¿Es ligar una actividad entretenida en sí misma o más bien un trabajo? Parece ser que la respuesta para al menos cientos de personas (probablemente más) de Estados Unidos es la segunda. Hay compañías que ofrecen a escritores de ligoteo para aplicaciones como Bumble o Tinder. Sí, puedes contratar a alguien para que te suplante y de conversación durante meses a distintos “matches” por ti.
La protagonista. Meredith Golden (en portada) es una de estas consultoras, una que trabaja de forma autónoma sustentándose en sus indudables habilidades personales para manejarse en la seducción online. Por 300 dólares te crea un perfil. Por 600 te hace un diagnóstico y te explica por qué no estás teniendo éxito. Por 2.000 dólares al mes te da el pack completo: respondes a un cuestionario, pasas unas entrevistas y ella manejará la aplicación el resto del tiempo pasándote sólo las citas ya conseguidas para que sigas tú con ellas en persona.
Tiene tanto éxito que, asegura, maneja unas doce cuentas distintas al tiempo.
¿Y quiénes son sus clientes? Según ella, y aunque nos responda, tanto hombres como mujeres, normalmente de 35 o más años. Gente exitosa de Manhattan acostumbradísima a externalizar tareas diarias, desde limpiadora y niñera pasando por guías espirituales o personal shoppers. En sus tres años de trabajo y las siete u ocho aplicaciones que maneja intensivamente, dice que no le queda ya ningún perfil de todo Nueva York por descubrir. Sabe quién entra, quién sale y quién mueve ficha en el mundo del ligoteo digital de la ciudad.
Trato personalizado. También hay compañías que ofrecen estos servicios con juntaletras que operan usando manuales que mezclan psicología y marketing y donde las distintas interacciones están sistematizadas. Si la chica del perfil tiene palabras clave como “bucear”, “sinceridad” o “flores”, ViDA buscan rompehielos preconcebidos usando esos términos. Si la joven no da su teléfono a las 30 interacciones, el "match" se considera ineficaz en base al coste de tiempo y se abandona. Todo, por 1.700 dólares al mes.
Escort inverso. Así al menos es como describe una de las antiguas empleadas de ViDA lo que hacía en la plataforma. “en lugar de pagar a mujeres para que salgan con hombres desconocidos, la gente con dinero puede pagarnos para que engañemos a mujeres dándoles una falsa sensación de seguridad para que salgan con ellos bajo falsos pretextos”. Solo que, lógicamente, aquí quién cobra son los escritores y no las usuarias de las apps. Según otro ex trabajador independiente, las plataformas se centran en los perfiles de las mujeres que parecen más ingenuas y accesibles.
Catfishing. Antes no era raro encontrarse con suplantadores de personalidad que jugaban con las emociones de los internautas en longevas conversaciones de chat, habiendo algunos casos de timo con objeticos económicos. Años después de aquellos años de un mundo digital asilvestrado, empresas firmes, con número en el registro mercantil, se dedican al trueque de los afectos que sus usuarios, por falta de tiempo, no se pueden permitir.
Pero no deja de ser un paso lógico: en Estados Unidos una de cada tres nuevas parejas se forma online, y al menos 14 millones de españoles ha intentado ligar en alguna red social.
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