Fascinada durante años por la naturaleza opresiva y maníaca del régimen norcoreano, la sociedad occidental ha pasado por alto a una de las figuras más surrealistas del siglo XXI: Gurbanguly Mälikguly ogly Berdimuhamedov, presidente de Turkmenistán desde 2006 y a la sazón la principal (y única) estrella pop del remoto país centroasiático. Pero quizá los acontecimientos de las últimas semanas logren difundir las infinitas virtudes cómicas de un hombre nacido con el don del espectáculo (así como con el poder más totalitario que conoce hoy en día el planeta Tierra tan sólo por debajo de Corea del Norte).
La historia es simple: a principios del pasado mes de julio dos sonadas ausencias de Berdimuhamedov en actos públicos (uno de ellos junto a la Alta Representante de la Unión Europea en el exterior, Federica Mogherini) provocaron que se difundieran rumores sobre su fallecimiento. Berdimuhamedov ama ser el centro de atención y su agenda pública es muy conocida y muy difundida por el gobierno. De la noche a la mañana su paradero y estado de salud se convirtió en una incógnita. Los periodistas que cubren el país comenzaron a arquear una ceja.
El ejecutivo, entre tanto, negó cualquier problema con la salud de este prohombre centroasiático. El 16 de julio, semanas después de su repentina ausencia pública, Berdimuhamedov apareció en un vídeo que resume a la perfección su relación con la opinión pública turcomana: en el sofá de su despacho, investigando sobre plantas aromáticas locales, viendo un vídeo de él mismo tocando música junto a su nieto. La performance no acalló los rumores sobre su estado de salud, lo que ha obligado a Berdimuhamedov a hacer algo increíble.
Conducir frente a la Puerta del Infierno.
Resulta que a principios de los años setenta un grupo de científicos soviéticos encontró un gran yacimiento de metano. El gas se filtraba a la superficie, lo que hacía temer un accidente grave. Para evitar cualquier incidente futuro, las autoridades soviéticas, en típico carácter soviético resolvieron prenderle fuego. El resultado fue un gigantesco cráter permanentemente en llamas abierto en el corazón del Karakum, el desierto que ocupa la mayor parte del territorio turcomano.
Al contrario de lo que imaginaron los ingenieros, el incendio no se apagó poco a poco. Lleva cincuenta años consumiendo las entrañas de Turkmenistán, y es lo más aproximado a una puerta al infierno, su nombre no oficial, que existe sobre la faz de la Tierra. ¿Qué mejor sitio para regresar por todo lo alto acallando los rumores sobre su débil estado de salud, debió pensar Berdimuhamedov? Dicho y hecho: este fin de semana, nuestro hombre ha aparecido conduciendo en los alrededores del cráter, desafiando a las llamas, retando a la mismísima Muerte.
Todo en el vídeo es alucinante. Desde la música (quizá compuesta por él mismo: es sabido que Berdimuhamedov acostumbra a tocar sus propias piezas) hasta el aire a superhéroe de Serie Z que se cuela en cada fotograma. El presidente turcomano rodea las llamas incandescentes de la Puerta del Infierno al modo de un Mad Max centroasiático, dejando en ridículo a quienes una vez pensaran en su mortalidad. No hay espacio para la Gran Igualadora en el horizonte de sucesos de Berdimuhamedov. No si él y su jeep pueden evitarlo.
El resto del metraje se dedica a las pequeñas "vacaciones" que ha disfrutado el presidente a lo largo de julio. Entre sus actividades, practicar el tiro o montar a caballo.
La terrible realidad de Turkmenistán
Como quiera que la aparición requería de un toque humano, el vídeo continúa con Berdimuhamedov jugando a los bolos junto a un puñado de bien educados sirvientes. Como es natural, el presidente logra un strike en cada lanzamiento, aunque para ello la realización deba editar con escasa sutileza el material audiovisual. El resto de competidores no son rivales para un hombre que viene de bailar un vals con Lucifer y ha vuelto para contarlo, y fallan sus lanzamientos de forma miserable.
No es la primera vez ni será la última en la que Berdimuhamedov se presta a actuaciones que dejan en ridículo los gestos megalómanos de Kim Jong-Un. Su régimen es uno de los más brutales del planeta, y se cimenta sobre un exagerado culto a la personalidad. Berdimuhamedow heredó hace más de una década un país pobre, ajeno a cualquier experimento democrático y gobernado de forma totalitaria por Saparmurat Niyazov, primer presidente tras la independencia del país.
Niyazov, al igual que otros presidentes de repúblicas ex-soviéticas, cultivó un culto a la personalidad hoy heredado por Berdimuhamedov. Pese a ciertos gestos aperturistas por parte de este último a la muerte de Niyazov (como recuperar los nombres tradicionales de los meses, rebautizados por su antecesor en honor a su madre y a él mismo), su régimen rápidamente cayó en los mismos vicios. Berdimuhamedov controla todos los resortes del poder y reprime con dureza a quienes osan plantar cara. El espacio para la disidencia política es inexistente.
Sin ir más lejos: se cree que algunos miembros del gobierno han sido detenidos durante las últimas semanas acusados de difundir rumores sobre su muerte. A menudo, es imposible saber qué es cierto y qué no en Turkmenistán, dado el férreo control estatal de los medios de comunicación.
Al pésimo registro en materia de derechos humanos denunciado por Human Right Watchs y otras organizaciones hay que sumar el estancamiento económico de sus ciudadanos. La fortuna de Turkmenistán se ha cimentado sobre las exportaciones de minerales. El país cuenta con la cuarta mayor reserva de gas natural del planeta, lo que ha contribuido a llenar las arcas del estado pero no la de sus ciudadanos. La crisis económica que atraviesa ha provocado, al parecer, que el gobierno deba racionar alimentos y productos básicos.
Nada de ello es óbice para que Berdimuhamedov haya impulsado toda suerte de proyectos megalómanos. En 2017 Turkmenistán organizó los Juegos Asiáticos Indoor y de Artes Marciales. El presupuesto oficial desvelado por las autoridades superó los 5.000 millones de euros (la mayoría de las infraestructuras debieron ser construidas de cero), pero se cree que la factura total superó los 10.000 millones (multiplicando la inversión realizada por Rio para los Juegos Olímpicos). Ashgabat, la capital, es un fantasioso parque de atracciones repleto de enormes obras públicas, grandilocuentes edificios y una concentración de mármol y pan de oro sin igual.
Su aeropuerto acaso resume su mandato y sus obsesiones a la perfección. Una terminal moldeada como un halcón que puede gestionar más de 17 millones de pasajero al año, y que sin embargo recibe tan sólo unos 10.000. Se cree que costó más de 2.000 millones de euros.
La televisión estatal difunde a menudo vídeos de Berdimuhamedov enfrascado en sus hobbies y pasiones. El estudio botánico es uno de ellos, pero no el más divertido. Le encanta tocar música. Tuvo a bien componer la canción oficial de la delegación turcomana en los Juegos Panasiáticos, y de subir un videoclip oficial de su grupo, compuesto por él y por algunos familiares allegados, tocándola. Se trata de un inenarrable hito synthpop interpretado por Berdimuhamedov en chándal y con gorra de camionero. No sabemos si es el tirano más abominable del planeta, pero sin duda es el más cómico.
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