Su población de buitres ha colapsado después de que en los años 90 se popularizase un fármaco en la ganadería
La India lidia con un descomunal desafío económico y social: los buitres. Su pérdida, para ser más precisos. El desplome de la poblaciones de estas rapaces carroñeras, que en algunos casos ha superado el 90% durante las últimas décadas, se ha convertido para el país de Narendra Modi en un reto que va mucho más allá del impacto medioambiental. Así lo refleja un estudio recién publicado en la revista de la American Economic Association (AEA) que deja dos cifras sobre la mesa: el colapso de los buitres ya le ha costado a la India 500.000 vidas humanas y una factura de más de 69.000 millones de dólares anuales. Y eso entre 2000 y 2005.
La gran pregunta es… ¿Cómo revertir esa situación?
Menos (muchísimos menos) buitres. El estudio, elaborado por los investigadores Eyal Frank y Anant Sudarshan, parte de un dato rotundo: un desplome del 95% en las poblaciones de buitre de la India. Algunas estimaciones van más allá y hablan de que, en un período relativamente breve, se ha pasado de 50 millones a alrededor de 20.000 ejemplares. "Se trata de la caída más rápida de población de cualquier especie de ave registrada en la historia, y la mayor desde la extinción de la paloma mensajera en EEUU", comentan los expertos.
Las pérdidas más pronunciadas las habrían protagonizado el buitre de lomo blanco, el indio y el de cabeza roja, con desplomes que se mueven entre el 91 y 98%. En menor medida también se redujeron el egipcio y leonado.
Un nombre: ciclofenaco. Los investigadores tienen claro a qué se debe semejante descalabro. Que las poblaciones de buitres hayan colapsado en la India, con desplomes de más del 90%, se explica en gran medida por la popularización en los 90 del diclofenaco, un analgésico económico y accesible en aquel momento que los agricultores empezaron a suministrar a sus reses para combatir afecciones.
El problema es que el fármaco resultaba venenoso para los buitres, que acababan ingiriéndolo de forma indirecta al alimentarse con cadáveres de ganado. "Cuando los del género Gyps consumen carroña con residuos de diclofenaco desarrollan insuficiencia renal y mueren en semanas", advierten Frank y Sudarshan.
"Mortandad masiva". "Después de que se iniciara el uso veterinario del diclofenaco en 1994, comenzaron a acumularse informes de buitres muertos en estado salvaje", recuerdan. El primer informe que hizo saltar las alarmas sobre la "mortandad masiva" de las rapaces data de un par de años después, 1996.
Los ganaderos indios llevan casi dos décadas sin poder acceder al diclofenaco para uso veterinario, pero las poblaciones de buitres aún no han logrado recuperarse. La BBC precisa que, si bien el descenso se ha desacelerado en algunas regiones, hay al menos tres especies que han sufrido desplomes brutales, de entre el 91 y 98%.
"La causa de la catástrofe se abordó en 2004 y en 2006 se prohibió el uso veterinario del diclofenaco en la India. Sin embargo, las encuestas realizadas hasta 2018 documentan el uso ilegal aún en curso del fármaco en el ganado —advierte la Vulture Conservation Foundation (VCF)—. A pesar de la prohibición de 2006, es posible que la población de buitres indios no se recupere del desastre. Los buitres tardan años en alcanzar la madurez sexual y producen muy pocas crías. Una pareja pone y cría un polluelo por año, y su supervivencia no está garantizada".
Menos buitres… cientos de miles de muertes humanas. Ese es el sorprendente vínculo que establece el estudio de Frank y Sudarshan: el colapso de los buitres en la India ha tenido un impacto demoledor en su sociedad, uno que puede medirse en fallecidos. El estudio relaciona la pérdida de rapaces carroñeras con 100.000 muertes de personas cada año entre 2000 y 2005, lo que supone unos 500.000 fallecidos antes de que la India vetase el uso veterinario del diclofenaco.
