El océano Ártico se está calentando tanto que ha comenzado a fundirse con el Atlántico

El océano Ártico se está calentando tanto que ha comenzado a fundirse con el Atlántico
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¿Dónde comienza y termina un océano? Pese a que tendemos a ubicarlos con corrección en nuestra memoria, lo cierto es que definir con nitidez las fronteras de tan vastas masas de aguas es complejo. A menudo sus zonas grises ocupan decenas de miles de kilómetros cuadrados, lo que torna en imposible el dibujo de límites claros. Y sin embargo, la ciencia se las ha apañado para acotarlos a través de diversas herramientas que poca relación tienen con los mpas.

El cambio. En el caso del Ártico y del Atlántico, por ejemplo, el conocimiento tradicional había optado por demarcarlos mediante sus niveles de salinidad. El Atlántico, más cálido y gigantesco, contaba con registros más altos. Ahora bien, esto ha comenzado a cambiar: el progresivo calentamiento del Ártico ha provocado que su salinidad, antaño baja, se dispare. Porciones significativas de sus aguas se están igualando con las del Atlántico, tirando sus históricas fronteras.

Los datos. Lo afirma así un estudio reciente publicado por Nature Climate Change. Su estudio se centra en el Mar de Barents, cuyo calentamiento durante las últimas décadas ha sido particularmente agudo. Los investigadores se han valido de un recopilatorio de observaciones hidrográficas desde 1970 para estudiar el declive de las aguas glaciales, muy frías, y su rápida transición hacia un régimen más cálido y salino capaz de prevenir la formación de hielo. Más propio del Atlántico.

"El norte del Mar de Barents puede completar dentro de poco su transición desde el frío y estratificado régimen climático del Ártico hasta el más cálido y diverso propio del Atlántico", explican.

Las consecuencias. Graves, como cabe imaginar. Una transformación tan drástica de las condiciones climáticas en un punto cualquiera de la tierra altera de forma significativa infinidad de equilibrios. Desde las temperaturas del agua, ahora más propias de latitudes meridionales, hasta la cadena alimenticia, de las bacterias a los mamíferos. A largo plazo el resultado puede ser crítico, cambiando para siempre la particular fauna y flora de las aguas del Mar de Barents.

El problema. De fondo, la dinámica ilustra los muchos dramas a los que se enfrenta el Ártico tal y como lo habíamos conocido. Ninguna otra región del planeta está sufriendo con tanta intensidad las consecuencias del rápido calentamiento global. Hace algunos escasos meses observábamos cómo una repentina hola de calor subía las temperaturas de las regiones antaño más extremas del hemisferio norte, hasta el punto de igualarlas con aquellas de la Europa continental.

El Ártico está sufriendo un trauma climático en tiempo real.

Adiós, hielo. Y las perspectivas no son en absoluto positivas. La región ártica se ha calentado casi 3º C durante los últimos veinte años. Como hemos visto en otras ocasiones, el hielo no estacional del septentrional océano se ha reducido a mínimos históricos año tras año. La dinámica en el resto del planeta es similar, pero son los ecosistemas árticos los que más están sufriendo las consecuencias. Quizá como amargo anticipo de lo que nos espera a la vuelta de la esquina.

Por el momento no hay soluciones, en parte por el interés económico y político que despierta el deshielo del Ártico. O sí las hay, pero son irrealizables.

Imagen | NASA

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