La Ayahuasca tiene muchos nombres: yagé, vegetal, hoasca, kamarampi, huni... da igual como la llames: esta decocción psicoactiva basada en plantas utilizada por los indígenas amazónicos durante siglos para entrar en contacto con el mundo espiritual de repente se ha convertido en un tema de relevancia internacional.
Como decía un artículo de la revista New Yorker: la ayahuasca es “la droga de moda en tiempos de la col rizada”. El artículo describe la ayahuasca como una moda hipster con un tono de burla y mistificación, desmintiendo el reciente interés de los científicos occidentales y de los adinerados de ciudad que dicen que tiene poderes medicinales y terapéuticos como remedio contra la depresión, la ansiedad o la adicción.
¿Acaso la ciencia apoya esta nueva moda? Como parte de un pequeño grupo de científicos brasileños que estamos llevando a cabo los primeros estudios clínicos sobre la ayahuasca en el tratamiento de trastornos depresivos agudos, puedo decir que “quizá”, pero es muy pronto para tener una respuesta.
Planta sagrada, medicina sagrada
Primero hay que saber de dónde procede la ayahuasca para entender por qué se considera una planta sagrada que incluso se utiliza como medicina.
Es una idea que comparten varios grupos indígenas, los llamados vegetalistas (curanderos que usan plantas como medicina) y algunas religiones brasileñas como el Santo Daime y el União do Vegetal, que mezclan creencias católicas, indígenas y afrobrasileñas.
En el contexto indígena, la ayahuasca se usa para entrar en contacto con el mundo sobrenatural, el reino de los espíritus de la jungla, que pueden traer paz, felicidad y salud… o mala suerte y enfermedad.
Durante las ceremonias de ayahuasca, los chamanes invocan a determinados espíritus, ya sea para curar a sus pacientes o para dañar a sus enemigos. Para ello, la ayahuasca es una planta poderosa y peligrosa que ha de ser usada con mucho cuidado y solo por aquellos que han pasado por un largo proceso de iniciación que normalmente incluye abstenerse de tener relaciones sexuales y de ciertos tipo de comida junto con periodos de aislamiento en la jungla.
La ayahuasca también es usada con fines terapéuticos en las zonas rurales o mestizas del amazonas en Colombia, Perú, Brasil y Ecuador por aquellas personas que tienen un acceso limitado a hospitales pero que conocen bien las propiedades de la ayahuasca.
Lo espiritual es medicinal
Los efectos de la ayahuasca comienzan de 30 a 40 minutos tras la ingesta oral y los niveles más altos se dan de una a dos horas después. La mayoría de las personas describen la experiencia como placentera (aunque a veces no sea fácil) y puede incluir cambios en la percepción (sobretodo visual), introspección profunda, resurgimiento de recuerdos autobiográficos que parecían olvidados y mejora del estado de ánimo. El viaje dura entre cuatro y seis horas.
La ayahuasca se crea combinando las hojas de Psychotria viridis o Diplopterys cabrerana(que contiene el alucinógeno DMT) con la enredadera de la selva Banisteriopsis caapi, rica en un grupo de alcaloides llamados beta-carbolinas (harmina, tetrahidroharmina y harmalina).
Los estudios en animales, los informes y los estudios de observación de usuarios experimentados sugieren que la ayahuasca y sus alcaloides pueden tener propiedades contra la ansiedad, anti depresivas y anti adictivas.
Los estudios de observación también indican que algunos antiguos miembros de las religiones brasileñas que usan la ayahuasca aparentemente se han recuperado de trastornos depresivos, ansiedad y drogodependencia (sobre todo alcohol y cocaína).
Existen estudios preliminares recientes que son prometedores: estudios abiertos o ensayos sin grupos de control con placebo en pacientes diagnosticados con trastornos depresivos agudos resistentes a tratamiento.
Estos estudios, dirigidos por Jaime Hallak de la Universidad Médica de Sao Paulo en Ribeirão Preto, donde trabajo, y por Draulio de Araujo, de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte, en Natal, muestran que una única dosis de ayahuasca se ha relacionado con efectos significativos, rápidos y duraderos contra la depresión y la ansiedad.
