¿Quién es capaz de perder el juicio como para pagar 450 millones de dólares por el cuadro _Salvator Mundi_ de Leonardo da Vinci? Puede que pienses que se trata de una inversión, porque, al fin y al cabo, la última vez se vendió por solo 10.000 dólares en 2005.
Desde el punto de vista económico, el arte puede ser una inversión, aunque las investigaciones muestran que las inversiones en arte pueden tener resultados dispares. El arte también tiene lo que los economistas denominan como "beneficios psícologicos". Es algo hecho para su disfrute, para poder experimentarlo y alardear de ello, de ahí que el alto precio pagado por _Salvator Mundi_ pueda tener sentido.
Como inversión, el arte puede comportarse de diferentes maneras dependiendo de un gran número de factores. Por ejemplo, las obras de arte relacionadas con movimientos artísticos de moda serán más rentables que otros tipo de arte. Por ejemplo, el arte contemporáneo actualmente se valora más que el arte impresionista. La fuerte demanda de obras de arte contemporáneas hace que cada vez haya menos en el mercado y que los coleccionistas se fijen en artistas que anteriormente habían pasado inadvertidos, como Keith Haring.
Sin embargo, normalmente las obras de los artistas de primera línea son las más codiciadas.
El arte como una inversión
Un análisis reciente encontró que solo 25 artistas (incluyendo Jean-Michel Basquiat, Andy Warhol y Gerhard Richter) suman 1.200 millones de dólares del mercado total de 2.700 millones de subastas de arte contemporáneo de este año. Solamente dos mujeres, Agnes Martin y Yayoi Kusama, están entre los 25 mejores de la lista de artistas contemporáneos, algo que nos indica los problemas de representación de género en el arte y los procesos que establecen las carreras y las reputaciones de los artistas.
Los estudios académicos sobre el arte como inversión tienen resultados dispares. Por ejemplo, una investigación del Mercado de Arte Canadiense encontró que los beneficios son menores que invertir en el mercado de valores. Sin embargo, el estudio también señala otras ventajas de tener obras de arte en tu cartera de valores, como la diversificación.
Pero otra investigación basada en cerca de 35.000 pinturas de artistas australianos de renombre muestra que la rentabilidad financiera tiene de media entre un 4% y un 15%. Los beneficios con obras de artistas australianos de primera línea como Brett Whiteley y Jeffrey Smart superaron a los beneficios del mercado de valores. Este estudio también encontró que las pinturas al óleo y acuarela, así como aquellas vendidas por algunas casas de subastas en concreto, tenían precios mayores.
En realidad, las llamadas "obras maestras", como las de Leonardo da Vinci, tienen peores resultados financieros que el mercado del arte en general.
Sin embargo, el arte también proporciona beneficios por su consumo (prestigio, decoración, etc.), algo que hace que sea diferente a tener acciones o bonos. Puede que los beneficios sean menores, pero el arte no deja de ser una inversión interesante. El mercado de arte australiano es un reflejo de lo que ha ocurrido en el mercado global de arte contemporáneo. Por ejemplo, las obras más cotizadas vendidas en 2017 suponen casi el 10% del valor total de las obras vendidas.
Aunque la venta reciente del cuadro _Earth Creation 1_ de la artista indígena Emily Kame Kngwarreye no ha llegado a los niveles de la venta del cuadro de Leonardo da Vinci, su venta por 2,1 millones de dólares es casi el doble de lo que se pagó hace una década en la subasta anterior. El placer estético del arte, la sensación de que algo nos hace pensar o nos inspira, es algo subjetivo y difícil de medir, pero no significa que el consumo del arte no le dé más valor a su posesión.
Arte para su consumo
Los economistas utilizan los términos "rentabilidad psicológica" o "beneficios psicológicos" para hablar de los beneficios de consumir arte y los desglosan en tres categorías principales.
Un aspecto es la satisfacción cuando apoyamos el arte y a los artistas. Esta motivación es especialmente importante para aquellos que donan sus colecciones a museos o que apoyan el arte de alguna u otra manera. Aunque dicha motivación sea algo importante, no está directamente relacionada con los precios de las subastas.
También está el beneficio psicológico del aspecto "funcional" (o decorativo) del arte como elemento para adornar espacios. Normalmente es lo que más se aproxima a la intención del artista cuando crea la obra de arte. Y por último está el prestigio que conlleva tener obras de arte: sobre todo cuando se utiliza para mostrar buen gusto, riqueza y poder. Por ejemplo, los recibidores y los vestíbulos de algunas oficinas tienen obras de arte modernas o contemporáneas impactantes.
Esto es lo que los economistas llaman "consumo conspicuo": cuando la gente se hace más rica, aumenta su demanda de arte de lujo. De hecho, el arte tiene una larga tradición como herramienta de poder, incluso para la Iglesia. Lo que mueve el mercado del arte, sobre todo en las altas esferas, es una mezcla curiosa de inversión y consumo impulsada por una oferta limitada.
Las obras de los artistas famosos suponen calidad y garantías en el mercado, de ahí que los ricos y poderosos las compren. La singularidad y la rareza de las piezas no solo aumenta su rareza, sino que limita su oferta y crea una combinación perfecta para que los precios suban. Sin embargo, todo esto no acaba de explicar el alto precio que se ha pagado por _Salvator Mundi_ de Leonardo da Vinci. Un análisis de la venta sugiere que la campaña de márketing de la casa de subastas ha sido lo que ha logrado un precio tan alto.
Pero aparte de su valor de mercado, el arte puede tener un valor cultural y social significativo que no se traduce fácilmente a precios de mercado. Aunque el _Salvador Mundi_ de Leonardo se haya vendido por 450 millones de dólares, las obras maestras que no están a la venta, como la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, no es que no tengan valor, simplemente son "impagables".
Autor: Bronwyn Coate, RMIT University.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
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