El primer Mundial de Fútbol masculino en un país islámico es todo un desafío para las autoridades y para los mismos aficionados, donde los organizadores temen que las restricciones al alcohol de Qatar puedan incluso alimentar la embriaguez. Beber ya parece parte de la cultura futbolística de muchos aficionados. Sean unas cervezas antes del inicio de un partido para calmar los nervios y unir a los amigos, sea para ahogar las penas después de una derrota, o sea para celebrar una gran victoria. El fútbol casi siempre acaba en alcohol, aunque suene realmente triste.
Pero el Mundial de Qatar será el primero en un país de mayoría musulmana donde el alcohol justamente está prohibido para los ciudadanos, al igual que su consumo en las calles.
Desde que la FIFA otorgó los derechos de sede a Qatar en 2010, los organizadores se han esforzado por cumplir las obligaciones que se comprometieron a cumplir, que incluyen la venta de alcohol y la provisión de espacios promocionales para marcas de cerveza como Budweiser, uno de los patrocinadores más importantes. ¿El objetivo? No molestar a un electorado nacional que ya se había irritado por parte del choque cultural de llevar un evento empapado de alcohol a una nación musulmana.
De hecho, el Comité Supremo de Qatar dijo: "El alcohol no es parte de la cultura de Qatar, pero la hospitalidad sí lo es, por lo que aquellos aficionados que deseen consumir alcohol durante la Copa del Mundo en Qatar podrán hacerlo". Sin embargo, todo será muy diferente a otros mundiales, donde las imágenes de fans haciendo botellón en las plazas antes de los partidos era prácticamente la norma.
En esta ocasión se podrá beber desde tres horas antes de los partidos y una después en las zonas designadas para ello. Habrá, además, un área específica para recuperarse de la borrachera y otras sin alcohol para fans que quisieran "disfrutar de la experiencia en familia".
Para entrar en detalle sobre los arreglos de la competición, hay que conocer cómo funciona el Código Penal de Qatar, ley que el país ha aceptado ignorar durante el evento y que establece penas de hasta seis meses y multas de hasta 800 euros a quien beba alcohol en un lugar público o sea hallado borracho en la calle y moleste a otros.
En realidad, antes del Mundial sí se servía alcohol a extranjeros, pero sólo en algunos hoteles y restaurantes, donde una cerveza cuesta de 12 a 18 euros. Tal y como se cuenta en este artículo de EL PAÍS, en todo Qatar solo existe un lugar donde se puede comprar alcohol y es propiedad del grupo de la aerolínea Qatar Airways. Está a las afueras de Doha y no es accesible para cualquiera. Para poder comprar allí, el trabajador debe llevar una carta de su empresa autorizándole a beber y en ocasiones debe presentar la nómina porque hay que superar un umbral de ingresos.
Con el partido inaugural de la Copa del Mundo a solo unos días, los organizadores han estado trabajando apresuradamente estos días para reubicar las estaciones de cerveza de la marca Budweiser en ocho estadios después de una demanda repentina que tres personas (se cree que la familia real catarí) realizaron hace unos días. A las horas, ya podíamos ver a un grupo de operarios trasladando los puestos de venta de un sitio a otro.
Un problema de nunca acabar
En realidad, los funcionarios de la FIFA y de Qatar llevan muchos años luchando para idear un plan que no enfade a nadie en un lugar donde la cerveza fluyó libremente durante generaciones, antes de finalmente decidir que su venta estaría permitida sólo dentro de un perímetro de seguridad fuera de los estadios. De hecho, los funcionarios qataríes decían que la cerveza estaría más disponible durante este torneo, pero que se vendería y consumiría en términos que respetaran las costumbres locales.
En la Copa Mundial de Clubes de 2019 realizaron un experimento para vender cerveza que terminó con resultados mixtos. Para ese evento, los funcionarios construyeron una zona para los aficionados en las afueras de Doha donde podían beber libremente durante horas. Luego, eran trasladados en autobuses al estadio, un viaje que duraba 45 minutos.
Lo que sí es casi seguro es que el vandalismo visto en otros torneos será muy poco probable en Qatar, dada la dificultad para encontrar alcohol y el hecho de que se espera que viaje un número limitado de seguidores. Los hooligans ingleses tienen una reputación muy mala, ya tuvieron problemas en la Eurocopa 2020 con sillas volando de una grada a otra. La Asociación de fans de Inglaterra y Gales ya han publicado pautas detalladas para los que viajan a Qatar. "No lleve alcohol a Qatar ni beba en las calles. Es posible que lo envíen a casa y/o lo arresten", dice la guía.
Aún así, las limitaciones al alcohol suponen un revés para los ingresos económicos de la competición y del país. Los recientes movimientos que restringen en parte a la marca Budweiser podrían complicar la relación de la FIFA con un socio realmente poderoso. Recordemos que Budweiser paga aproximadamente 75 millones para asociarse con el Mundial cada cuatro años. El contrato con la FIFA no solo le otorga exclusividad de ventas, sino que también requiere que la empresa proporcione grandes cantidades de cerveza a los invitados.
Ahora, con las carpas de cerveza siendo trasladadas a lugares remotos y oscuros fuera de los partidos, el plan no es ni siquiera seguro. Incluso cuando a los organizadores les preocupaba que si no lo hacían, corrían el riesgo de que las concesiones de Budweiser se cerraran por completo. Al final, todo el evento se ha montado por razones obvias: dinero.