Esta es una primavera que no olvidaremos. Tampoco los estadounidenses, a quienes la crisis sanitaria y económica del coronavirus se le ha juntado ahora una explosión de disturbios por la injusticia racial que no se había vivido con tal intensidad en más de medio siglo. Las protestas se han extendido durante siete noches al menos por una treintena de ciudades, aunque hay quien habla de cientos, también fuera del país norteamericano.
Las imágenes más difundidas estos días son las de las revueltas callejeras. Coches de policía vandalizados, edificios ardiendo. En ciudades como Nueva York, Los Ángeles o Filadelfia la violencia no tiene visos de remitir, mucho menos después del mensaje que su Presidente le dio a la nación. Somo “un hazmerreír por todo el mundo”, “tenéis que dominar. Si no domináis, estáis perdiendo el tiempo. Os van a pasar por encima, vais a quedar como un puñado de imbéciles” dijo Trump a los gobernadores de distintos municipios durante una conversación telefónica difundida por CBS.
Las escenas de ferocidad ciudadana no retratan el cuadro completo de la situación. Existe también un lado positivo, de solidaridad y civismo al que tal vez no se le preste tanta atención, sepultado por el ruido de la furia que tan bien queda en cámara y que nutre los informativos y las redes sociales de medio mundo.
“Así es como terminó la protesta pacífica en East Liberty (barrio de Pittsburgh), con uno de los organizadores dándole parte del agua que había sido donado para los manifestantes a la policía” cuenta un tuitero que ha subido un vídeo en el que se ve a un joven ofreciéndoles botellas. Los agentes le dan las gracias al chico mientras éste se marcha y dice “mantengámonos positivos”.
Varios vecinos de Santa Monica (en California) salieron al día siguiente de las marchas a limpiar las pintadas y la basura generada por las noches. Un gesto que se ha repetido en multitud de puntos del país, como Washington, Ohio (en la foto de portada), Texas o Seattle. Como explican algunos de los involucrados, sienten que así no se desvirtúa la lucha y que se honra de forma más acertada la memoria de George Floyd.
Otra de las escenas más llamativas de estos días son los manifestantes que se lanzan contra los saqueos, como este en el que algunos esponáneos intentan acceder al Bank of America sin éxito ante la intervención de otros compañeros.
Aquí una participante empieza poniéndose en contra de una multitud furiosa que intenta acceder a un Target, uno de los comercios mayoristas de ropa y muebles que más debate ha suscitado entre los simpatizantes con el movimiento Black Lives Matter. Al cabo de unos segundos otros compañeros se suman a su prevención y forman una cadena humana que evita que los asaltantes puedan entrar al edificio.
Fox News también ha recogido otro de los momentos más llamativos de estos días. En Hollywood, una zona en la que se han extendido los saqueos, se ve a un puñado de encapuchados romper ventanas. Cuando ya iban a entrar en la tienda, una enorme farmacia, una decena de manifestantes les detiene haciendo de muralla y con los brazos en alto. En vez de atacarles, los manifestantes agresivos se repliegan y abanzonan la zona. No ha hecho falta la intervención policial.
En otras situaciones han sido precisamente los policías los que han ayudado a crear un clima de pacificación y comprensión. A lo largo de todo el país se ha visto a agentes arrodillarse por voluntad propia o a petición de los manifestantes. Hincar la rodilla en el suelo fue el símbolo escogido por el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick en 2016 mientras se entonaba el himno nacional a modo de rechazo de la desigualdad racial y la brutalidad policial.
En muchos casos la muestra de solidaridad servía como moneda de cambio. La indignación se apaciguaba y así los organizadores de las marchas pedían a los vecinos que se fuesen ordenadamente a sus casas al entrar en vigor el toque de queda horas después.
También han sido muy celebradas las escenas en las que diversos policías han decidido dar abrazos a manifestantes o permitir que sean ellos los que les acerquen para saludarlos.
Algunos miembros de los cuerpos de seguridad del Estado han ido más allá y durante las marchas se han unido a las manifestaciones, sosteniendo carteles pidiendo el fin de la brutalidad policial o coreando sus mismas consignas.
Esta colección de momentos no es ni mucho menos la única versión de lo sucedido, las calles siguen viviendo jornadas llenas de tensión y sufrimiento, pero no por ello hay que obviar esos instantes en los que ambos lados del conflicto han aparentado estar cerca de un entendimiento.
Foto: Alyson McClaran/Reuters.
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