Nada en Australia sucede con normalidad. Tampoco las inundaciones. Más de 2.000 hogares han sido inundados en Townsville, al norte del país, por decisión del gobierno. Las autoridades tuvieron que abrir una presa cercana ante su insostenible situación. Las continuas precipitaciones (más de un metro en un puñado de días, veinte veces más que lo caído en un año normal) han llevado Queensland a una situación extrema.
Hasta ahí, todo normal. Entra el factor Australia.
¿Qué pasa? Que hay cocodrilos. Las extraordinarias inundaciones han provocado que centenares de reptiles lleguen a los tranquilos barrios suburbiales de Townsville (160.000 habitantes). Han aparecido por doquier: carreteras, urbanizaciones, depósitos de agua e instalaciones públicas. Los vecinos no sólo tienen que lidiar con el agua que anega sus casas; también con una marabunta de cocodrilos al acecho.
La respuesta. ¿Solución? Ante las miles de llamadas de auxilio registradas durante los últimos días, el gobierno australiano ha optado por ponerse en manos del ejército. Al igual que en otros países, las fuerzas armadas australianas funcionan como servicios de emergencia. Han construido diques de arena y han acudido al rescate de numerosos locales aislados en su casa. Con una particularidad: también les han protegido de los cocodrilos.
El caos. Queensland vive ahora mismo instalada en el caos. Los organismos oficiales del estado han pedido a sus ciudadanos que no pongan pie en el agua. No sólo por los cocodrilos: al parecer, las inundaciones también han arrastrado a numerosas serpientes silvestres (Australia acumula seis de las once especies más venenosas). Ah, y también por las heces humanas: es probable que el agua haya reventado tuberías y depuradoras.
¿Por qué? Es habitual que el norte de Australia sufra grandes lluvias durante la temporada de monzones. No lo es tanto que las precipitaciones sean tan descomunales. El drama de Townsville obedece a una decisión gubernamental concreta. Ante la incipiente agua acumulada, las autoridades optaron por abrir las compuertas de la presa Ross, a unos pocos kilómetros de la ciudad. De no hacerlo, habría reventado.
El embalse liberó 1.900 metros cúbicos de agua al segundo. Un festival para los cocodrilos.
Larga historia. Australia se ha habituado a la excepcionalidad. En el resto del país las temperaturas vuelven a rozar máximos históricos, tras la brutal sequía del año pasado. También en lo tocante a sus animales: en su día, el ejército ya le declaró la guerra a los emús, en el oeste del país; el gobierno también ha ordenado el exterminio de más de dos millones de gatos y de amplias poblaciones de koalas. Es un país donde la fauna se combate.
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