La proyección de Spilhaus, el mapa que coloca a los océanos en el centro de nuestra mirada

Partiendo de realidades a priori inmutables, como las formaciones geológicas y la posición de los continentes, la cartografía es un campo de alta experimentación. Lo hemos visto en numerosas ocasiones: representar el mundo es una tarea compleja que siempre, siempre obliga a tomar partido por parte del creador. Ya sea empelando una proyección u otra, todos los mapas están hipotecados por decisiones políticas, conscientes o no, de sus ideólogos.

Pese a ello, todos comparten algo muy elemental: se centran en la tierra (sin mayúscula). En el espacio habitado por los humanos. Casi todos, deberíamos decir. Hace siete décadas un hombre tuvo una idea aún hoy de lo más original (y extraña): dibujar un mapa cuyo centro ideológico, cuyo protagonismo ineludible, recayera en los océanos. Aquel hombre fue Athelstan Spilhaus, pensador tan original como su nombre y reconocido oceanógrafo y climatólogo.

Entre otros hitos, Spilhaus inventaría el extraño bathythermográfo, instrumento capaz de calcular las temperaturas de las profundidades oceánicas e instrumental en la lucha aliada contra los submarinos nazis. Sudafricano, desarrollaría gran parte de su carrera científica en Estados Unidos, donde obtendría cierta fama. Spilhaus lograría promocionar un sistema de becas de ámbito nacional llamado "Sea Grant College", dedicado a promover la investigación marina.

Dados sus intereses, siempre centrados en los ecosistemas oceánicos y en la ineludible realidad de los mares (más del 70% de la Tierra, al fin y al cabo), parece lógico que en 1942 se lanzara a la aventura cartográfica de reiventar el mapamundi. Aquel trabajo colocaba a la Antártida en el centro del planeta y repartía al resto de continentes a sus margenes, obviando sus interiores y tan sólo plasmando sus líneas costeras. Era una proyección extrañísima.

(Le Cartographe)

El mapa le acompañaría durante el resto de su vida intelectual, y sería publicado en su Atlas of the World with Geophysical Boundaries, en 1991. Aquella recopilación incluía diversos trabajos surgidos de la cabeza de Spilhaus, y entre ellos destacaba su proyección. La cartografía se convirtió en una pequeña rara avis muy apreciada por cartógrafos y aficionados de toda condición, y tornó en viral hace varias semanas gracias a esta estupenda reproducción por parte de Libération.

La proyección es un punto y aparte. Los mapas convencionales tienden a reproducir de forma más o menos fidedigna la posición de los continentes en el planeta, y sacrifican en el camino la importancia espacial real de los océanos. Al mirar un mapa, jamás pensamos en las aguas. Sin embargo, son mayoritarias y predominantes. Spilhaus creía que entender su relevancia era más fácil si todas ellas formaban un sólo océano gigantesco sobre el que pivotaban los continentes.

La proyección de Spilhaus en la revista alemana Mare. (Cédric Hüsler/Flickr)

Su mapa, en esencia, es eso: los océanos Atlántico, Pacífico e Índico se funden en una indiscutible masa de agua que encuentra su centro de gravedad en la Antártida, y sobre las que las tierras se reparten en los márgenes. En su máxima expresión, la proyección de Spilhaus plantea una continuidad inexistente entre los cinco continentes, de tal modo que sería factible caminar desde la punta sur de África hasta el Estrecho de Bering. Huelga decir que se trata de algo impracticable.

Sin embargo, Spilhaus no tenía demasiado interés en hablar de los retos que el medio terrestre planteaba al ser humano. Su sacrificio sirve para entender de forma nítida hasta qué punto las conexiones marítimas son cruciales para la humanidad. Se coloca en la perspectiva de un barco cualquiera y nos aporta su visión del planeta: una en la que el agua domina y donde los continentes son, en la práctica, obstáculos a sortear sobre un lienzo de eterna navegabilidad.

(Jason Davies)

Durante los últimos años han sido diversas las reproducciones de su extraña proyección, siempre amparadas en los esbozos originales de Spilhaus. A la de Libération podemos sumar esta igualmente interesante de Le Cartographe, o estas de Jason Davies (variables en función del montante total de superficie terrestre explorada por la ciencia occidental a lo largo de los siglos).

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