La crisis del coronavirus ha colocado a Italia en el centro de todas las miradas. Son ya siete los fallecidos a causa de la enfermedad y centenares de contagios los extendidos a lo largo y ancho del país. Ayer se registraron los primeros casos en Sicilia y Toscana, muy lejos del epicentro de la epidemia, en una comarca al sur de Lombardía. Una crisis ya nacional que ha espoleado un creciente estado de pánico.
Estantes vacíos. Las extraordinarias medidas tomadas por las autoridades, como la suspensión de las clases lectivas o la cuarentena de más de 50.000 personas en once municipios, han provocado que miles de italianos se arremolinen en los supermercados. Ayer, como atestigua este reportaje de Sky News o este otro de la RAI, las tiendas se quedaron sin existencias, víctimas de compras urgentes y compulsivas.
Otros testimonios en redes ilustraron un fenómeno ya visto en China. Ante la perspectiva de cuarentena, los italianos han optado por pertrecharse.
Preocupación. Fue tal la premura que el primer ministro italiano, Guiseppe Conte, tuvo que salir al paso en un programa televisivo: "No hay motivo para la preocupación (...) No afrontamos una escasez de alimentos. Tomaremos todas las medidas necesarias para asegurar la cadena de distribución entre la población, que debe mantener la calma".
El alcalde de Milán, Guiseppe Sala, también trató de calmar los nervios: "Antes que pensar en apilar comida, saquemos tiempo para cuidar a quienes están más en peligro, nuestros mayores". Más drástico fue el presidente de Lombardía, Attilo Fontana: "La carrera por la comida no tiene sentido. Las existencias están aseguradas. Debemos mantener la normalidad".
Asegurado. Los mensajes de las instituciones italianas señalan la gravedad de la crisis, y más aún, del estado de pánico que se ha apoderado de parte de la población. Fontana llevaba razón en sus palabras. Al menos según Claudio Gradara, presidente de Federdistribuzione, la federación de distribuidores de Italia:
Es un fenómeno que ya hemos visto con anterioridad en otros eventos, como la Guerra del Golfo o el desastre de Chernóbil. Estos eventos activan emociones fuertes entre la población, lo que provoca que las existencias se agoten repentinamente (...) Tanto la producción como el almacenamiento tienen capacidad para absorber la demanda: sólo se trata de carestías temporales, la situación se normalizará.
Más medidas. Hay cierta disonancia entre los mensajes de calma de las autoridades y las medidas aplicadas para frenar los contagios:
- Un decretó gubernamental invitó ayer a todas las empresas a fomentar el trabajo en remoto, desde casa, entre sus empleados.
- Los próximos partidos de la Serie A en el norte del país, entre ellos el trascendental Juventus-Inter, se celebrarán a puerta cerrada.
- Más de 3 millones de estudiantes se van a quedar en casa a lo largo de esta semana. Las escuelas han cerrado en Piemonte, Lombardía, Liguria, Véneto, Emilia-Romagna, Trentino y Friuli.
- También las universidades, hasta previo aviso. El gobierno ha restringido todos los viajes previstos hasta final de curso.
Asalto. A pie de calle la crisis se vive de forma más urgente. En las ciudades en cuarentena, en torno a Codogno, las colas en supermercados, panaderías y farmacias se han convertido en la norma. Encontrar una mascarilla es ya una odisea, al igual que en España, mientras los precios de los desinfectantes se han disparado. En Milán y en el resto de Lombardía hay una carrera por la última garrafa de agua o saco de patatas.
Es la crónica del pánico que viene.
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