Palaos, el paraíso turístico que China está dispuesta a arruinar para atacar a Taiwán

La República de Palaos es un conjunto de 340 pequeñas islas en el Océano Pacífico, tiene una superficie de cuatro kilómetros cuadrados y en ella viven 20.000 personas que se dedican casi en exclusiva al turismo. Un paraje prototípico, de ensueño, caracterizado por su rica diversidad biológica, su clima tropical y sus aguas cristalinas. De los más de 200.000 turistas que se acercan cada año a sus resorts, más de la mitad proceden de China. Y ahora la superpotencia asiática ha prohibido este destino a sus ciudadanos.

En mitad de la tormenta. Palaos tiene algo en común con Suazilandia, el Vaticano, las Granadinas y otros 15 países de reducido tamaño: es una de las naciones que siguen reconociendo a Taiwán como el legítimo Gobierno chino en una disputa contra la República Popular China que pervive desde hace más de 40 años. Taiwán necesita este reconocimiento para legitimarse políticamente. China prohíbe a sus ciudadanos veranear en Palaos para forzar a la micronación a darle la espalda a Taipei, aunque el pretexto oficial es la aparente falta de un estatus diplomático sólido con China. Taiwán, además, tiene graves problemas: este mismo año Salvador, Panamá y República Dominicana han dejado de reconocer a la isla en favor de China.

Resistiré: pese a que los palaoenses podrían perder casi el 50% de su PIB si no consiguen suplir la demanda de turistas chinos, han anunciado que consideran esta medida como una ofensa a la soberanía nacional de su república.

La “república renegada”: así es como llaman los chinos a Taiwán, autoproclamada “República de China” que se ve a sí misma como la heredera del gobierno legítimo de China, al igual que hace la nación comunista por su parte. Dos movimientos recientes importantes en esta disputa: la primera, la llegada al poder de Tsai Ing-wen, del Partido Progresista Democrático taiwanés que reemplazó a un Gobierno nacionalista más favorable a China; y segunda, el fin del silencio diplomático de Estados Unidos, ya que Trump ha sido el primer Presidente en ponerse en contacto con mandatarios de Taiwán desde el reconocimiento de la ONU de China como gobierno legítimo en los 70. Ninguno de estos dos gestos han sido del gusto de Xi Jinping, lo que le ha llevado a esta nueva postura más decidida a presionar a Taiwán. Lo de la isla es la anécdota, lo que no lo es tanto, es que el país haya llevado a cabo sus primeras maniobras militares con fuego real en tres años en el estrecho de Taiwán.

Extorsión demográfica: no es la primera vez que China ha instrumentalizado a sus ciudadanos de forma indirecta, a través de su turismo, para hacer presiones políticas: hace no mucho China prohibió los tours a Corea del Sur, justo después de que el país diese permiso a los estadounidenses para instalar un sistema de misiles de defensa en sus tierras.

危机 (Wei Ji): si el término chino traduce crisis como oportunidad, Palaos podría aplicar la acepción positiva de estos caracteres. En 2017, y ante el progresivo deterioro de sus recursos ambientales, decidió empezar a imponer la conocida y controvertida moratoria turística. Es decir apostar por la llegada de menos turismo pero con un alto poder adquisitivo. Podría ser un buen momento de perder a la mitad de sus visitantes e incrementarle los precios a los restantes. Es un gesto que Taiwán, seguro, agradecería.

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