Durante décadas, los paseos en poni o caballo en parques parisinos icónicos como Champ de Mars, Parc Monceau o Parc du Luxemburgo han sido un elemento indiscutible del imaginario romántico de la ciudad. Muchos colegios franceses organizan salidas para que los jóvenes con la excusa de que puedan disfrutar un poco de la naturaleza y "familiarizarse" con este animal. También las parejas aprovechan la ocasión para realizar alguna que otra escapada a lomos de este diminuto corcel por la "ciudad del amor".
Pero esto va a cambiar desde ya. París acaba de prohibir los paseos en poni a raiz de varias campañas en defensa de los derechos de los animales.
La prohibición. El Ayuntamiento de París ya había introducido un texto para el bienestar de los ponis en 2021 y el mes pasado decidió eliminar la concesión de licencias a los operadores de este tipo de empresas. En un comunicado del Consejo de París sobre la situación de los animales la ciudad se comprometió a "reforzar las acciones adoptadas para poner fin a las prácticas nocivas para los animales y su bienestar".
Ahora, tras una petición de varios grupos en defensa de los animales que había reunido más de 8.400 firmas, la ciudad por fin ha cedido y prohibido los paseos en poni en sus parques públicos a partir de 2025.
¿Por qué? El grupo de derechos de los animales Paris Animaux Zoopolis (PAZ) lleva años haciendo campaña en contra de esta actividad, presionando a la administración con varias manifestaciones y protestas de sensibilización frente a sus parques. Argumentan que estos animales tienen que trabajar largas jornadas sin que les quiten la boquilla, no tienen acceso a agua dulce ni a heno y sufren incontables horas dentro de camiones.
"Los ponis no son juguetes. Los niños no aprenden nada sobre ellos en estos paseos, no se crea ningún vínculo emocional. Simplemente convierten a los ponis en objetos de entretenimiento", señalaba la activista de PAZ, Amandine Sansivens. Destaca además las deficiencias en su cuidado: "El código de bienestar animal dice que cada poni debe tener acceso regular al agua y a heno, pero no ocurre. El tiempo de transporte tampoco debe exceder las dos horas al día y descubrimos que una empresa transporta los ponis hasta seis horas al día. Es inaceptable".
En España. En nuestro país, la normativa sobre el uso de estos animales es una competencia que depende de cada Comunidad Autónoma, aunque algunas ciudades han movido ficha al respecto. Barcelona prohibió los carruajes de caballos en 2018, tras el fallecimiento de un animal en la vía pública. Este verano, Palma de Mallorca ha prohibido también las galeras tiradas por caballos, que pasarán a convertirse en vehículos eléctricos. Una decisión que llega también por otra desgracia: uno de estos animales cayó desplomado en plena ola de calor.
En Andalucía es una tradición. En otras ciudades del sur de España, este tipo de actividades lleva en pleno funcionamiento durante un siglo. Las calesas con tracción animal son muy famosas en Jerez, Córdoba o Málaga. En esta última también destacan los burros taxi de Mijas, a los que el Ayuntamiento ha tenido que incluir al convenio de trabajo para que tengan un descanso obligatorio entre las dos y las cinco de la tarde y horarios de trabajo más relajados, además de prohibir que carguen a personas que superan los 80 kilos. En Sevilla, también varias organizaciones han propuesto acabar con esta actividad, aunque a ellas se les opone el Ayuntamiento.
Está en la agenda política. El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, que asegura estar trabajando en este tema, explica que lo han intentado incluir en la elaboración de un anteproyecto de ley de bienestar animal. Pero hay dos inconvenientes: el Ministerio de Agricultura considera a estos animales de producción y por lo tanto son de su competencia, y que los carruajes o calesas eléctricas no cuentan aún con una homologación de circulación.
En otros países. Al contrario que España, en otros países la retirada de estas actividades crece con los años. En Italia, por ejemplo, se aprobó poner fin a este negocio y las licencias actuales se convertirán en licencias de vehículos eléctricos y de taxis. Una votación que se llevó a cabo en la Cámara de Diputados pese al voto en contra de los partidos de extrema derecha.
En Nueva York, los carruajes de caballos en Central Park vistos tantas veces en las películas también podrían ver reducido su número a partir del año que viene e incluso ser reemplazados por alternativas eléctricas de baja velocidad tras un proyecto de ley propuesto por los legisladores del Consejo Municipal en Nueva York.
Imagen: Flickr (carpingdiem)
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