En 2017 un Super Mario Bros. sin abrir para la NES se vendía por 30.000 dólares. Llegó 2021 y todos los medios de videojuegos, desde Kotaku hasta Vidaextra, contaban cómo su precio había escalado en la última subasta de una de estas exclusivas copias hasta los 2 millones de dólares, un incremento del 6.500% en menos de cuatro años. Época alcista, fiebre especulativa. Para el ojo poco entrenado, un hecho llamativo, pero tampoco del todo increíble si se piensa en lo que está ocurriendo en el resto de ítems de memorabilia al estilo de las cartas Pokémon o los cromos de béisbol. Ahora el mundo del coleccionismo de videojuegos está pasando por uno de sus momentos más duros y descorazonadores, amenazando con desacreditar todo su supuesto valor actual.
El pasado 23 de agosto Karl Jobst, youtuber dedicado al speedrun, publicó un extenso reportaje audiovisual con aliento periodístico, de casi una hora de duración, que en estas dos semanas acumula más de un millón de visitas. Se titula “Exponiendo el fraude y el engaño en el mercado de los videojuegos retro” y culpa de crear una burbuja especulativa incriminando de formas directas e indirectas a diversas personas relacionadas con dos compañías esenciales en el precio de los cartuchos coleccionables.
El entramado es complejo, pero he aquí un limitado resumen: Wata Games es una tasadora privada de precios de videojuegos fundada en 2017 (es decir, muy joven) y presidida por Deniz Kahn. Heritage Auctions, creada y copresidida por Jim Halperin (un hombre con un pasado negro en el mundo del coleccionismo de monedas según Forbes, aunque él lo niega), es una casa de subastas de videojuegos. Ambas aparecen protagonizando muchos de los últimos bombazos de ventas que acaban en los medios. Wata se lleva una comisión por la tasación y Heritage se lleva la propia por cada venta. A ambos agentes les interesa un mercado al alza, como algunos de sus responsables incluso reconocían cuando hablaban a la prensa. Pero, por todo ello, sería importante que no hubiera conexiones personales entre ambas, para evitar los conflictos de intereses.
Halperin había estado vinculado a los orígenes de Wata Games. A su vez, Heritage Auctions figura como socio comercial de Wata Games en el momento de su fundación. Según documentos de la Comisión de Bolsa y Valores compartidos por el youtuber Karl Jobst, también en los orígenes de Wata Games estuvieron involucradas al menos otras dos personas, Dain Anderson y Jeff Meyer. Anderson es tanto un histórico coleccionista como el creador del foro NintendoAge, con 15 años de historia y lugar que funcionaba de manera informal como repositorio histórico de fluctuaciones de precios y copias disponibles de infinidad de juegos. Meyer, además de coleccionista, es el propietario de GoCollect, herramienta de valoración para coleccionistas. En 2019 Anderson vendió tanto su videoteca particular como el foro NintendoAge a Meyer. La tasadora fue Wata y la casa de subastas Heritage.
Al poco tiempo de la adquisición, Meyer cerró el acceso público al foro, por lo que los coleccionistas aficionados perdieron el acceso al histórico archivo. Por todo ello tanto GoCollect como Wata Games ostentan a día de hoy las cifras más precisas sobre stock de ediciones de videojuegos sin que el público lo sepa.
Kotaku, un medio que se ha puesto en contacto con todos los implicados, considera que, si bien “el vídeo de Jobst no tiene la prueba definitiva que demuestre el comportamiento ilegal o incluso malicioso por parte de Heritage, Wata y otras partes”, sí “contiene una cantidad abrumadora de evidencias de que la actual burbuja de coleccionismo de videojuegos retro está alimentada más por la especulación y el enriquecimiento rápido en lugar de por legítimos coleccionistas”.
El Super Mario Bros. que citábamos al principio, y que se ha vendido recientemente por dos millones de dólares, fue comprado en 2019 por Jim Halperin en conjunto con otros dos socios. Al poco de comprarlo Halperin acudió al famoso programa televisivo La casa de empeños de Rick Harrison donde dijo que valía un millón de dólares, y para corroborar el dato de ese “incipiente” y nuevo mercado llevó a la tienda al presidente de una agencia de tasación de videojuegos retro, Deniz Kahn, de Wata Games. Halperin y sus socios vendieron la copia en julio de 2020 por 114.000 dólares.
La visita al programa, pues, no habría sido tanto para conseguir ese precio allí mismo como para llamar la atención de los espectadores y atraer a gente a la compraventa de videojuegos retro tasados por Wata y vendidos por Heritage, según la teoría de Jobst. Lo mismo habría ocurrido con las sonadas ventas por cantidades estratosféricas de todas esas copias que se han ido difundiendo en los medios en los últimos años, en operaciones en las que se le escatimaba a los periodistas la información de quién compraba y quién vendía.
A raíz de sonadas pujas como estas entre 2018 y 2019 empezaron a aparecer otros agentes en la ecuación, a saber, algunos fondos de inversión y, sobre todo, esquemas para que los pequeños inversores pudieran participar en el negocio, vendiéndose fracciones de propiedad de las copias subastadas. Pese a todo ello, muchos de los aficionados de este universo ya señalaban en 2019 y 2020 públicamente que, bajo su interpretación, esos precios no podían ser correctos y que estábamos ante una posible crisis del tulipán.
Hay más acusaciones y protagonistas en el entramado, siendo igualmente importante el reproche a que la manera de calificar de Wata ha sido chapucera y arbitraria, con algunas copias de un juego de calidad 9.6 valiendo un millón de dólares mientras otra de 9.4 apenas 13.000 cuando en realidad la primera se conservaba peor que la segunda. Hay también respuestas por parte tanto de los representantes de Wata Games (adquirida hace poco por Collectors Universe) como de Heritage negando el haber incurrido en actividades ilegales o poco éticas.
Aún queda tiempo hasta que se desvele el final de esta historia. Mientras tanto, dentro de este novísimo mundo del coleccionismo de videojuegos retro al que se estaba apuntando cada vez más gente, estos días se ha compartido una anécdota casi 5.000 veces: el periodista Matt Paprocki cuenta que a un amigo suyo que vende videojuegos en eBay le contactó otro vendedor por mensaje privado diciéndole que no hace ningún bien al “resto de selectos propietarios” ofreciendo la copia de su juego viejo a un precio tan bajo y que si, por favor, se unen entre todos, “podremos subir su valor a uno más razonable y representativo de la rareza del título”.
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