Importante paso adelante para salvar nuestros océanos: el Parlamento Europeo ha votado hoy mismo a favor de prohibir los plásticos de un solo uso empezando por 2021. Cubiertos y platos de plástico, bastoncillos de algodón, pajitas, palos de globos y tantos otros productos habituales de nuestro día a día que son desechables y tienen alternativas de uso de otros materiales (aunque sean más molestos) verán su venta prohibida.
¿Y es definitivo? No, aunque la Eurocámara ha dado apoyo mayoritario a la creación de una nueva norma europea, el Parlamento Europeo tendrá que negociar con el Consejo de la UE (donde están representados los 28 estados miembros) el texto final. Algo que puede ocurrir, por ejemplo, es que algún estado quiera anular la prohibición en su territorio, pero a cambio deberá asegurar el reciclaje de estos desechos.
Tampoco en el take-away: según la premisa, muchos comercios se verían afectados, por ejemplo los que permitan la comida rápida o a domicilio, que tendrían que cambiar sus envases por otros biodegradables. De todas formas, hay una excepción, y son los envoltorios "sin alternativa", que sólo deberán reducirse un 25% de los envases de aquí a 2025. Es el caso, por ejemplo, de envases habituales de hamburguesas, sándwiches, frutas y verduras. Las botellas de bebidas tienen aún peor futuro: los Estados deberán garantizar el 90% del reciclado de las mismas de aquí a dentro de siete años. Todo esto ya se anticipaba.
A favor de los mares: los plásticos de un solo uso suponen el 70% de los residuos marinos. Ellos son los responsables de los famosos microplásticos, islas de basura y contaminación biológica. Es esencia terminar con ellos si queremos preservar la fauna marina y la calidad del agua.
Plástico en tu estómago: la noticia del Parlamento Europeo aparece la misma semana en que un importante estudio ha descubierto que los polipropilenos y PETs ya han llegado a la cadena alimentaria humana. Se identificaron hasta nueve tipos de plásticos diferentes en heces humanas de ciudadanos de todas partes del mundo. Algunas de las partículas más pequeñas son capaces de pasar al torrente sanguíneo, al sistema linfático e incluso al hígado.
Y un ahorro, también: si no te conmueven las escenas de mares abarrotados de porquería o los animales ahogados en residuos, tal vez te conmueva lo que se dijo hoy en la Eurocámara: prohibiendo estos productos los europeos ahorraremos 22.000 millones de euros en costos medioambientales, que es el equivalente a 3,4 millones de toneladas de CO2 menos al año hasta 2030. También se trata del fomento de la ventaja competitiva: si, como parece, los productos más sostenibles es el futuro del comercio, las empresas europeas que antes se adapten a estas medidas lo tendrán mejor para conquistar mercados fuera de nuestras fronteras.
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