No queda lejos el día en el que la pensión por jubilación deje de ser un derecho y se convierta en una hipótesis. La crisis demográfica a la que se han conducido los países occidentales ha puesto en jaque un modelo sostenido, literalmente, por las nuevas generaciones. Si los más jóvenes son menos que los más mayores los estados tienen que recurrir a malabares financieros para asegurar las pensiones. España lo ha vivido en sus carnes: la "hucha de las pensiones", el Fondo de Reserva, pasó de €68.000 millones en 2011 a poco más de €2.000 en 2019.
Voló.
Esto obliga a pensar en modelos alternativos. Reino Unido y otros países ya están experimentando con sistemas de "ahorro obligatorio" en previsión de pensiones futuras mucho más exiguas. Funciona así: el empleador detrae un % de tu sueldo mensual (en su origen del 2%, hoy en día ya en el 8%) que traslada posteriormente a la hacienda pública. La Seguridad Social se encarga de guardarlo a buen recaudo hasta que te retires de la vida laboral. Las aportaciones son casi iguales entre trabajador y empresa (el uno pone el 3%, la otra el 4%; el estado el 1% restante).
La idea de fondo es sencilla: que cuando llegues a los 65 años tengas un colchón económico lo suficientemente holgado como para vivir sin preocupaciones. Esto, hasta ahora dado por supuesto en todas las sociedades occidentales, corre el riesgo de cambiar a futuro. De ahí que el ahorro se antoje una necesidad tan vital de un tiempo a esta parte. La crisis del coronavirus lo ha disparado pero, en general y durante las décadas, tanto las clases bajas como las medias de todo el mundo lo han estado agotando. Podemos agradecérselo al gran estancamiento salarial.
Como quiera que entre tanto están surgiendo comunidades como los FIRE (inversores de bajo perfil que colocan su dinero muy pronto en fondos de rentabilidad estable para retirarse lo antes posible) o sistemas de ahorro caseros, sin mayores malabares, parece importante saber cuánto nos costará vivir una vez dejemos de trabajar. Al fin y al cabo tendremos que costeárnoslo con lo que tengamos en la cuenta corriente. Esto podría provocar en el futuro una movilidad anciana, pensionistas asentándose en países donde el coste de vida sea más barato.
De esta hipótesis parte este estudio elaborado por NetCredit. Su objetivo es averiguar cuánto dinero necesitaríamos en cada lugar del mundo para mantener nuestro nivel de vida post-jubilación. Para ello parten del supuesto estadounidense, donde la ausencia de subsidios públicos siempre es más lacerante que en Europa. Asumiendo una jubilación a los 64 años y una esperanza de vida de 78 (bastante más baja que en otros países ricos), concluyen que se necesitarían unos 600.000$ de ahorro para seguir con un nivel de vida estándar post-vida laboral.
¿Qué significa esto? Mantener tu vivienda, tus gastos ordinarios, salir un par de veces a la semana, beber con moderación o programar dos viajes vacacionales al año, entre otros factores. La suma de todos estos factores devuelve una cantidad mayor o menor en función de lo cara que sea la vida en cada país. Y a partir de aquí podríamos elegir: buscar un lugar lo suficientemente barato pero también lo suficientemente desarrollado, seguro y agradable como para pasar el resto de nuestros días. Una relación calidad-precio que requiere de más tino del que aparenta (bien lo saben los 300.000 británicos hoy en España).
En fin, es un ejercicio experimental. Es probable que guardemos algún tipo de pensión cuando nos retiremos. Y la mayor parte de la gente tiende a residir allá donde lo ha hecho toda su vida y donde están sus redes sociales y afectivas. En última instancia, el mapa también sirve de guía para todos los "nómadas digitales", trabajadores deslocalizados sin residencia fija, que deambulan por el mundo en busca de experiencias y conociendo otros lugares sin necesidad de atarse a una oficina o piso. Es una práctica cara (los pasaportes para nómadas de Estonia o Croacia, por ejemplo, obligan a umbrales de renta altísimos).
En el futuro los "pensionistas nómadas" podrían toparse con problemas similares. Una migración sólo para ricos. Pero hasta que llegue ese futuro tan esperanzador y amigable que estamos pintando, sólo queda divagar. Y en esa divagación, Pakistán es uno de los países más baratos del mundo para pasar tus años dorados: sólo obliga a 150.000€ de ahorros. Pero claro, es Pakistán, no exactamente un oasis de estabilidad y seguridad en la Tierra. El otro extremo de la balanza se encuentra en Bermudas (más parecido a un oasis) donde tendría que destinar unos 830.000€ para mantener tu estilo de vida. En materia de relación calidad-precio, México puede ofrecer cosas interesante: necesitarías unos 200.000€.
Si eres europeo Schengen te lo pone más fácil. Ahí España sale bastante bien parada: unos 373.000€. Sólo un poco más cara que Portugal pero mucho más económica que Bélgica (454.000€), Francia (428.000€), Alemania (420.000€), Italia (404.000€) o Países Bajos (514.000€). Qué decir de Luxemburgo (630.000€), Suiza (700.000€) o Noruega (553.000€). Hay una evidente correlación entre cómo de rico es un país y cuánto nos costaría vivir en él, aunque no siempre es precisa.
En general, Latinoamérica, Oriente Medio y África ofrecen retiros mucho más baratos que los de Europa, Asia Oriental o América del Norte. En cualquier caso, el mapa sirve de recordatorio futuro (o no tan futuro dependiendo de la edad que tengas): quizá vaya siendo hora de que pienses en qué clase de jubilación querrás y podrás tener. Y dónde querrás o podrás pasarla.
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