Nadie dijo que acoger una cita del calibre de los Juegos Olímpicos (JJOO) resultase sencillo. Y menos si su escenario es una ciudad ya de por sí tan populosa y frenética como París, que a las puertas de la cita olímpica está comprobando en sus carnes calles hasta qué punto resulta complicado alcanzar un equilibrio entre el día a día de sus residentes, su marea de turistas y los preparativos de los Juegos. Y no hay mejor ejemplo ni símbolo de ese endiablado desafío que el bautizado como Pass Jeux, que no es otra cosa que un código QR personal que da acceso a ciertas zonas de la ciudad blindadas de cara a la ceremonia inaugural del viernes.
Sobre el papel la idea sonaba bien, pero al trasladarla a la práctica han surgido problemas que ya han crispado los nervios de más de un vecino y hostelero.
El centro de París, como Fort Knox. El símil lo compartía hace poco un vecino de París con el diario Le Figaro. Y si bien puede sonar exagerado comparar el casco urbano de París con la célebre base militar estadounidense de Kentucky, la imagen describe bien lo que está ocurriendo en la capital francesa. En su empeño por blindar la seguridad durante los Juegos Olímpicos, y muy especialmente el día de la inauguración, que se celebrará este viernes con el Sena como escenario, las autoridades han decidido aplicar estrictas medidas de control en la ciudad.
El sistema es sencillo. Al menos sobre el papel. En un intento por controlar los accesos, el Gobierno ha establecido varias zonas de seguridad en París, cada una con un color. Está la azul, la roja, la negra y la gris. Todas tienen su letra pequeña, pero probablemente el que ha generado más revuelo es el "perímetro gris", que incluye calles próximas al Sena y puntos tan populares como los Jardines de las Tullerías. El motivo: abarca la zona de la ambiciosa ceremonia inaugural.
Solo con Pass Jeux. Aunque faltan aún varios días para el inicio de los Juegos Olímpicos, París ya ha dejado claro que una de sus obsesiones es la seguridad. Se habla de 44.000 barreras y un despliegue diario de 30.000 policías y gendarmes, además de 20.000 guaridas de seguridad privada y 10.000 soldados preparados para intervenir si fuera necesario y con la Operación Sentinelle como marco. "Una militarización no vista desde la Segunda Guerra Mundial”, resume The Guardian.
No todo son barricadas y gendarmes. Como parte de ese enorme despliegue, las autoridades han decidido "blindar" entre el 18 y 26 de julio el entorno del desfile inaugural de los JJOO. Como detalla la Prefectura de Policía de París, para acceder a ese perímetro gris hasta que finalice la cita del viernes será necesario disponer de una Pass Jeux (Games pass), un código QR personal que puede descargarse en el móvil o llevarse impreso. El identificador es crucial para pasar a ciertos puntos en los que habrá más actividad relacionada con los Juegos o acceder a ciertos puntos de la "zona roja" con vehículos, para lo que hace falta además un permiso.
Bueno sobre el papel… Complicado en la práctica. Eso es lo que están comprobando muy a su pesar los vecinos de París. Y no solo ellos. También los turistas, comerciantes y hosteleros han comprobado los puntos débiles del Pass Jeux en la zona gris. La prensa gala habla de gente que intenta pasar al perímetro "blindado" sin saber que necesita gestionar antes un código, dispositivos incapaces de leer los QR durante los días especialmente soleados y negocios que se sienten confinados por las restricciones e incluso han visto afectada su actividad.
"Un policía no consiguió escanear el código QR de mi teléfono por culpa del sol”, explica a Le Parisien un joven que decidió salir de paseo el pasado sábado por la zona de la plaza del Trocadéro. "Tras varios intentos, me pidió mi documento de identidad para ver si coincidía con mi pase y al final me dejó pasar".
"No sé cómo voy a trabajar". El diario asegura que se han registrado problemas similares cerca de la Torre Eiffel. "Si la gente tiene un QR, pero no podemos escanearlo y no tiene documento de identidad, no podemos dejarles pasar", añade un agente: "Resulta mucho más complicado porque perdemos el tiempo". Un repartidor se quejaba también hace unos días a la cadena NPR de las dificultades que se estaba encontrando para moverse con su scooter por la ciudad. "Hasta el GPS está confundido, no sé cómo voy a trabajar hoy", asumía.
Afectando a los negocios. Pese a su posición a priori privilegiada, los negocios de la zona con mayores restricciones también se han visto afectados. Así lo afirman al menos medios galos, como la cadena BFM Business, La Dépéche o Le Figaro, que incluso ha desgranado algunas cifras que ayudan a entender el impacto.
Según sus cálculos, el endurecimiento de las normas de seguridad en ciertos distritos de la ciudad está espantando a los turistas y residentes, con caídas en la facturación de algunos comercios y restaurantes de entre el 30 y 70%. Ese último porcentaje es el que manejan por ejemplo los hosteleros de la Place du Trocadéro, aclara La Dépéche, que cita al gerente de un local a orillas del Sena que asegua haber sufrido una auténtica cascada de cancelaciones: 32 de 56 plazas.
"Nunca había visto tanta calma". La frase es en esta ocasión de Omar Benabdallah, camarero de 25 años que compartía hace unos días con la BBC cómo observa su zona de la ciudad en la que trabaja en plena antesala de la ceremonia inaugural de los Juegos, con miles de barreras metálicas, estaciones cerradas y el sistema de acceso por zonas y QR: "Estoy un poco preocupado. Nunca había visto tanta calma. El 90% de los clientes se han ido". Las autoridades insisten en cualquier caso que las barricadas se retirarán tras la fiesta del viernes.
Otros centran las críticas en cómo los JJOO están afectando al día a día de los parisinos en cuestiones tan elementos como el acceso a los centros de salud. Así lo refleja BFM, que ha denunciado cómo los perímetros de seguridad diseñados por las autoridades de cara a la ceremonia del viernes "dificultan el acceso" a algunos hospitales o "prolongan de forma considerable" los tiempos de desplazamiento de las ambulancias. Otras voces critican que las barreras complican el paso de personas en silla de ruedas, bicicletas o con carritos de bebés.
Imagen | Conall (Flickr)
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