Saturno tiene más de 60 lunas: desde la gigante Titán hasta Febe, llena de cráteres, pasando por Encélado con sus géiseres, siendo esta última la que resulta más interesante por ser una buena candidata a albergar vida microbiana gracias a su océano interno de agua caliente.
Después de todo, si la vida inteligente pudo evolucionar en la Tierra en unos pocos miles de años, ¿por qué negar la posibilidad de que exista algún organismo simple en algún otro lugar de nuestro sistema solar de 4500 millones de años de antigüedad?
Pero un nuevo estudio publicado en el Astrophysical Journal sostiene que muchas de las lunas de Saturno no tienen más de 100 millones de años, cuando los dinosaurios aún pululaban por la Tierra. Esto es algo que pone a prueba lo que hasta ahora sabíamos sobre las lunas y plantea nuevos interrogantes ¿Cómo podemos estar seguros? ¿Puede haberse desarrollado vida en tan poco tiempo?
Revolución en Saturno
Desde hace mucho tiempo se cree que casi todas las principales lunas de los planetas gigantes de nuestro sistema solar se habían formado a partir de la nube de gas y polvo que rodeaba a cada planeta a medida que este iba creciendo, lo que significa que tendrían la misma antigüedad que los planetas (4500 millones de años, la edad del sistema solar).
Sin embargo, estos planetas también cuentan con lunas menores formadas posteriormente, como pueden ser asteroides capturados y cometas en órbita, así como trozos de escombros procedentes de colisiones en las órbitas interiores.
El nuevo estudio sugiere que la mayoría de las lunas de Saturno son más bien jóvenes, algo que se deduce de las relaciones en las mareas de las principales lunas. Descubrieron que si las lunas de mediano tamaño, como Tetis, Dione y Rea, han existido durante miles de millones de años deberían haber tenido una influencia mucho mayor en las órbitas del resto de asteroides.
Además, la velocidad a la que Encélado está ganando energía (calculada a partir de sus cambios orbitales y medida por la energía emitida en plumas) de las interacciones de las mareas con los satélites vecinos sugiere que la situación es relativamente nueva. Los investigadores han llegado a la conclusión que la edad máxima probable para esta parte de la familia de lunas de Saturno no puede ser de más de 100 millones de años.
De estar en lo cierto (y son muchos los científicos escépticos al respecto) se trata de una conclusión excepcional: significaría que Saturno podía había tenido una generación anterior de lunas que fueron destruidas por colisiones para producir los restos a partir de los que se formaron las lunas actuales (Mimas, Encélado, Tetis, Rea y Dione).
Esto también explicaría por qué los anillos de Saturno son mucho más espectaculares que los anillos de Júpiter, Urano y Neptuno: porque se han creado a partir de los restos helados por una supuesta catástrofe más bien reciente. Supuestamente, Titán y otros asteroides habrían sobrevivido a este proceso y tendrían miles de millones de años.
¿Podemos comprobar de algún modo estas hipótesis? A día de hoy, sin muestras de laboratorio, la ciencia no tiene forma de datar la edad de las lunas lejanas. Lo mejor que podemos hacer es evaluar la densidad de los cráteres de impacto en sus superficies. Cuanto mayor sea la densidad del cráter, mayor ha sido el tiempo durante el que la luna ha sido bombardeada por algún tipo de restos. Esto podría hacer posible determinar la edad aproximada de las superficies de las lunas de cada planeta.
En el caso de Saturno, Encélado tiene algunos cráteres debido a las fracturas de las maneras y a las erupciones de hielo. Mimas y Rea (carentes de tales movimientos térmicos) tienen más cráteres en cuanto a densidad. Sin embargo, debido al recubrimiento de Encélado, los cráteres no ofrecen información sobre su edad. La parte con más cráteres de una luna es la que indica su posible edad, pero el problema es que no sabemos a qué ritmo se han producido, lo que complica el cálculo.
Enormes repercusiones
De estar en lo cierto, Saturno habría sido una víctima relativamente reciente de una catástrofe que habría acabado (y reformado) varias de sus lunas. Esto debería hacernos replantear si las lunas de otros planetas mayores, como Júpiter o Urano, son tan antiguas como los planetas. Sin embargo, está claro que el origen de nuestra luna se remonta a un gran impacto hace más de 4 mil millones de años.
Si Encélado solo tiene unos 100 millones de años sería un golpe para los astrobiólogos que han estado promocionándola como el lugar más probable donde encontrar vida microbiótica. El cálido océano bajo su superficie helada parece habitable, pero si Encélado es tan joven ¿Habrá tenido tiempo suficiente para que algún tipo de vida haya empezado en esta luna?
En mi opinión es un tema que merece seguir siendo investigado. Los científicos han encontrado indicios que apuntan a que podría haber existido vida en la Tierra hace 4100 millones de años (cuando el planeta aún era muy joven). Es más, si Encélado realmente data del Cretáceo y se encontrara algún tipo de vida, haría la vida en el cosmos fuera una posibilidad.
Esperamos que las respuestas no tarden mucho en llegar. El año pasado, los experimentos de laboratorio sugerían que las reacciones químicas entre el océano interno de Encélado y su núcleo rocoso podrían suministrar suficiente energía para alimentar vida microbiótica y que el hidrógeno molecular de dichas reacciones debería ser detectable en las plumas del planeta. Esto es una de las cosas que intentó averiguar la sonda Cassini durante su sobrevuelo en octubre de 2015 y puede que los resultados lleguen pronto.
David Rothery, Catedrático de Geociencias Planetarias, The Open University
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.