Un transplante de órganos es una operación muy delicada. Muchos aspectos de ella pueden salir mal incluso cuando el paciente ya se ha ido a casa, pues siempre existe el riesgo de que su cuerpo rechace el nuevo órgano. Y si nuevo órgano es externo, es uno de los que configura nuestra apariencia externa, entran en juego también aspectos más psicológicos.
Los médicos han logrado, con relativo éxito, transplantes de cara o de manos, pero donde todavía hay campo por explorar es en los transplantes de pene. Antes de que os entre la risa floja, que un hombre necesite una operación de este tipo es un asunto muy serio. Los cirujanos que realizaron una de estas cirugías en Sudáfrica, donde hay un grave problema con circuncisiones caseras, explicaban que "se puede decir que esto no salva sus vidas, pero muchos de estos hombres jóvenes que sufren amputaciones del pene son aislados, estigmatizados y se suicidan".
Cómo se hace un transplante de pene
Los casos en los que se ha llevado a cabo una operación de estas características son de pacientes que han sufrido mutilaciones genitales por accidentes o por heridas de guerra. Cirujanos de la facultad de medicina de la universidad Johns Hopkins, de Baltimore (Estados Unidos), van a empezar a realizar estos transplantes en soldados estadounidenses que han sufrido heridas genitourinarias por culpa de artefactos explosivos en Irak y Afganistán.
Entre 2001 y 2013, casi 1.400 soldados sufrieron mutilaciones genitales por detonación de bombas caseras, y todos ellos eran hombres menores de 35 años. Richard Redett, director de cirugía plástica y reconstructiva pediátrica en la universidad Johns Hopkins, explica en The New York Times que:
"Perder el pene y partes del escroto es devastador. Esa parte del cuerpo está asociada fuertemente con tu sentimiento de individualidad e identificación como hombre. Estos chicos han dado todo lo que tienen".
El equipo de la universidad de Baltimore realizará la primera cirugía de este tipo en un veterano de Afgantistán, y el procedimiento será el mismo que se sigue en otros transplantes. Primero, es necesario tener el pene de un donante que acabe de fallecer. Después, se procederá a conectarlo con las principales arterias y nervios del receptor, para lo que es necesario utilizar un microscopio.
Esta parte de la cirugía es complicada porque las venas y arterias que llevan sangre al órgano miden 1,5 mm. de grosor, mientras las de un riñón están más cerca de un centímetro, por ejemplo. Si la operación tiene éxito, los nervios del paciente en la zona de irán regenerando poco a poco y, al cabo de varios meses, no sólo habrá recuperado la función de orinar, sino que hasta podría tener una vida sexual normal. En Sudáfrica se consiguió un éxito así.
Los primeros pacientes
El primer transplante de pene, de todos modos, se hizo en China, en 2006. El paciente, un hombre de 44 años, había sufrido un accidente en el que sus genitales habían sido gravemente mutilados, y aunque la operación, de 15 horas, fue un éxito, él solicitó al cabo de unas semanas que le extirparan el nuevo órgano. Podía orinar sin problemas después de diez días, pero el rechazo era psicológico, no fisiológico.
Es un riesgo muy probable en los transplantes de órganos externos, Como apuntaba en su momento Jean-Michel Dubernard, que había realizado el primer transplante de cara, "no es fácil usar y ver todos los días las manos de un muerto, ni mirarse al espejo y ver la cara de un muerto". Al final, este primer transplante de pene fue un fracaso.
Sin embargo, médicos del hospital Tygerberg y de la universidad Stellenbosch, de Sudáfrica, lograron un gran éxito en diciembre del año pasado, al transplantar un nuevo pene a un joven de 21 años que había sido mutilado en una circuncisión fallida, y que le había dejado un órgano de un centímetro.
Los cirujanos utilizaron las técnicas que se siguen en los transplantes de cara para unir todos los vasos sanguíneos y los nervios del órgano transplantado con los del receptor, e hicieron pública la noticia el pasado mes de marzo, cuando el paciente había aceptado plenamente su nuevo pene. Hasta se anunció en verano que iba a ser padre, algo que, por ejemplo, confían en poder hacer los soldados estadounidenses que podrían operarse en la universidad Johns Hopkins.
El lado ético del transplante
Andrew George, experto en transplantes del Imperial College de Londres, explicaba a The Guardian en 2006 que:
"Hacer un transplante de pene no debería ser más complejo que cualquier otro. Pero hace falta tiempo para que las sensaciones nerviosas regresen y no está claro si el paciente podrá practicar sexo con él. La cuestión es si es correcto hacer un transplante por lo que pueden parecer como razones cosméticas".
Además, los médicos que realizaron el transplante en Sudáfrica apuntaban que lo complicado, en realidad, es encontrar donantes. El doctor Frank Graewe declaraba a VICE que "pedir un riñón o un corazón es común. Pero pedirle a alguien un pene es completamente nuevo". Las mismas razones de identificación de la hombría que llevan a que los pacientes se sometan a una cirugía de este estilo están detrás de las reticencias que pueden expresar los familiares del donante.
Pros y contras del transplante de pene
En resumen, un transplante de pene es médicamente posible, aunque es una operación que todavía está en una fase muy inicial de implantación. Sólo dos casos desde 2006 son una muestra muy escasa de sus riesgos y sus beneficios, pero sí se puede hacer una pequeña recopilación de los éxitos y los fracaso obtenidos hasta ahora.
Los pros
- Es una ayuda psicológica y a la autoestima de los pacientes. El sargento Aaron Causey, que perdió las piernas y un testículo en Afganistán, explicaba a The New York Times que:
"No me importa quién seas; militar, civil, lo que sea. Si tienes una herida como ésta, es más que una lesión física".
- En el caso exitoso de Sudáfrica, el paciente pudo empezar a orinar por sí mismo, sin la ayuda de un catéter, a las dos semanas.
- Ese mismo paciente pudo también volver a practicar sexo con normalidad poco después, siendo capaz de tener erecciones y eyacular, aunque las sensaciones normales tardarían unos meses en regresar, hasta que se regeneraran las terminaciones nerviosas.
Los contras
- El riesgo de rechazo psicológico es alto. El transplantado en China solicitó a las dos semanas que le extirparan su nuevo pene justo por eso. Su médico, Hu Weille, explicó en su momento que:
"El paciente, finalmente, decidió abandonar el tratamiento por el rechazo psicológico de su mujer, además de por la forma hinchada del pene transplantado".
Es difícil también encontrar donantes. Los cirujanos que realizaron el transplante en Sudáfrica explicaban que les costaba vencer las reticencias de las familias de los posibles donantes. El doctor Van der Merwe decía, en la web del Smithsonian, que "ya no puedo ni contar cuántos noes recibimos. Era muy frustrante. Simplemente, la gente no quiere que sus familiares sean enterrados sin un pene".
Como en todo transplante, el receptor tiene que tomar medicación para evitar que su cuerpo rechace el nuevo órgano. Estos inmunosupresores pueden dejarlos propensos a infecciones y a aumentar el riesgo de padecer cáncer.
De momento, el transplante de pene no está tan extendido y sigue siendo una cirugía relativamente experimental, pero será interesante ver cómo funciona el programa de la universidad Johns Hopkins con los soldados heridos en Afganistán.
Imagen | Tareq Salahuddin, The US Army, Global Panorama, FRE Lens
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