Hay 322.075 razones para ello. Un 24% menos que hace exactamente 10 años
2023 se cerró con 322.075 nacimientos. La cifra, aunque aún es provisional, supone un 24% menos de recién nacidos que hace 10 años y consolida a nuestro país en el furgón de cola de la fertilidad en Europa. Solo Malta está peor que nosotros.
Y eso que, en fin, ningún país europeo supera los dos hijos por mujer en edad fértil. Si la población mundial ya ha empezado a contraerse como decíamos hace unas semanas, Europa (y muy especialmente España) es uno de los grandes laboratorios del 'decrecimiento demográfico'.
Aunque lo peor ni siquiera es eso, lo peor es que nadie sabe cómo evitarlo.
Muchas formas distintas de llegar a la misma situación. Porque aunque se suele decir que las especialmente bajas tasas españolas se deben a la falta de estabilidad laboral y a la edad de emancipación (algo que, todo sea dicho, seguramente sea cierto), el problema es general y sus tentáculos alcanzan a todos los países del mundo. Es decir, uestors vecinos están mejor, sí; pero solo un poco mejor.
Hacia un mundo vacío. Ya no es que, hoy por hoy, no haya ningún país del mundo con un régimen demográfico tradicional, ni siquiera que como defendía hace unas semanas el economista Jesús Fernández-Villaverde, por primera vez la humanidad está por debajo de la tasa de reemplazo.
Es que, incluso en los países nórdicos (los campeones absolutos en políticas de conciliación y apoyo familiar), la natalidad se estaba derrumbando. "No es suficiente", señalaba la demógrafa finesa Anna Rotkirch en el Finantial Times y está claro que no lo es.
Todas las comunidades del mundo (con poquísimas excepciones -- cada vez más disputadas) tienen problemas para crecer.
Cómo vemos el mundo. Alberto del Rey, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca, explicaba hace unos meses que, España es excepcional en muchos aspectos, pero que argumentos como "no tenemos hijos porque no podemos" no son ciertos del todo: "En España, se ha demostrado que algunas parejas de clase media con trabajos estables no tienen hijos porque tienen otras prioridades, y no pasa nada".
"Hoy en día disponemos de más recursos que en el pasado, no es la única explicación. Hay un factor fundamental en las generaciones más recientes a partir de los 90 que es lo que se conoce como la famosa Segunda Transición Demográfica, que tiene que ver con que hoy en día priman más los aspectos relacionados con la autorrealización que antes", explicaba.
¿Segunda transición demográfica? Esta teoría parte de "que hay una flexibilización tan grande de las normas sociales tradicionales que los individuos priman sus intereses individuales, su curso de vida propio [...] Los ideales normativos son cada vez menos rígidos y tienen una influencia menos evidente en los comportamientos sociales", explicaba Marta Séiz, investigadora en el Departamento de Sociología II de la UNED.
Esta explicación casa bien con la evidencia de que solo grupos como los amish, los judíos ortodoxos o los mormones han sido capaces de "escapar" de esa maldición de la baja natalidad. Y lo han hecho a costa de mantener esos ideales normativos en plena forma. Es más, los menos rígidos (mormones) tienen una natalidad más baja que los más estrictos (haredíes).
¿Se puede salir del laberinto? Es decir, ¿hay alguna manera de que la sociedad alcance tasas de reposición manteniendo ese cambio cultural de la "segunda transición"? Pues lo cierto es que no sabemos cómo. Solo sabemos que hay todo un mundo que se acaba y no sabemos cómo será el siguiente
Imagen | Jimmy Conover
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