Vivimos tiempos de crisis. La frase bien podría explicar los últimos catorce años de historia económica, pero se ha vuelto más real que nunca gracias a la pandemia. A la paralización de la industria y pérdida de millones de puestos de trabajo durante los primeros meses de la crisis sanitaria debemos sumar hoy una crisis logística y de inflación sin precedentes. Un contexto, a priori, poco halagüeño para que las empresas ganen dinero. Y sin embargo, están declarando más beneficios que nunca.
Los datos. Los ofrece Bloomberg en dos artículos distintos. Por un lado, el margen de beneficio de las grandes empresas estadounidenses se ha disparado a niveles nunca vistos desde 1950. Sus ganancias representan ya el 10% del PIB nacional, un umbral hasta ahora jamás rebasado. En términos agregados, los beneficios empresariales aumentaron un 37% respecto a 2020, un porcentaje hasta cierto punto lógico si pensamos en la extraordinaria situación económica a la que indujo la pandemia.
La tendencia. ¿Qué ha pasado desde entonces? Por un lado, que la economía se ha reactivado. Muchas familias contuvieron sus gastos durante la mayor parte del año pasado, multiplicando los ahorros. Cuando la economía se recuperó y los trabajos regresaron, la rueda del consumo se reactivó con una intensidad extraordinaria. En paralelo, la Administración Biden incentivó el gasto al extender generosos cheques sociales y políticas de apoyo tanto a las familias como a las empresas.
Un contexto favorable para que los empleadores ganaran mucho más dinero que en años previos... Pero también para los trabajadores. Las compensaciones salariales han aumentado un 12% de un año para otro. Algo atribuible a la vuelta a la oficina de millones de empelados y a los aumentos que recibieron a su regreso.
La crisis logística. Hasta cierto punto, todo esto podría explicar la inflación que hoy amenaza tanto a Estados Unidos (al 6% y creciendo) como a la Unión Europea (2,43%). Para las empresas otro factor podría haber jugado un papel fundamental, como explica aquí la economista Isabella M. Weber. Los cuellos de botella en la cadena de suministro y la escasez, como hemos visto, han disparado el coste de las materias primeras. En un mercado inelástico, al aumento de los precios de los bienes de consumo no le ha seguido una caída de la demanda.
Hemos comprado tanto o más como en años previos, sólo que más caro. Para las empresas, los beneficios han sido mucho mayores.
El futuro. A priori, buenas noticias para todos. Pero sólo relativas y temporales. Como también explica Bloomberg aquí, las compensaciones salariales representan hoy en torno al 45% del PIB estadounidenses, por debajo de la media histórica. Y la dinámica inflacionaria augura tiempos de mayor depreciación adquisitiva. Cuando los márgenes se estrechen, el consumidor llevará las de perder. Tenemos un buen ejemplo en la gasolina: las grandes petroleras están declarando beneficios récord en 2021 al tiempo que llenar el depósito está más caro que nunca.
El pasado. Si miramos hacia atrás, es evidente que 2021 representa un punto de inflexión en muchas dinámicas históricas. En Estados Unidos, durante las últimas décadas, el porcentaje del PIB atribuible a los beneficios de las empresas-no-financieras había decaído con el paso del tiempo (al tiempo que el de las financieras se disparaba). La cuestión, como siempre, no es cuántos beneficios generará la economía en un tiempo de crisis y escasez sino como se redistribuirán a corto plazo.
Imagen: Devin Spell/Unsplash
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