Estos buenos resultados ya se registraban en las primeras horas tras la ingesta de ayahuasca y seguían presentes 21 días después.
De la jungla a la ciudad
A principios del siglo XX, durante la exploración del caucho natural, un pequeño número de organizaciones religiosas que centraban sus rituales sagrados en la ayahuasca como sacramento comenzaron a aparecer en el estado brasileño de Acre. Estos grupos mezclaban las creencias católicas con el chamanismo amazónico, las filosofías esotéricas europeas y la tradición afro-brasileña.
A finales de los años setenta y principios de los ochenta, estas organizaciones religiosas comenzaron a expandirse desde el norte de Brasil hacia otras capitales brasileñas. A principios de los años noventa, algunas (en particular, la Unión do Vegetal y el Santo Daime) comenzaron a crear grupos en Europa y en Estados Unidos. Hoy están entre las principales fuerzas que colaboran para extender el uso de la ayahuasca más allá del Amazonas.
En los últimos años, los curanderos llamados vegetalistas o maestros ("los que saben") han comenzado a practicar rituales en grandes ciudades, incluyendo Bogotá, Nueva York y otros centros urbanos. En estos lugares, sus pacientes son más propensos a ser personas ricas de raza blanca que buscan curar la ansiedad, los cambios de ánimo, la dependencia a drogas y otros problemas de salud mental.
A medida que más occidentales vienen a países de América del Sur para someterse a sesiones de ayahuasca y más curanderos viajan a los EE.UU. y Europa para realizar sus rituales, la idea de que la ayahuasca tiene poderoso potencial terapéutico se ha ido extendiendo por todo el mundo.
De hecho, en el mencionado artículo del New Yorker, se cita a un investigador estadounidense diciendo que "en una noche cualquiera en Manhattan se hacen cien sesiones de ayahuasca."
Este interés también se pone de manifiesto en una reciente conferencia celebrada en Acre y organizada por el Centro Internacional de Educación Etnobotánica, Investigación y Servicio, que reunió a más de 700 participantes de todo el mundo, incluyendo decenas de participantes indígenas.
En el último año, muchos otros medios de comunicación internacionales han escrito sobre la ayahuasca, incluyendo el New York Times, Vice y Nature. Sus artículos tienden a retratar la planta como una posible "cura" para la adicción y la depresión.
Demasiado pronto para una respuesta
Poniendo a un lado el bombo que le dan los medios y los prometedores resultados médicos, tengo que resaltar las limitaciones críticas en los pocos estudios que han inspirado todo este entusiasmo por la ayahuasca.
Lo primero, el pequeño número de participantes (solo 17) y el diseño sin grupo de placebo hace que los resultados sean poco sólidos desde un punto de vista científico. De hecho, el efecto placebo puede ser determinante en estudios sobre antidepresivos.
De ahí que no sea posible llegar a la conclusión de que los efectos se deban a la ayahuasca o que la ayahuasca pueda “curar” la depresión.
Mis colegas brasileños, mis supervisores y yo estamos intentando reproducir estas observaciones en el laboratorio con una metodología mejorada. Un estudio de mayor tamaño para evaluar el potencial antidepresivo de la ayahuasca con 80 pacientes usando un estudio de placebo controlado con placebo se llevará pronto a cabo y en la Escuela de Medicina Ribeirão Preto contamos con un proyecto de investigación sobre el impacto del tratamiento con ayahuasca en personas con problemas de ansiedad social.
La ayahuasca ha alimentado la capacidad de imaginación tanto de científicos como de hipsters. Al ayudarnos a encontrar nuestra parte espiritual, su poder psicoactivo parece tener el potencial terapéutico que puede ser una alternativa a la forma en la que afrontamos algunos trastornos modernos para los que la medicina no ha encontrado una solución definitiva.
¿Puede ser esta medicina sagrada del amazonas un tratamiento potencial para todo, desde los trastornos de ansiedad hasta la drogodepencia, tal y como los curanderos y los pacientes afirman? Todavía tenemos que esperar a ver qué dice la ciencia.
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Autor: Rafael Guimarães dos Santos, estudiante postdoctoral en la Escuela de Medicina Ribeirão Preto, Universidad de Sao Paulo.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
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Foto | istock, Terpsichore, Zoe Helene
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