Por encima de cualquier otra consideración, Star Wars es una máquina de hacer dinero. Disney tenía muy claro qué clase de producto compraba cuando adquirió los derechos de la franquicia hace seis años, y desde entonces le ha ido bastante bien: en apenas un trienio el gigante cinematográfico ya había amortizado la totalidad de la compra (alrededor de 4.000 millones de dólares). Star Wars era la gallina de los huevos de oro. Hasta que ha dejado de serlo.
¿Por qué? El responsable directo tiene nombre y apellidos: Han Solo. La película, la cuarta desde que Disney proclamara a los cuatro vientos su deseo de lanzar una entrega de Star Wars año sí año también, está teniendo un recibimiento más bien discreto en las salas de todo el mundo. Sólo ha recaudado alrededor de 265 millones de dólares, un montante escaso en comparación con lo abultado de su producción (250 millones) y su generosísima promoción.
Un fracaso. Es una decepción en toda regla. Pese a que aún tiene tiempo de remontar (le quedan varias semanas en los cines, y después irá al circuito de televisión y de streaming bajo demanda), es improbable que Solo supere los 400 millones de dólares de recaudación, cifra que solventaría cualquier angustia generada en el bolsillo de los directivos de Disney. A lo sumo, la película igualará los registros de Una nueva esperanza, estrenada en 1977 (con lo que ello implica).
¿Y las demás? Las cifras son particularmente crueles si se comparan con las tres últimas entregas de Star Wars, ya sean los episodios VII y VIII o el outlier de Rogue One. Las dos primeras fueron, simple y llanamente, un bombazo, y recaudaron en conjunto casi 3.500 millones de dólares en todo el mundo (una salvajada). Rogue One funcionó estupendamente y se colocó por encima de los 1.000 millones de dólares. Es la película a la que con más justicia se le puede comparar.
Los límites. El tibio recibimiento de crítica y público ha dibujado las fronteras de Star Wars en el nuevo milenio. Hasta ahora, la historia de la franquicia desde el renovado impulso de Disney había sido un relato de permanente crecimiento. Solo representa el primer tropezón, uno que quizá ofrezca elementos de reflexión a Disney. ¿Quién podría imaginar que las generaciones de hoy no sentirían una particular fascinación por las historias de juventud del mito de sus padres/abuelos?
Disney respira. Si la lectura que ofrece Solo es creativa (y económica, claro, porque todo en Disney se interpreta en términos de profit), el cuadro general de la compañía resulta de lo más tranquilizador. Marvel, también en posesión de Disney, sigue generando dinero con la regularidad de un martillo neumático: Infinity War y Black Panther han reventado la taquilla a un nivel antes no imaginado. Star Wars se puede permitir muchos Solos en el futuro si sigue entregando Episodios VIII.