Richard Ford ha sido reconocido esta semana como el nuevo Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016, 40 años después de comenzar su carrera como escritor y crear ese “mosaico de historias cruzadas que es la sociedad norteamericana” que el jurado quiso reconocer. Pero ¿por qué leerle y por dónde empezar? Aquí van nueve razones y cinco títulos indispensables para adentrarse en uno de los escritores fundamentales de la literatura norteamericana contemporánea.
1. Porque tú también eres una persona sencilla en toda su complejidad
Ford comenzó militando en el realismo sucio, probablemente influido por su amigo Raymond Carver. Ya se sabe lo que añade el adjetivo “sucio” al sustantivo “realismo”: personajes outsiders, con mucho que ocultar, en eterno peregrinaje por escenarios grotescos. La crítica le trató bien, pero no así las ventas.
Dicen que fue la esposa de Richard Ford quien le recomendó que escribiera sobre alguien que fuera feliz. Y así nació su personaje arquetípico: Frank Bascombe, un hombre cotidiano, de clase burguesa, sin esqueletos en el armario. Paradójicamente, Bascombe demuestra lo complicada que puede llegar a ser la psicología de un tipo como tú y como yo. Mucho más enrevesada que la de un yonqui perdido en un pueblucho de Montana.
¿Siguió Ford el consejo de su mujer, creó un personaje “feliz”? Bueno, puede decirse que creó un personaje en busca de una felicidad muy ortodoxa. O que creó un personaje que, siendo consciente de sus limitaciones, se ve obligado a aprender desesperadamente a conformarse. ¿Parece fácil? Según lo mires, ¿tu vida te parece fácil? Pues eso.
Los textos de Ford están llenos de ingeniosas reflexiones sobre la existencia ordinaria, sin coca ni bohemia ni crímenes ni putas ni Ferraris, reflexiones en las que te verás reflejado, porque, como dijo el crítico Ernesto Ayala-Dip: «Ford nos habla de un mundo que nos pertenece».
2. Porque eres de clase media y no la vas a abandonar en tu vida… a menos que te hagas pobre.
La parte más significativa de la obra de Ford es un espejo de la clase media. Personajes que no tienen dificultad para llegar a fin de mes, pero no pueden costearse un yate, viajan en low cost por las vacaciones de Pascua, pagan el peaje en la autopista, compran por catálogo… Son lo suficientemente maduros para saber que nunca ganarán un millón de dólares y, como decíamos más arriba, tienen que aprender a conformarse.
Así que sus ambiciones son, una vez más, sencillas… pero terriblemente complejas: educar a un hijo sin traumas, encontrar un trabajo por el que no te odies a ti mismo, mantener una relación amorosa que te rejuvenezca, acostumbrarte a la idea de que tus expectativas no se van a cumplir y comprender cómo es posible que, aún poseyendo tan poco, tengas tanto que perder.
3. Porque no tienes hijos.
La relación de Richard Ford con la infancia es para echarle de comer aparte. No tiene hijos. En una reciente encuesta a varios escritores de prestigio sobre cómo escribir, su primera respuesta fue:
“No tengas hijos”
Y en otra entrevista cercana manifestó que no le gustaban nada los niños. Richard Ford: lo que viene siendo un ogro.
4. Porque tienes hijos
Y, sin embargo, ¡su obra está llena de niños, de tensas relaciones paterno-filiales, de dudas, no sólo sobre la figura del padre, sino también (oh, sacrilegio) sobre la figura del hijo! El ejemplo más extremo lo podemos encontrar en El día de la Independencia, cuando Frank Bascombe está tremendamente preocupado de que su hijo sea psicópata. ¡Psicópata! No le preocupa que sea hiperactivo, no, le preocupa que mate pájaros por placer.
Está claro que Richard Ford tiene una espina clavadita en mitad de la herencia afectiva. Pero, ¿algún otro autor ha sabido ser tan certero sobre lo que significa ser padre? Es probable que la distancia que siempre ha marcado con cualquier mocoso que rondase su perímetro le haya ayudado a desmitificar el tema, a tratarlo desde el punto de vista de un cirujano o un relojero, dejando al margen cualquier conexión emocional. El resto es intuición y talento.
