QAnon se ha vuelto un fenómeno global, y justo ahora que esta amalgama de conspiraciones se encuentra sumida en la moral de derrota por los resultados electorales estadounidenses, ha encontrado en su nuevo puerto en el que encallar y hacerse grande: Japón. Así lo afirman las tendencias de búsqueda del término según países (son segundos después de los norteamericanos) y según la firma de análisis digitales Graphika, que también les colocan como la segunda nación con más adeptos.
Lo mismo pero con Flynn: QAnon Japón cuenta el mismo relato de grupos de poderosos del Capitolio y de Hollywood que esconden anillos de pedofilia mundiales. Sí hay una mínima variación y es que aquí se tiene como personalidad de referencia a Michael Flynn, exasesor de Seguridad Nacional de la Administración Trump que sólo duró 24 días en el cargo antes de ser sustituido y que se declaró culpable de mentir al FBI sobre los contactos rusos del presidente saliente. Flynn, por cierto, acaba de ser indultado por Trump. A diferencia de los qaners americanos, la literatura asiática defiende que él fue una de las personas clave en la batalla contra las “cloacas del Estado”.
Qué otras cosas defiende QAnon Japón: como decíamos, se trata del mismo cóctel de acusaciones de corrupción política mundial, pero también tiene un par de teorías de cosecha propia. Parecen particularmente preocupados por el exterminio de la raza japonesa (la élite del país, incluido el ex primer ministro Shinzo Abe, serían extranjeros disfrazados operando con la agenda oculta de erosionar su legado cultural; una teoría que, como vimos, ha enraizado adaptándose a distintos nacionalismos del planeta) pero también luchando contra la versión oficial de grandes eventos históricos, como fueron las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki o el supuesto terremoto que provocó la fuga de Fukushima.
Es un rasgo común de muchas conspiranoias, centrarse en eventos ultra conocidos para verse encumbrados por los algoritmos, ser un cebo irresistible para el usuario medio y conseguir que pinche en el contenido tanto el potencial seguidor como el escéptico con curiosidad por conocer el disparate en el post o el vídeo descrito.
La coartada política: ¿qué hacen los japoneses obsesionados con una teoría de la conspiración centrada en el presidente de los Estados Unidos más proteccionista y menos preocupado por las relaciones internacionales? Según los seguidores hay tres motivos para que esta figura del país ultramar les haya encandilado: que Trump denunciase los secuestros de japoneses por parte de Corea del Norte (parecen obviar la buena relación del ex presidente con Kim Jong-un), la política de mano dura contra China y un conservadurismo social que resuena entre la mayoría de los habitantes del archipiélago.
Tras la Segunda Guerra Mundial el país ha vivido un idilio con Estados Unidos ejemplificado en varias conductas, como la pasión por el béisbol, el bourbon o el jazz. También durante la era Obama los japoneses se volcaron sobremanera con el candidato, cuyos discursos siguen siendo fuente oficial de estudio de la lengua inglesa allí.
Los “donaltoromp”: hay quien ha señalado que, si bien la era política Trump ha finalizado, no será así el trumpismo. Su impacto en el ecosistema mediático es tal que en el país nipón ya hay imitadores de su estilo político. El Japan Times destaca a dos, Fifi, una personalidad televisiva de origen egipcio, y K Dub Shine, un rapero. En ambos casos los famosos hacen constantes declaraciones provocativas que bordean la mentira y la conspiración. Aunque para muchos suenan ridículos, al darles voz su mensaje también consigue llegar a audiencias influenciables, especialmente entre los más jóvenes.
Aceleración: lo que preocupa a los analistas ya no es únicamente el crecimiento de las corrientes de opinión acientíficas y desinformadoras, sino la velocidad y amplitud de su difusión. Lo que nació en foros alternativos de EEUU hace apenas dos años puede encontrarse hoy en versiones alteradas para adaptarse a nuevos públicos al otro lado del mundo.
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