Chernóbil sigue estando de actualidad y más aún después de que su serie se haya convertido en una de las mejor valoradas de la historia de IMDB. El turismo en la zona no para de crecer y con él las preguntas sobre cuál es el estado actual de la flora y la fauna que allí vive. En 33 años, la zona de exclusión ha pasado de ser el escenario de una de las mayores catástrofes a ser denominado Reserva Radioactiva de la Biosfera por la diversidad de animales y plantas que campan actualmente a sus anchas.
Sin embargo, aunque hoy por hoy sea así, en 1986 las plantas fueron quienes mejor respondieron ante la radioactividad, adaptándose a ella y librando el cáncer mucho mejor que los animales.
3 años. Fue el tiempo que necesitó la flora ucraniana superviviente para adaptarse al nuevo contexto radioactivo. Las plantas que sobrevivieron a la explosión fueron todas aquellas que estaban más allá de los 10km2 próximos al reactor. De hecho, a esa distancia había un pinar que terminó por denominarse "bosque rojo" porque absorbió la energía que expulsó el reactor la noche de la catástrofe.
¿Por qué sobrevivieron? A diferencia de los animales, según cuenta en BBC el bioquímico Stuart Thompson, las plantas son capaces de adaptarse a las condiciones más extremas entre otras cosas, porque no pueden moverse del suelo. Por esta razón en lugar de poseer una estructura celular definida y organizada, cuentan con otra que está en permanente transformación y que es capaz de crear nuevas células si fuese necesario. Y esto es lo que hacen en un contexto de alteración genética.
El cáncer no se extiende. Mientras la radioactividad y sus partículas dañinas matan las células y los tejidos animales, las plantas tienen la virtud de poder reemplazar las estructuras dañadas y crear nuevas células, concretamente, del tipo que necesiten. Además, aprenden a trabajar en torno a un tejido canceroso y no propagan las células cancerígenas por el resto de la planta. Esto último es gracias a la rigidez que presentan los tejidos vegetales que muchas veces tampoco están conectados entre sí.
De esta forma, aunque la célula de una planta sufra mutaciones (alteraciones genéticas) en su secuenciación, no tiene porque afectar al resto de las células ya que no se multiplan arbitrariamente como sucede en los animales.
Un ADN particular. Otro de los factores que hacen que la radioactividad sea tan peligrosa es su poder para penetrar directamente en las células del ADN y modificarlas, causando daños irreparables. A diferencia de los animales, las plantas son capaces de recurrir a mecanismos químicos que utilizaron cuando la radioactividad natural de la Tierra era mayor. Así, con el objetivo de proteger su ADN, recurren a esta información genética aumentando su tasa de supervivencia respecto a los animales.
3.940 muertes por cáncer. Es precisamente la estructura de organización celular de los animales lo que hizo que la radioactividad fuese mortal en este caso. A diferencia de las plantas, las células animales son muy sensibles a la radiación y, en bajas dosis, aparecen mutaciones que desembocan en tumores. El hecho de que todas nuestras células estén conectadas y organizadas en forma de tejidos deriva en que, cuando la secuención de una célula se altera, ésta se ve en la obligación de replicarse y transmitir esta información al resto del cuerpo.
La rápida propagación de las células cancerígenas creadas a raíz de un contexto radioactivo como el de Chernóbil deja cifras en torno a las 4.000 muertes a causa del cáncer y según datos recopilados por la Organización Mundial de la Salud, tras hacer un repaso de los civiles expuestos directa o indirectamente a este tipo de partículas. A pesar de que los datos de la OMS han sido puestos en cuestión en diferentes ocasiones, hasta la fecha es la única cifra oficial junto a la que dio la URSS hace tres décadas y situada en 31 muertos.
Imagen: Unsplash
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