Es posible entender todo lo que está pasando en Estados Unidos a través del "chamán" de QAnon

Estados Unidos vivió anoche una de las jornadas más surrealistas de su ya larga historia. Centenares de personas entraron en el Capitolio, sede del Congreso y del Senado, durante la votación del Colegio Electoral, un trámite formal en el que los representantes públicos conceden la investidura al ganador de las elecciones presidenciales. Interrumpieron el proceso, algo inédito en más de doscientos años de democracia, y vandalizaron el edificio. Las imágenes hablan por sí solas.

De entre las muchas y muy alucinantes fotografías que deparó la jornada (cómo olvidar esa horca instalada a los pies del Capitolio el día en que un afroamericano obtenía por primera un asiento senatorial sureño por primera vez en la historia) una cautivó a millones de espectadores en todo el mundo. Un hombre semidesnudo, tatuado de arriba a abajo y ataviado con pieles de carnero, cuernos incluidos, lideró a la errática turba de extremistas en su acceso al hemiciclo. Se trataba de un chamán.

Un chamán de Q.

Durante los últimos dos años hemos hablado con regularidad de QAnon, la teoría de la conspiración surgida al albur de la presidencia de Donald Trump y difundida con entusiasmo en los foros de extrema derecha. En su formulación mínima, la teoría versa sobre una red de políticos, empresarios y periodistas de todo el mundo que, desde las altas esferas del poder, habrían creado una red de pedofilia y tráfico de seres humanos a espaldas de la opinión pública. Desde su presidencia, Trump habría iniciado una batalla secreta y sin cuartel contra ellos.

Tan demencial punto de partida ha servido durante los últimos tres años para toda clase de teorías paralelas, a cual más inverosímil, y ha funcionado como herramienta movilizadora para una minoría radicalizada y cohesionada de seguidores de Trump. QAnon funciona así como alocada teoría de la conspiración y como palanca agitadora de las bases más extremistas del presidente, una que se ha demostrado muy útil y efectiva para canalizar el descontento y el resentimiento de una parte de su electorado. Agitar el árbol para recoger algunas nueces. Exactamente lo que lleva sucediendo desde las elecciones, ayer incluido.

De modo que es importante entender a quienes participan en la conspiración y en las manifestaciones públicas, a menudo agresivas, avivadas por la Casa Blanca. Y qué mejor modo de hacerlo que de la mano de nuestro querido carnero-trumpista, conocido más comúnmente como "Q Shaman". Su nombre real es Jake Angeli y lleva protagonizando acciones de protesta similares a la escenificada ayer desde, por lo menos, hace un año. Fue durante las múltiples manifestaciones de extrema derecha celebradas en Arizona el año pasado cuando saltó a la fama.

Arengando a las tropas. (Manuel Balce Ceneta/AP)

Desde entonces se ha convertido en el paradigma de todo lo que rodea a QAnon y, por extensión, al apoyo más radicalizado y violento de Donald Trump. Un hombre a mitad de camino entre la iluminación chamánica, la excentricidad, la comicidad involuntaria y... Una genuina disposición a la movilización política en favor de Trump, por agresiva y desestabilizadora que resulte. Es en esa delgada línea que separa el atuendo friki (esa cara pintada, esa retórica encendida sobre el chamanismo, esos cuernos) y la radicalización política donde se mueve Q Shaman.

Donde se explica QAnon.

"Lo mismo que en la Alemania Nazi"

Fue precisamente en Arizona donde Álex Segura, corresponsal de EFE en Los Ángeles, habló con él hace un año. Ayer recuperó sus alucinados testimonios con motivo de su irrupción en el Capitolio. Los audios no tienen desperdicio porque sirven como guía para entender, si acaso de forma superficial e imperfecta, todo lo que rodea a la teoría de conspiración y al apoyo más radicalizado a la presidencia de Donald Trump. Una presidencia que se agota poco a poco de la forma más ruidosa e intempestiva posible.

Sus palabras:

Personalmente, estoy aquí porque practico algo llamado chamanismo. En el chamanismo lo que haces es disfrazarte de forma elaborada y pintarte la cara, cantas, tocas la percusión y bailas. Informas a tu comunidad sobre lo que está pasando. Y lo haces de tal modo que consigan mirar al mundo de forma distinta. Cuando la gente me mira y ven lo elaborado de mi disfraz me preguntan: "¿Quién es Q y por qué te envía?".

Su respuesta es sencilla. Q son los niveles más altos tanto en el Servicio de Inteligencia como en el Ejército de los Estados Unidos. Y le han conferido una misión: movilizar a los "patriotas" para recuperar el país de las manos del comunismo y del "globalismo", infiltrados en los más altos niveles del gobierno estadounidense para "tumbarlo" desde dentro y crear un nuevo orden mundial. Es aquí donde QAnon, en su origen una folclórica idea sobre una supuesta red de pedofilia internacional, entronca con las teorías más truculentas de la extrema derecha y del supremacismo blanco:

[su objetivo] es borrar a Estados Unidos del mapa, se deshacen de la Constitución y gobiernan a través de la ley internacional. Están intentando hacer esto en los Estados Unidos del mismo modo en que lo han hecho en otros puntos del planeta, a través de la extorsión y abuso sexual a menores y tráfico de seres humanos. Q está intentando detener el abuso sexual y el tráfico de personas, que esencialmente es el comercio de esclavos moderno. Yo estoy aquí para difundir la voz sobre el fin del comercio de esclavos. Porque a día de hoy hay más esclavos en el mundo que en ningún otro punto de la historia.