5. Porque adoras a tu familia…
Uno de los temas de Ford es el misterio de las relaciones familiares. Esos invisibles lazos que nos unen, ¿qué es lo que aportan? ¿Qué hacen ahí? No está de más sumergirse en estas cuestiones, ahora que desde determinadas tribunas se apuesta por sustituir la familia por la tribu.
Una de las angustias que continuamente sufre su gran personaje, Frank Bascombe, se debe al miedo que le provoca la disolución de su familia, y que sus hijos no crezcan emocionalmente sanos por su incapacidad para ofrecerles un hogar estable.
No es un tema que le sea ajeno: Mi madre es un libro biográfico, dedicado a la vida de su madre, Edna Akin. En él, con la misma precisión quirúrgica de siempre, sin hagiografías ni sentimentalismos, traza un retrato justo y admirado de su madre, quien tuvo que empezar a trabajar a los 16 años tras quedarse viuda, lo que obligó a que el pequeño Richard se fuera a vivir con sus abuelos. Este libro luce el poso de una melancolía provocada por no haber vivido en el seno de una familia completa. En sus páginas, afirma:
«Los padres nos conectan -por encerrados que estemos en nuestra vida- con algo que nosotros no somos pero ellos sí; una ajenidad, tal vez un misterio, que hace que, aun juntos, estemos solos.»
La familia pesa en nuestra individualidad. Por algo será.
6. …pero puede ser odiosa
Y sin embargo, joder, es que a veces nuestra propia familia nos lo pone tan difícil… No hace falta volver a mencionar las gamberradas que comete el hijo de Bascombe, las cuales le llevan a pensar que podría ser psicópata. Podemos irnos a ejemplos más extremos. En Canada, una familia perfectamente normal se vuelve disfuncional por un capricho repentino: ante una leve necesidad económica, el padre, insólitamente respaldado por la madre, decide atracar un banco. Eso acaba con todos los lazos posibles, también los que se mantenían entre hermanos.
En El periodista deportivo, Bascombe visita a la familia de una novia muy joven, cuyo padre es casi de la misma edad que él; en este caso, Ford traza una muy reconocible escena, con hermano rarito incluido, en la que Bascombe se convierte en el elemento perturbador.
7. Porque EEUU mola…
Ford aprovecha como nadie toda la personalidad que aportan los paisajes exteriores e interiores más icónicos de su país. Desde los parques de caravanas más cutres hasta los Hall of Fame deportivos de las capitales de Estado, pasando por grandes extensiones donde cazar patos, suburbios burgueses, larguísimas carreteras... Leer a Ford es meterse en una gran película americana en formato panorámico.
8. …pero no mola tanto
Sin embargo siempre hay algo de expectativa frustrada en esos paisajes, como una metáfora de un american dream que nunca se hace realidad. Sus visitas a esos lugares tan característicos, como el viaje que hace con su hijo en 'El día de la independencia' para detenerse en museos deportivos, siempre se estropean por motivos insospechados. Algo o, sobre todo, alguien los echa a perder.
Entonces todas las ilusiones puestas en aquello que iba a ser clave para mejorar el día a día del personaje se convierte en un fracaso más. Lo dicho: nada garantiza que los sueños se hagan realidad, por muy americanos que sean.
9. Porque (con perdón) es de un macho que ya no lo hay
Esta opinión no es muy políticamente correcta, pero se agradece que queden dinosaurios como Ford, que aún pueden incluirse en el paradigma de la virilidad sensible. Un Clint Eastwood de la literatura, un heredero de Hemingway sin la dipsomanía, de Mailer sin la arrogancia.
Richard Ford se metía en peleas y robaba coches de joven. Tardó en empezar a leer libros debido a su dislexia, así que la literatura tardó en redimirle de tanta macarrada. No le gustan los niños. Adora el deporte y uno de los trabajos que más le ha gustado ejercer es el de periodista deportivo. Es buen boxeador y amante del atletismo.
Toda esa sensibilidad, vertida en asuntos que, habitualmente, no se relacionan con la sensibilidad en absoluto, es una de las claves de su prosa natural y de su mirada única. Echaremos de menos escritores así cuando ya no queden.