Si no puedes luchar contra ello, únete. Pero hazlo en masa. Esa es la conclusión a la que han llegado varios grupos de adolescentes a los que ha entrevistado el medio Cnet en este interesante reportaje. Samantha Mosley creó la cuenta oficial en Instagram para un proyecto colectivo de tecnología que tenían que presentar más tarde en clase. Ahí se dieron cuenta de que, al loggearse tantas personas diferentes desde todo tipo de intereses, regiones y dispositivos, el algoritmo se volvía loco con la recomendaciones y llenaba su área de #Explorar de material diferente en cada consulta. La publicidad también era todo el tiempo distinta.
Ofuscación colaborativa: así han llamado algunos a esta original táctica por la que, si no pueden evitar que se recopilen sus datos, sí al menos lo harán de forma que puedan confundir a los trackers. La forma en la que estos chicos lo ponen en práctica es, primero, creando diferentes cuentas en Instagram en función de si quieren comunicarse con sus amigos, compartir información sobre un hobby, etc. Después se comparten las contraseñas de esas cuentas entre varios amigos de confianza, cuanto más diferentes a nivel socioeconómico y geográfico, mejor. Por último, las diez o veinte personas loggeadas en cada cuenta se preocupan de clicar en diferentes tipos de contenido de formas imprevisibles.
La revolución social (media): la ganancia es evidente. Estamos más que informados de cómo, si el uso de alguna aplicación es gratuito, significa que el producto eres tú. Según los cálculos de Recode, y llevados al mercado estadounidense, un Internet libre de publicidad de cualquier tipo tendría un coste de 35 dólares por usuario, con lo que ese dinero "ahorrado" se está generando en forma de estudio de mercado y segmento de audiencias.
El grupo Facebook no prohíbe que la gente comparta una misma cuenta personal dentro de sus plataformas, aunque recomienda no hacerlo “por motivos de seguridad”. El resultado de la ofuscación colaborativa evita que las empresas recolecten de forma efectiva sus datos como potenciales consumidores, y de paso dificultan el análisis de las redes sociales a los reclutadores laborales y universitarios, algo que también preocupa mucho a estos adolescentes.
Todo lo que Facebook sabe de ti: aunque parece que estamos inoculados como usuarios de las enormes cantidades de datos que poseen estas empresas sobre nosotros, en estas últimas semanas han aparecido dos noticias que han vuelto a poner el debate sobre la mesa. La primera, que Facebook ha habilitado por fin el acceso a que compruebes toda tu “actividad fuera de Facebook” que comparte con otras empresas (y que puedes aprender a eliminar y bloquear para siempre aquí) y que Avast lleva desde 2013 recolectando y vendiendo las sesiones de navegación web de sus 400 millones de usuarios.
Los 1001 hacks en favor de la privacidad: esta "ofuscación" de los datos se lleva practicando mucho tiempo también en otros ámbitos. Hay compradores que comparten los cupones de descuento personalizados creados por las grandes cadenas para detectar hábitos de consumidores, de forma que alguien en Murcia de 35 años acaba usando los cupones de un asturiano de 24.
A nivel online, este desarrollador creó una herramienta bastante compartida en su momento que funcionaba como veneno para esa cuenta de Facebook que no pensabas volver a usar, un acto más dañino para los intereses de la compañía que el mero cierre de tu cuenta, del que pueden seguir extrayendo información cuando les apetezca. Sabotages benévolos por la soberanía digital.