Cualquiera que tenga un gato lo sabe: no está claro si los felinos domésticos son capaces de poseer 7 vidas, pero está claro que son mucho más ágiles que 7 humanos juntos. Dentro de los grandes misterios de estos animales, entre los que se encuentran su capacidad para hacer que sigamos queriéndolos aun cuando no nos hacen ni caso o por qué siempre miran a un punto fijo detrás de nosotros, uno de los más impactantes es cómo lo hacen para caer siempre de pie. Bueno, o casi siempre de pie.
En esencia se trata de un dominio sobrehumano del equilibrio, uno que les coloca por encima de la mayoría de especies a la hora de rectificar su postura en una caída. Los gatos pueden no caer de pie, pero al menos no van a caer "mal".
Primero entra en acción el oído (como ya se sabe, los mamíferos tenemos aquí nuestro sistema de equilibrio), en concreto el sistema vestibular. Con esto, y si el gato no tiene la cabeza alineada con la posición regular, las señales se activan en su cerebro, que acuden rápidamente a echar mano de sus músculos para aprovecharse de la ley de conservación de movimiento angular. Esta habilidad para enderezarse les aparece nada más cumplen las 3 o 4 semanas.
(como se constata en el gif, este gatín no tiene todavía 4 semanas)
Los gatos dominan su médula espinal mejor que nadie
Luego entra en juego su tremendamente flexible médula espinal, esa misma que, a diferencia de los humanos, le permite girarse hasta 180 grados sobre sí mismo o girar en dos sentidos distintos al mismo tiempo. Después de arquear su espalda, el gato coloca de manera natural las patas, poniendo las de atrás de manera perpendicular al cuerpo y encogiendo las delanteras. La masa de la parte trasera se encuentra alejada del eje de rotación, lo que crea una pequeña velocidad angular de la parte trasera; además, su columna sirve para amortiguar la velocidad de caída (aunque sea unas milésimas de segundo), permitiendo haciéndole ganar tiempo para colocarse mejor y, finalmente atenuar la caída.
Porque esa es la última medida de seguridad por la que pasan los mínimos, el instante anterior a recoger el golpe de impacto del suelo. También se colocan con las garras extendidas y la espalda arqueada porque, gracias a esas elecciones de postura evitarán resbalones innecesarios y facilitan la distribución de la fuerza de caída.
¿Todo lo que te hemos dicho te parece un rollo o quieres comprobar cómo funciona de una manera más visual? No te pierdas este video:
Esta habilidad felina se lleva estudiando desde hace mucho tiempo. Como demostraría el estudio titulado El síndrome del edificio alto en los gatos, publicado en 1987 en el Journal of the American Veterinary Medicine Association, su capacidad para caer de manera correcta incluso a alturas de pánico, podría tener mucho potencial investigador. Y eso mismo pensaron también hace un par de años unos investigadores de la School of Interactive Computing (IC) del centro tecnológico Georgia Tech, que aplicaron estos principios de la caída refleja gatuna al aterrizaje de robots que debían caer siempre en la posición correcta.
Pero tampoco hace falta ser investigador para saber apreciar su talento. Con pasar un rato viendo mininos caer todo el tiempo con tanta elegancia en slow-motion ya nos sirve como gran aportación para la humanidad.