"Por término medio, observamos que incluso controlando las tendencias temporales más flexibles, estimamos que la mortalidad humana aumentó más de un 4% durante el período de 2000 a 2005, cuando los buitres alcanzaron de forma su nuevo nivel de población colapsada", apuntan los investigadores, que trabajan en la Escuela de Políticas Públicas Harris y la Universidad de Warwick.
Cuestión de vidas… y dinero. Frank y Sudarshan deslizan otro dato igual de interesante, y revelador: la pérdida de buitres le ha costado dinero al país. Mucho. Millones. Decenas de millones. Sus cálculos apuntan a 69.400 millones de dólares anuales derivados de la mortalidad y los costes económicos asociados a las muertes prematuras. "El colapso de los buitres en la India proporciona un ejemplo claro del tipo de costes difíciles de revertir e impredecibles que puede tener para los humanos la pérdida de una especie", advierte el profesor Sudarshan.
¿Y cuál es la causa? Que menos buitres se traduzca en cientos de miles de muertes humanas y una factura de decenas de miles de dólares anuales quizás suene extraño, pero la relación se entiende mejor cuando se conoce el papel que desempeñan las rapaces carroñeras como "servicio de saneamiento natural", en palabras de Frank. Los buitres se alimentan de cadáveres que contienen bacterias y patógenos que pueden suponer una amenaza para los humanos. "Sin ellos las enfermedades pueden propagarse", recuerda el experto de Chicago.
"En un país con más de 500 millones de cabeza de ganado y sin una infraestructura para deshacerse de los animales muertos, los ganadores dependían de los buitres como desinfectantes ambientales", advierten ambos autores. "En su ausencia, los cadáveres de los animales pasan tiempo al aire libre o son desechados por los ganaderos en el agua, lo que crea un mayor riesgo de enfermedades".
Si ese razonamiento no fuese alarmante de por sí, se añade otro más: sin buitres que se alimenten de los cadáveres que dejan los ganaderos, aumenta la carroña disponible para perros y ratas que acaban suponiendo una nueva amenaza: ambos suponen "una fuente importante" de infecciones de rabia, señalan los expertos.
Tasas de mortalidad y vacunas. Para elaborar su estudio los investigadores manejaron una variedad de fuentes de datos sorprendente. Entre otras cuestiones, tuvieron en cuenta las tasas de mortalidad humana antes y después del colapso de las poblaciones de buitres, las ventas de vacunas contra la rabia, el censo de perros salvajes o los análisis que revelan los niveles de contaminación del agua. Una de las conclusiones más interesantes que obtuvieron, desliza la BBC, es que el efecto se acentúa en los entornos urbanos con ganado y vertederos de cadáveres.
"El colapso de los buitres en la India proporciona un ejemplo particularmente claro del tipo de costes difíciles de revertir e impredecibles que puede tener para los humanos la pérdida de una especie", reivindica Sudarshan, y advierte: en este caso el desencadenante quizás haya sido un fármaco, pero hay "otras actividades humanas", como la deforestación, el comercio de fauna o el calentamiento global impulsado por la humanidad, que afectan a los ecosistemas y, en último término, acaba influyendo en nuestras propias vidas. El buitre deja un ejemplo claro.
Gran problema, difíciles soluciones. Otra de las grandes conclusiones del estudio. El colapso de los buitres en la India no supone solo un reto por la pérdida de ejemplares o sus consecuencias en la pérdida de vidas humanas. Si resulta tan grave se debe también a que no es un problema fácil de resolver.
Frank y Sudarshan deslizan que una posible solución sería crear una red de incineradoras que se encarguen de eliminar la carroña y sustituyan así el rol que desempeñan de forma natural los buitres, pero esa salida acarrearía dos grandes hándicaps: el primero, su elevado coste, de unos 768 millones de dólares anuales, calculan; segundo, su no menos alarmante impacto ambiental, que empeoraría aún más la calidad del aire y exigiría además mover carroña entre grandes distancias.
Imagen | Aardwolf6886 (Flickr)
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