barrios de Zaragoza con un número significativo de nuevos edificios parecía repetirse una y otra vez la misma estampa: fachadas que combinan blancos, negros y grises oscuros. Para despejar la incógnita consultó con Grupo Lobe, detrás de uno de los nuevos edificios de la capital aragonesa que había apostado por esa combinación: negro, blanco y, en su caso, un gris antracita. Y si bien la firma apuntaba a varios factores, uno de ellos es la pura estética.

"Hay otra cuestión que nosotros tenemos en cuenta que es el gusto de la gente. Tenemos claro que atrae el blanco y negro, o el gris muy oscuro", relataba Álvaro Van Horenbeke, arquitecto de la firma. "Para otros proyectos más singulares sí que se utilizan otros tonos, pero en general esta combinación resulta más fácil que no pase de moda, es atemporal". Otras voces del sector hablan del deseo de "generar dualidades", una apuesta por el blanco ligada al movimiento moderno o el simple gusto por el negro y los grises oscuros, como la antracita o RAL 7016.

Que la apuesta por el blanco y negro se haya extendido con tanta fuerza no responde sin embargo a una simple cuestión de modas o la búsqueda de una estética lo más "atemporal" posible. El blanco y negro no son opciones cromáticas cualquiera, como reconocía el propio Van Horenbeke. Valores estéticos aparte, ambos son clave en un aspecto estrictamente práctico: su comportamiento al reflejar o absorber la luz solar, lo que influye a su vez en la temperatura.

El uso del blanco puede resultar tan estratégico que hay investigadores universitarios dedicados a buscar la variedad más "pura" posible —el blanco más blanco— para mejorar su capacidad de reflexión y usarla en pinturas capaces de enfriar las superficies que impregnan por debajo de los valores ambientales. Es más, rizando aún el rizo hay científicos que han teorizado sobre las ventajas que tendría para el planeta cubrir el 2% de la superficie de la tierra de "ultrablanco".

Aedas Irala Exterior 013

El arquitecto Pedro Torrijos apunta otra clave para entender la enorme popularidad del blanco y negro, que se extiende incluso a las reformas: la búsqueda de un aislamiento térmico más eficaz. El también divulgador recuerda la gran popularidad del SATE, Sistemas de Aislamiento Térmico por el Exterior que básicamente consisten en la instalación de un aislamiento térmico en las paredes exteriores de un edificio para mejorar el rendimiento térmico. A modo de acabado pueden utilizarse revoco o recubrimientos de placas con cerámica o piedra.

No condiciona que usarse el blanco y negro, pero esa es una apuesta que ha ganado popularidad frente a otras más arriesgadas. "Las promotoras son conservadoras".

Hay un viejo adagio que dice 'Si algo funciona... ¿por qué cambiarlo?'. Esa es otra de las posibles explicaciones, aún más simple: si los edificios en blanco y negro funcionan en el mercado, ¿por qué arriesgarse a hacer algo que genere rechazo?

Desde el colectivo Madrid Proyecta recuerdan que en el sector hay grandes compañías que apuestan por fórmulas y estudios que ya les resultan conocidos. "Hay pocas promotoras que hacen muchísima obra. Lo hacen un poco en serie", ironizan. La sobriedad cromática se asocia además con el minimalismo, aunque Madrid Proyecta reconoce de que repetir una fórmula de forma recurrente como ocurrió en su día con los ladrillos acarrea un riesgo: la "saturación".

"Si quieres hacer una imagen nueva puedes hacerla con ladrillo y formas, pero lo normal es ir a un material más tecnológico. Por otro lado, en España todo lo que tiene color suena a vivienda social", apuntaban hace ya tres años desde la firma Hispalyt a La Opinión de A Coruña. "Al final, el 99% de las promociones buscan algo tranquilo, con lo que estén seguros de que se venderá bien. Solo nos piden color y que demos algo de vidilla cuando hacemos residencias de estudiantes".

Neimor

Para entender mejor el fenómeno, Madrid Proyecta desliza otro concepto todavía más llamativo: los "edificios tarta de nata". La expresión ayuda a comprender el éxito que han alcanzado las obras en blanco y negro. La idea es levantar edificios sencillos a los que luego se les añade una capa para "generar cierta sensación de volumen", igual que ocurre en repostería con la nata. "Para darle un toque más chic se le dan estas lamas", comentan desde el colectivo antes de apuntar sus ventajas por ejemplo para "disimular" ventanas pequeñas u otros detalles.

"Es un acabado bonito", abundan. La idea entronca con otro concepto: el de la "arquitectura marketing". "Se trata de colores neutrales. Con otros no se podría generar esa sensación de profundidad. Con el negro se disimulan bien los huecos". En el caso de las reformas y rehabilitaciones de edificios antiguos se echa mano también de planchas con las que no siempre se respeta el diseño original.

Habría otras dos explicaciones de carácter mucho más práctico: costes y una simple cuestión de eficiencia. Hace no mucho El Confidencial consultaba al arquitecto Juan Coll-Barreu sobre el curioso parecido entre las obras de nueva construcción, en la que se repite la pintura blanca, las líneas oscuras, a menudo sin grandes terrazas…  Su respuesta aporta otro enfoque que completa el cuadro.

"Estos elementos constructivos son los que más se repiten porque salen más baratos. Es por la vagancia del sistema. Te traen una única pieza y material y al final todos acaban haciendo lo mismo. Solo tienes que acudir al SIMA cada año", reflexionaba Coll-Barreau: "Alguien te dirá que es lo que quiere la gente, pero no es verdad. Es como cuando compras zapatos. Eliges entre los que te muestran".

No hay construcciones sin materiales. Y ellos también juegan un papel fundamental en la tendencia, como recuerda Julio Touza, quien desliza que su mejora y el desarrollo de recursos más sofisticados ha permitido a los arquitectos la posibilidad de usar más blanco en las fachadas, con las ventajas que ello ofrece. "Cuando tienes esa masa en un edificio residencial, necesitas aligerarla con algún contraste, como por ejemplo las bandas de color oscuro". Los nuevos materiales han ocupado en parte el lugar de los ladrillos, que afrontan además un desafío extra que también condiciona al sector: la falta de mano de obra cualificada.

"Gente hay mucha. Pero gente que sea capaz de colocar las cosas bien no existe como tal", reconocía un constructor a La Opinión: "Es uno de los temas que más preocupa. La crisis anterior expulsó a una masa de gente joven. Y ahora la gente histórica del sector se ha jubilado. Hay un problema que hace que busquemos materiales que dependan menos de manualidad y más de fabricación en taller".

Imágenes | Ribera del Calderón, Avantespacia, Aedas Homes y Neinor Homes

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