¿Amante de los pingüinos, espíritu solitario o simple y llanamente megalómano ansioso por poseer tu propio reino? Si el tuyo es uno de los tres casos anteriores, tenemos buenas noticias para ti: una diminuta isla de las Malvinas acaba de salir a la venta tras 150 años en posesión de una antiquísima familia galesa. El precio aún está por determinar, dado que nadie sabe muy bien cuánto vale, pero quizá esté a tu alcance.
La isla en cuestión es Pebble (la Isla de Borbón según la toponimia argentina), un alargado trozo de terreno en la parte septentrional del archipiélago. A decir verdad no hay mucho que hacer por allí: las Malvinas cuentan con una población permanente de unas 2.000 personas, la mayor parte de las cuales residen en su capital, Stanley. En rigor, en Pebble no vive nadie, a excepción de la fauna salvaje y de unas 6.000 ovejas.
¿Por qué vender tan natural paraíso tras más de un siglo en posesión de la familia Dean? Lo explican los descendientes de John Markham Dean, comprador original, que accedió a la posesión del terruño por unas 400 libras esterlinas (alrededor de 50.000€ hoy en día). Sellado el trato, el gobierno británico se desentendió del islote y la saga de los Dean, de origen galés (como gran parte de los habitantes de las Malvinas), comenzó a pastorear a sus queridas ovejas.
El deber pasó de generación en generación hasta que a las puertas de 2019 nadie aspira a heredar el negocio. "Es un sitio alucinante, pero por desgracia se ha convertido en un sitio difícil de gestionar", explica a la BBC Sam Harris, tataranieto de John Markham Dean y portavoz oficial de la familia en este asunto. "Es triste abandonarla, ha sido de nuestra familia durante mucho, mucho tiempo (..) pero requiere de demasiado trabajo".
¿Cuál, exactamente? Las Malvinas no destacan por su desarrollo económico. La gran mayoría del PIB local depende de la pesca, cuestión que ha puesto a numerosos caladeros cercanos al borde del esquilmado. En su lugar, el gobierno ha incentivado la búsqueda de pozos petrolíferos cercanos que puedan desacelerar la pesca intensiva. Y entre tanto, de forma lateral, algunos habitantes crían ovejas. Y explotan su lana.
Ovejas y pingüinos, tus nuevos vecinos
La lana de alta calidad ha sido siempre uno de los principales vectores económicos de las Malvinas, pero implica faenar. Ningún miembro de la familia Dean continúa viviendo de forma permanente en la isla, lo que requiere de grandes sacrificios si se desea continuar con la explotación de lana (históricamente provechosa, por otro lado). La isla es un santuario natural para numerosas aves, lo que impide edificar a gran escala.
Como resultado, Pebble es un islote con una pequeña carretera, algunas ovejas, un puñado de instalaciones y un montón de pingüinos. Es el animal más representativo del lugar y el principal reclamo ofrecido por los vendedores. Se han contabilizado hasta cinco especies distintas en función de la época del año. Por aquí pasan también hasta 40 tipos de aves distintos, leones marinos y ocasionales ballenas y delfines rondando las costas.
Es su principal atractivo. Pebble es grande (unos treinta kilómetros a lo largo) y disfruta de largas y limpias playas, de un pequeño rango montañoso y de numerosos acantilados. Nada que ver con un resort paradisiaco, y sí con el Gales rural del que proviene la familia Dean (el clima tampoco es el más benigno de cuantos puedan imaginarse: llueve mucho y hace frío). A cambio, la isla tiene unas 150 vacas (un plus ganadero) y aerogeneradores.
También, y esto es importante, un alojamiento rural que puede potenciar el turismo.
¿Qué hacer y cómo explotarla en caso de compra? La familia no ha puesto precio a Pebble porque, en fin, nadie sabe muy bien cuánto vale algo así. Al haber sido adquirida hace siglo y medio (y al no ser muy boyante el mercado de compraventa de islas en las Malvinas), todo se resumirá a una negociación entre las partes. Harris ha dejado claro que quieren que el futuro poseedor se encargue de mantener y desarrollar la coqueta isla.
Como acicate, el turismo. Ha ido creciendo en los últimos años en todo el archipiélago, y aquí, además de el avistamiento de aves y la socialización con pingüinos, hay otro elemento clave: militares. La isla sirvió como base durante la Guerra de las Malvinas para el Ejército Argentino, que trató de instalar un aeródromo para sus operaciones. Un equipo especial de las SAS británicas llevó a cabo un célebre y rápido raid para inutilizarlo.
En el camino, los soldados entablaron un breve combate e inutilizaron los aviones argentinos, que servirían de peligrosa exploración visual sobre el archipiélago. Los restos de los enfrentamientos, aparatos incluidos, siguen allí. Si quieres, son tuyos.
Imagen: Pebble Island Farm
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