Dos tendencias han caminado en paralelo durante las cuatro últimas décadas de relaciones internacionales: el descenso del número de conflictos bélicos y de muertos atribuibles a ellos; y el aumento progresivo del gasto militar internacional. Los países cada vez gastan más dinero en reforzar a sus ejércitos, aunque no los utilicen, no al menos en guerras abiertas y tradicionales. Vivimos tiempos de conflictos descentralizados y asimétricos, pero tiempos de conflicto al fin y al cabo. Ningún país tiene incentivos para desescalar en su inversión militar.
Lo ilustra a la perfección este estudio elaborado por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés). Tomando como referencia los datos del curso pasado, en plena pandemia, echan un vistazo a lo que ha gastado cada país en sus respectivos ejércitos, tanto en términos absolutos como ajustados al tamaño de su economía. El listado de protagonistas absolutos no debería sorprender a nadie: Estados Unidos sigue siendo el líder mundial de la inversión en Defensa, con más de $778.000 millones destinados durante 2020.
Es mucho dinero. Mucho más que el año anterior. Su presupuesto militar creció un 6%, pese a los rigores de la pandemia. No puede decir lo mismo China, el segundo país del mundo en gasto absoluto. No sólo está muy por debajo de Estados Unidos ($252.000 millones anuales) sino que redujo su presupuesto en 2020 (un 3,4%). Al alza también caminan los países europeos, probablemente por el desajuste provocado por el Brexit: Reino Unido aumentó su partida militar en un 21%; mientras que Francia y Alemania lo hicieron en un 7% y un 5% respectivamente.
El resto del listado lo completan la India ($72.000 millones, ya una décima parte de lo que invierte Estados Unidos, y un 2,5%) al alza; Arabia Saudí ($57.000 millones tras reducir su presupuesto un 7%); Japón ($49.000 millones y un 3% arriba); y Corea del Sur ($45.000 millones, otro 4% más). Junto a Rusia ($61.000 millones, un 5% menos), todos ellos están inmersos en conflictos activos (o latentes): Ucrania, Yemen, Corea del Norte, la pugna por el Mar de la China Meridional, y muy especialmente Cachemira, donde la India protagoniza refriegas frecuentes con Pakistán.
La preeminencia de Estados Unidos sigue siendo apabullante. Si el mundo invirtió más de 2 billones de dólares en 2020, el país americano representó el 38% del total. La suma combinada de los nueve primeros países en gasto militar da como resultado $699.000 millones, menos de lo que gastó Estados Unidos... El año pasado, cuando su presupuesto fue un 6% inferior.
Todo esto en un contexto de inversión al alza. El presupuesto en Defensa de todos los países del mundo alcanzó su pico máximo en los últimos 32 años, cuando el muro de Berlín seguía en pie y la Unión Soviética aún existía. El mundo vive así una calma tensa, cada vez más armado. La válvula de escape no la representan las grandes naciones implicadas en la gobernanza global, sino otras más pequeñas donde se despliegan los intereses de unas y otras. Siria ha sido el ejemplo más claro durante la última década, aunque otras más recientes, como Yemen, o las que vendrán, Taiwán, también.
Este proceso se refleja no tanto en la inversión absoluta como en el porcentaje de la economía nacional dedicado al ejército en cada país del mundo. Omán se lleva la palma: un 11% de su PIB se marcha a cuestiones militares. Arabia Saudí aparece justo después, con un 8,4%. Hablamos de una potencia regional con intereses contrapuestos a muchos de los países a su alrededor, como Irán, y que necesita mostrar músculo en la cascada de conflictos y guerras de Oriente Medio. Similares palabras se pueden verter sobre países vulnerables en la región, como Kuwait (6,5%); o sobre Israel (5,6%), hoy inmersa de nuevo en el conflicto asimétrico con Gaza.
Rusia (4,3%) y Ucrania (4,1%), enfangados en una guerra proxy que se remonta ya a 2014, afrontan dilemas similares; Argelia, Marruecos, Irak o Pakistán, todos ellos por encima del 4%, tienen sobrados motivos para invertir. Son numerosos los conflictos que les rodean o la sombra de conflicto. Observando el mapa global, las regiones más cargadas en términos presupuestarios son Oriente Medio y el Norte de África. Polvorines que hace mucho tiempo que estallaron, en el primer caso, y que apuntan a la competencia hegemónica futura en el segundo.
El gasto militar, al alza año a año desde mediados de los '90.
