En un mundo donde el orden social ha quebrado, la humanidad se arrastra a locura en busca de un recurso tan preciado como escaso. No se trata de la gasolina, como imaginó Mad Max, sino de la bicicleta. Acceder a una, ahora mismo, es nada menos que un privilegio. La fiebre por las dos ruedas surgida al albur de la epidemia ha roto el mercado, agotando existencias y poniendo contra la espada y la pared a la industria, desde el fabricante de piezas hasta el distribuidor.
Las cifras. Sólo en Francia y durante el mes de mayo la venta digital de bicicletas se disparó un 350%. En España la cifra rondó porcentajes similares, superando el 260% respecto a meses anteriores. En Reino Unido las compras aumentaron un 60% durante el mes de abril. En Alemania el interés por las dos ruedas se duplicó. Y en Estados Unidos, absolutamente dependiente de la producción internacional, las tiendas se quedaron sin material en un abrir y cerrar de ojos.
Problemas. La industria afronta un reto sin precedentes en su historia, como revela este reportaje del Financial Times. Los modelos de gama baja (por debajo de 1.000€) obligan a largas semanas de espera. Pequeños fabricantes y minoristas, como Turin Bicycle o Brompton, se han quedado sin existencias y son incapaces de cubrir la demanda. Poderosos actores del sector, como Trek, aplazan la entrega de nuevas bicicletas ya en 2021, ante la imposibilidad de llegar esta temporada.
Incluso un gigante con enormes líneas de distribución como Decathlon tiene a "decenas de miles" de clientes aguardando a sus bicicletas más baratas, algo que llevó a su CEO a disculparse públicamente.
Cómo romper. En esencia, hemos asistido en tiempo real al punto de ruptura, a la puesta en práctica de la teoría económica. ¿Qué pasa cuando un pico repentino de la demanda excede por completo a la capacidad de respuesta de la oferta? Parte de lo que ha sucedido, como ilustra aquí Recode, es que la cadena de producción y distribución no estaba pensada para abastecer a tanta gente al mismo tiempo. Era mucho más modesta. Y millones de nuevos consumidores la han colapsado.
Las fábricas chinas y taiwanesas, los dos países donde se producen la mayoría de bicicletas, afrontan una pelea a muerte por "trabajadores y piezas". Algunos proveedores de material llevan meses de retraso en la entrega de partes, incapaces de adaptar sus plantillas y líneas de forma inmediata. Un bloqueo que llega desde las tiendas (incapaces de reponer existencias tan rápidamente) hasta, pongamos, el proveedor de bielas, sin fondo para producir tantas como exigen ahora los fabricantes.
En España. Este reportaje de El Diario explora la situación en España, donde la demanda de bicicletas de montaña y de carretera, siempre en gama baja, es gigantesca. "Estamos desbordados desde que abrimos. Es complicado encontrar bicicletas en cualquier segmento. Tenemos lo que hay en tienda", explican desde un comercio madrileño, InGravity. España, además, al salir más tarde del confinamiento, llegó tarde al mercado de distribuidores, lo que ha agravado la escasez.
Coronavirus. La epidemia no ha ayudado: la necesidad de mantener distancias en las fábricas y centros logísticos ha provocado que la industria no pueda exprimir al máximo sus cadenas de producción y reparto. El miedo al transporte público ha hecho el resto. No queremos subirnos al metro, así que muchos han optado por comprar una bicicleta por primera vez. Un modelo barato, suficiente para ir al trabajo. Una decisión tan simple que ha reventado al sector.
El impulso de los gobiernos (Italia subvenciona la compra de nuevas bicicletas hasta 500€, por ejemplo, y todas las ciudades han construido carriles de urgencia para incentivar su uso en ciudad) ha redoblado la presión. Si la tendencia ha llegado para quedarse (y no todos los actores del sector lo creen), la industria tendrá que amoldarse.
Imagen: 8Bar Bikes
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