En las últimas décadas, la esperanza de vida ha aumentado de forma drástica alrededor del mundo. Sí, cada vez vivimos más años. En promedio, una persona nacida en 1960, el primer año que Naciones Unidas empezó a recoger datos globales, tenía una esperanza de vida de alrededor de 52,5 años. Hoy en día, la media es de 72 años. En tan solo una década, la esperanza de vida media al nacer ha aumentado tres puntos.
La conclusión que muchos extraemos de estos resultados es que los avances médicos y la tecnología que se ha desarrollado en las últimas décadas nos han ayudado a vivir más que antes, bien contribuyendo a reducir la mortalidad infantil o alargando la vejez.
Pero la demografía es diferente en cada país y está determinada por dos factores clave: las tasas de natalidad y las de mortalidad. La evidencia sí muestra que en la mayor parte del mundo, las mujeres tienen ahora menos hijos: la tasa de nacimientos por mujer se ha reducido a 2,5, según datos del Banco Mundial. Estas tendencias han alterado drásticamente la demografía de algunas economías maduras, lo que ha resultado en una población mucho más envejecida. En muchos países en desarrollo, sin embargo, los nacimientos aún superan a las muertes, lo que resulta en poblaciones que son mucho más jóvenes.
En este mapa, diseñado por Visual Capitalist y que utiliza datos del Banco Mundial, se examina cuáles son los países con la mayor proporción de personas mayores y jóvenes.
Aquí puedes verlo a máxima resolución.
Como vemos, gran parte de los países africanos son naciones más jóvenes que el resto del mundo. La proporción de jóvenes de países como Somalia, Zambia y la República Democrática del Congo es increíble comparado con los países europeos. De hecho, el país más joven del mundo es Níger, donde casi el 50% de la población tiene menos de 15 años. Le siguen Mali, Chad, Angola, Uganda, Burundi y Burkina Faso, además de los mencionados.
Para 2030, las Naciones Unidas estiman que habrá 1.300 millones de personas en el planeta entre las edades de 15 a 24 años, y todo gracias a África: la que es ahora mismo la fuente de juventud mundial. ¿Y por qué es importante? Básicamente porque una población joven significa fuerza laboral futura superior y, por ende, más oportunidades para desarrollar innovación y crecimiento económico. Que podría desembocar en más esperanza de vida. No obstante, la mayoría de estos países arrastran lastres como la corrupción, la inestabilidad política o el desempleo: obstáculos potenciales para la prosperidad de la generación Z del continente.
Los países más viejos y la excepcionalidad de Japón
Si miramos el mapa desde el otro lado, vemos que la nación más vieja del mundo es Japón. Allí el 28% de la población tiene más de 65 años. Y es complicado explicar por qué Japón, dado que el resto de países más viejos están todos en Europa. Lo hemos contado en Magnet. El país asiático tiene la sociedad más envejecida del mundo, y se espera que más del 35% de su población tenga 65 años o más en 2050, una tendencia que plantea riesgos para el crecimiento económico y agota las finanzas públicas. De ahí que incluso se hayan extendido términos como "meiwaku", o "ser una molestia".
Japón vive lo que denominan una “crisis de natalidad”, que lleva descendiendo durante nueve años consecutivos. La fecundidad de Japón se ha reducido a menos de 1,5 hijos por mujer y se debe principalmente al acceso moderno a los anticonceptivos y la priorización del trabajo sobre el matrimonio y la vida doméstica. Pero podríamos aplicarlo al resto de naciones del globo.
La proporción de mayores de 65 años está creciendo también en todo el mundo cada vez más rápido. Según las mismas estimaciones de la ONU, se prevé que para el 2050 una de cada seis personas tendrá más de 65 años. A Japón le siguen Italia (23.0%), Portugal (22.4%), Finlandia (22.1%), Grecia (21.9%), Alemania (21.5%), Bulgaria (21.2%), Croacia (20.8%), Malta (20.8%) y Francia (20.3%). Esto plantea peligros para la economía, pues habrá menos gente joven y, por tanto, menos fuerza laboral. Que aumente la esperanza de vida también se traduce en que exista una mayor prevalencia de enfermedades crónicas y una creciente incapacidad para cuidarse a sí mismo, resultando en un aumento de la carga fiscal sobre la población activa más joven.
Si empezamos por la cola, la proporción más baja de personas jóvenes (menos de 15 años) la tiene Singapur y Hong Kong. Sus tasas de fecundidad son las más bajas del mundo (sólo un 1,1). En el otro extremo, Emiratos Árabes, tiene la proporción más baja de personas mayores (más de 65 años). ¿Por qué? Principalmente porque es un país donde gran parte de la población son trabajadores extranjeros en edad de trabajar provenientes de la India, Pakistán, Nepal o Sri Lanka.
Basta con mirar con detalle el mapa para darnos cuenta que aunque cada país tenga sus casuísticas excepcionales a medida que aumentan los niveles de educación y riqueza en todo el mundo, las tasas de fertilidad están cayendo en casi todas partes. ¿Qué podemos esperar? Más esperanza de vida y menos nacimientos. Y esto presenta retos importantes para el futuro, sobre todo derivados del coste de la jubilación, como bien recogía un estudio del Foro Económico Mundial (WEF) que presentaba la inquietante pregunta: Viviremos hasta los 100: ¿cómo podremos pagarlo?
Imágenes: Visual Capitalist
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