Aquí se dan la mano las claves del "pensamiento Q", si es que podemos llamarlo de tal modo.

Por un lado, una idea que encaja a la perfección con la plataforma electoral de Donald Trump y de la mayor parte del populismo contemporáneo: que el mundo está dirigido por unas élites corruptas y opacas que no rinden cuentas ante nadie y cuyo objetivo es imponer una ideología y un sistema político "globalista" que elimine la naturaleza de las naciones y de los estados. Podemos encontrar trazas de este discurso en el voto que propulsó el Brexit (los "burócratas de Bruselas") o en Vox, cuya mención al "globalismo" es recurrente.

En su variante más extrema, la denuncia del "globalismo" y de las "élites" conduce a teorías de "supresión racial" y "estandarización" de lo más enrevesadas. Gran parte de los atentados contra minorías realizados en Estados Unidos durante los últimos años surgían de foros supremacistas y de extrema derecha donde corrían como la pólvora teorías como "El Gran Reemplazo" o el "Plan Kalergi", popularizado hace unos días en España por Iker Jiménez. El "globalismo" se transforma así en un plan orquestado por las élites para "sustituir" a la raza blanca, un genocidio silencioso.

En el camino, todas estas alocadas teorías entroncan con las ansiedades de una parte de la población estadounidense (estancamiento de la clase media, movilidad geográfica, inmigración, pérdida del monopolio del poder, transformación de sus comunidades y, por supuesto, racismo). QAnon sirve de enlace entre el magma social que propulsó a Trump a la presidencia (y que le siguió votando en masa en 2020) y las variantes más activas, extremas y dispuestas a la "acción" de su base ideológica. De ahí que una buena parte de los votantes de Trump vean hoy con buenos ojos el asalto al Congreso de ayer.

No es de extrañar pues que Q Shaman considere que "lo que ha estado pasando en Estados Unidos de un tiempo a esta parte es lo mismo que sucedió en la Alemania nazi". Si hay una élite de políticos pedófilos corruptos que se ha infiltrado en las estructuras del estado (el célebre "deep state" verbalizado por Trump en un sinfín de mítines electorales), se trata de una batalla crucial por el futuro de Estados Unidos. En la defensa de Trump y en acciones como el asalto al Congreso se dirima "quién está por América y quién no lo está".

Una falsa dicotomía muy común entre los autodenominados patriotas. Sus posturas son las posturas de la nación. Las contrarias, una amenaza.

El aderezo folclórico lo pone la teoría de conspiración "pedófila y satanista". Las élites infiltradas y globalistas estarían conquistando el planeta al tiempo que desarrollando toda suerte de rituales cabalísticos y anti-cristianos, abducción y explotación sexual de niños incluidos. Esta parte se explica por la tradicional obsesión de la cultura estadounidense, y muy en especial de los sectores más conservadores y evangélicos de su sociedad, por la pureza y virginidad infantil. La obsesión por la pedofilia puede ser rastreada a los años ochenta, cuando surgieron decenas de teorías similares.

En 2016, el "Pizzagate", una conspiración en la que Hillary Clinton torturaba y explotaba a niños en el sótano de una pizzería, sirvió como aperitivo de QAnon. Estas ideas raramente se filtran a la opinión pública, pero sí funcionan como elemento radicalizador en las redes sociales y en los foros de Internet. 4Chan y 8Chan son los ejemplos más evidentes. En ultimísima instancia, todas estas habladurías sobre pedofilia y "redes de esclavos" encuentran un antecedente remoto en los libelos de sangre medievales, antecedente inmediato de los pogromos contra judíos.

Tampoco es casualidad que estas ideas se sinteticen habitualmente en un discurso antisemita bastante explícito, como la obsesión por George Soros ilustra.

De lo excéntrico a las acciones

La presencia de Angeli en el asalto al Capitolio es la consecuencia natural de un año de movilizaciones públicas y acciones de protesta en Arizona, donde se hizo célebre por primera vez. Ayer otros seguidores de Trump acudieron al Congreso ataviados con pieles animales y pintadas en la cara, prueba de su cierto carisma. "Q Shaman" mimetiza la evolución de QAnon a pequeña escala: de pequeño influencer en los mentideros de las redes extremistas a chiste ocasional en las redes sociales, hasta convertirse en el improbable líder de una insurrección contra el sistema establecido.

También sirve como punto ¿y final? a la era Trump. Lo que comenzó como una campaña electoral para reforzar su imagen pública y asegurarle copiosos beneficios empresariales derivó en una sorprendente victoria electoral primero y, más tarde, en cuatro años de caos y desgobierno en la Casa Blanca. Todo ello trufado de apoyo velado a las teorías más extremistas que surgieron al albur de su presidencia, como QAnon. El mismo camino que ha llevado a un subforo de 4Chan a convertirse en un movimiento político capaz de escenificar un asalto a la democracia.

Seguidores de Trump a las afueras del Capitolio, anoche. (Leah Millis/Reuters)

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