Del mismo modo que los museos nacieron para hacer perdurar el legado artístico a lo largo de la historia, ahora, comienzan a nacer proyectos que buscan colocar la cultura del olor en el centro. Como resultado, lo mismo podemos encontrar un mapa turístico que señala los olores más característicos de una ciudad, que una investigación centrada en recrear los aromas de especies vegetales ya extintas.
Herencia olfativa. El olor es la impresión que recibe el sistema olfativo al entrar en contacto con las partículas y moléculas desprendidas de un cuerpo, sustancia o proceso químico. Teniendo en cuenta que a lo largo del tiempo los procesos y productos con los que entramos en contacto van variando, es comprensible que también lo hagan los olores derivados de ello. Precisamente, de la necesidad de conservar los efluvios, es de dónde nace la idea del Instituto por el Patrimonio Sostenible de Reino Unido de crear una biblioteca de olores.
¿Cómo se hace? Para preservar un olor extinto o a punto de desaparecer, el primer paso se centra en captar el aroma en cuestión para después identificar las moléculas volátiles que lo definen y ,así, poder reproducirlo químicamente en el laboratorio. Otra de las fórmulas utilizadas por los investigadores que trabajan en la creación de esta "biblioteca" de olores, consiste en recurrir a un perfumista profesional capaz de reinterpretar con exactitud la composición del olor.
Según ha confirmado a la BBC la directora de la investigación, ambas fórmulas han resultado muy eficaces a la hora de identificar los olores reproducidos.
Patrimonio inmaterial. Esta es la etiqueta que los investigadores que trabajan en la creación de la herencia olfativa buscan obtener en algún momento por parte de la UNESCO. A pesar de que el título de patrimonio inmaterial fue creado en 2003, no es la primera vez que un organismo gubernamental reclama la presencia de los olores dentro de este ámbito.
En 2001, el Ejecutivo japonés creó una lista con los 100 rincones de Japón que mejor olían y, en la actualidad de forma similar, la artista Kate McLean reivindica los olores a través de "Sensory Maps", un proyecto que recrea mapas olfativos de las ciudades más turísticas.
Influencia en la memoria. Este estudio elaborado por la facultad de Medicina de Dresde (Alemania) afirma que los recuerdos despertados por un olor son mucho más fuertes que aquellos que vuelven a nosotros a través de un sonido o una imagen. Esto se debe a que los olores son procesados por el bulbo olfativo que, a su vez, está conectado a la amígdala y al hipocampo, áreas del cerebro vinculadas con la memoria y las emociones. Por eso, cuando un olor nos conduce a un recuerdo, lo percibimos desde un punto de vista más sensorial (y nostálgico) que detallado en imágenes.
El caso de las plantas extintas. Del mismo modo que se elaboran bibliotecas olfativas para no perder esa herencia cultural, desde Ginkgo Bioworks han querido ir un paso más allá y resucitar los aromas de tres flores que ya no están presentes en la naturaleza. Así y a partir de pequeños fragmentos de hoja de las especies extintas, los investigadores descifraron las secuencias de ADN implicadas en la producción de la fragancia, y expertos olfativos recrearon varias versiones para elegir, finalmente, la más similar al olor original. El resultado final se expuso a lo largo del año pasado en diferentes centros culturales de todo el mundo y de forma más sintética en este cortometraje.
Imagen: Ginko Bioworks/Vimeo
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