¿Cuáles son los pilares de una sociedad? La respuesta a una pregunta en apariencia tan trascendental varía en función de la geografía y del tiempo. Si hubiéramos planteado la disyuntiva a los españoles de 1767, lo más probable es que hubieran respondido "la religión". Hoy el cristianismo sigue siendo mayoritario pero de forma cada vez más tangencial. Otros valores se han impuesto en su lugar.
Un ejercicio similar podemos hacer comparando a dos países distintos. Es probable que las prioridades de un ciudadano danés, los elementos morales que vertebran su vida y sus días dentro de su sociedad, sean muy distintos a los de un vietnamita. El primero podría poner un importante acento en el ocio y la socialización con sus amigos; el segundo podría colocar al trabajo y a la familia en el escalafón más alto de sus prioridades. Por cada cultura humana hay un abanico de valores dominantes.
De todo ello se ocupa World Values Survey, una macroencuesta internacional donde miles y miles de personas expresan sus dispares preferencias en materia de valores. Lo interesante de WVS frente a otros trabajos demoscópicos, como los que regularmente elabora Pew, es que hay cierta constancia en las preguntas que realiza, tanto a lo largo del tiempo como del espacio. El resultado final es un mapa global de los valores humanos. Aquellos que se comparten en determinados puntos del planeta y aquellos que separan a países distantes.
Anders Sundell, un politólogo de la Universidad de Gotemburgo sobre cuyos trabajos hemos hablado en alguna ocasión, ha reunido en varios gráficos las dispares preferencias morales de algunos países participantes en la encuesta internacional. El resultado es este mapa donde podemos observar qué países se encuentran más atados por un conjunto de valores similar y cuáles se encuentran más separados. Para el caso español, por ejemplo, lo más importante por detrás de la familia es el trabajo. Algo que, agregando otros aspectos relacionados con la religión o el ocio, nos aproxima a Francia y a Uruguay.
La asociación tiene sentido geográfico (estamos muy cerca de Francia, somos dos países mediterráneos y católicos) y cultural (Uruguay es una ex-colonia). El gráfico despliega una constelación de afinidades en ocasiones llamativa, en ocasiones predecible. Los países nórdicos, por ejemplo, le dan poca importancia al asunto religioso y más relevancia a las relaciones sociales entre amigos y a la política. Es algo que comparten con Austria, aunque en menor medida, y también con Alemania o Suiza. Similares vectores ordenan a Japón o a China, así como a la mayoría de países desarrollados.
(Se puede ver a máxima resolución aquí)
A cada país le corresponde un color en función del "valor" que consideraron más importante tras la familia (universalmente reconocido como el primero excepto en Indonesia, donde quedó supeditado a la religión). A partir de estos colores podemos observar tres grandes grupos de culturas: arriba a la izquierda, aquellas que ponen el acento sobre los amigos y el ocio; en el centro, los países más preocupados por el trabajo; y en la esquina inferior derecha, aquellos donde la religión sigue siendo un pilar social fundamental.
En todos los casos hay coincidencias geográficas. Los países más religiosos son en su mayoría musulmanes y asiáticos o africanos.
Sundell ha elaborado otros gráficos relacionados con nuestros valores (y los de otras culturas). En este traza una línea divisoria sobre lo que los países consideran más importante a la hora de educar a sus hijos: ¿imaginación o trabajo duro? Sólo unos pocos se decantaron por lo primero, la mayoría desarrollados y occidentales (España entre ellos, junto a Suecia, Noruega, Finlandia y alguna que otra sorpresa, como Japón). Todos los demás, destacando Bulgaria o Reino Unido, optaron más por el "trabajo duro". Guatemala, el que más importancia dio a ambos.
Otros son mucho más predecibles. Cuestionados sobre la existencia del "cielo" y del "infierno", la mayoría de países musulmanes y religiosos respondieron que creían en ambos. China, por su lado, manifestó poco interés por ambos. De forma un tanto llamativa, casi todos los países creían más en la existencia del cielo que en la existencia del infierno, al margen de su grado de credibilidad (alto o bajo) en ambos.
En todos los casos, los resultados de la WVS y los gráficos son interesantes para entender los pilares vitales que organizan la vida de las sociedades modernas, y las diferentes concepciones del mundo (de la vida, del trabajo, de la familia, de la fe, de la moral) que seguimos teniendo a lo largo de todo el mundo. Un crisol de culturas que se corresponde no sólo con diferencias políticas y organizaciones sociales, sino con formas de entender la existencia sobre la Tierra. Algo, también, enormemente definitorio de la diversidad tan consustancial al ser humano.
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