Qué apoyos y abstenciones necesitan Sánchez e Iglesias para el gobierno de PSOE y Podemos

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Cuarenta y ocho horas después de las cuartas elecciones generales en cuatro años, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han firmado un preacuerdo de gobierno que podría poner fin al vodevil electoral en el que se ha sumergido España. Lo que resultó imposible durante los meses de verano se ha hecho realidad en otoño, ante la perspectiva imposible de una tercera repetición electoral, tras el ascenso de la extrema derecha y, quizá, tras la constatación de que los suelos electorales de PSOE y Unidas Podemos ya eran firmes.

Sea como fuere, las dos formaciones se encaminan a un acuerdo de gobierno "para los próximos cuatro años", en palabras del presidente en funciones, y que marcaría un hito, otro más, en la historia democrática de España. De salir adelante la investidura, será la primera vez que dos partidos cohabiten en el Consejo de Ministros. Para ello, tanto PSOE como Unidas Podemos requerirán del apoyo de otros grupos parlamentarias. La extrema fragmentación de la cámara obliga a más pactos y acuerdos.

¿Cuáles? Es una buena pregunta. Cataluña hipoteca toda lógica política, y ha distorsionado las alianzas naturales entre los bloques conservadores y progresistas. La ruptura del bipartidismo ha imposibilitado tanto los gobiernos en solitario como las mayorías absolutas, tan típicos de la España previa a 2015. Y la entrada de una miriada de pequeñas formaciones regionales ha generado un punto más de incertidumbre en la formación de pactos. Así se pueden repartir los apoyos o rechazos de los diecisiete partidos representados en el Congreso de los Diputados.

A favor: PSOE, UP y Más País

Los dimes y diretes de PSOE y Unidas Podemos durante la campaña electoral han quedado en nada. Son pasto del pasado los "no dormiría tranquilo con Unidas Podemos en el gobierno" de Pedro Sánchez o los "Pedro Sánchez me mintió al decir que haríamos un Gobierno de coalición" de Pablo Iglesias. La firma del preacuerdo, escenificada en Moncloa y frente a la plana mayor de ambos partidos, asegura los votos positivos de los 155 diputados. Quedan veinte hasta la mayoría absoluta.

¿De dónde los pueden sacar? La respuesta más certera a esta pregunta es Más País. El partido de Íñigo Errejón se presentó a las elecciones generales con el objetivo expreso de "desbloquear" la formación de gobierno. Sus resultados han sido modestos, siendo generosos, y no tiene incentivos para rehuir el apoyo. Tres votos más. Llevamos 158.

Seguramente a favor: BNG, PNV, TE, PRC

Turno de las formaciones regionalistas y nacionalistas de corte moderado.

Es probable que el PNV entregue su apoyo al gobierno de coalición. Ya controla las juntas provinciales de Euskadi de la mano del PSOE, ha reiterado en más de una ocasión su disponibilidad para sacar adelante la investidura y tiene interés en desbloquear la parálisis institucional. Pese a su carácter conservador, divergente al de Unidas Podemos, sus siete escaños le aseguran una posición preeminente en la negociación de políticas o presupuestos favorables a sus intereses. Son 165.

Aitor Esteban Más tractores para Aitor. (Víctor J Blanco/GTRES)

Similares palabras se pueden escribir sobre el Partido Regionalista de Cantabria. Su sintonía con el Partido Socialista siempre ha sido buena, tanto en su comunidad como en Madrid, y tiene pocos incentivos para bloquear la investidura. El BNG, de perfil progresista y de regreso en el Congreso, no tiene necesidad de arriesgar una repetición electoral que le deje sin escaño. Y Teruel Existe, compuesta por activistas en la órbita del PSOE o CHA, es de naturaleza finalista. Necesita gobierno e investidura para obtener políticas favorables a la provincia.

168 "síes" probables. Aquí comienzan los problemas.

El independentismo: la gran incógnita

Pedro Sánchez se ha generado un problema en lo que va de abril a noviembre: ahora depende de las formaciones independentistas para sacar adelante su investidura, cosa que no sucedía en primavera.

Su mejor opción hoy por hoy es ERC, con 13 diputados. Gabriel Rufián ha moderado el tono, al compás de cierto giro hacia el catalanismo posibilista por parte de la formación republicana. Sus discursos durante las sesiones de investidura del pasado julio distaron mucho de aquella versión macarra que tanto se popularizó meses atrás, y tendieron la mano a la coalición gubernamental. Hubo mucho de reproche ético, y otro poco de estrategia interesada para obtener concesiones del ejecutivo central.

¿Lo repetirá en esta ocasión? La situación hoy es distinta, tras la sentencia del Tribunal Supremo y la enésima performance soberanista del Parlament de Catalunya. ERC ya no teme a unas elecciones en Catalunya, pero quizá sí a mayores ganancias de la extrema derecha en el resto de España. La presencia confirmada de Unidas Podemos, favorable al derecho de autodeterminación, en el gobierno de coalición podría favorecer el acercamiento. Su mera abstención, descontando votos al "no", permitiría la investidura de Pedro Sánchez.

Lave Erc La clave. (GTRES)

De ahí que el resto de partidos revistan menor importancia. Hay pocas noticias de Junts per Catalunya, el partido anteriormente conocido como Convergència, y es improbable que la CUP o Bildu entreguen su voto favorable a un gobierno del PSOE. La posibilidad de quedar encuadrados en el mismo voto que Vox, sin embargo, deja entreabierta la puerta a la abstención. Juntos suman 15 escaños.

La hipoteca para el gobierno naciente sería grande, en especial para un PSOE que ha apostado por la mano dura durante la campaña electoral y aún fragmentado por las diferentes actitudes hacia el independentismo. Pero Sánchez e Iglesias no tienen otra vía. Necesitan la abstención de uno o varios grupos independentistas. Lo que probablemente implique concesiones.

El rechazo pleno: PP, Ciudadanos, Vox y NA+

Pablo Casado dejó una puerta abierta al entendimiento durante la noche electoral: pese a que las diferencias que le separaban del PSOE eran grandes, España necesitaba un gobierno. Los medios interpretaron en aquellas palabras la posibilidad de una gran coalición en diferido, es decir, la abstención del Partido Popular en una hipotética investidura de Pedro Sánchez. El mantra está hoy enterrado: el PP votará en contra de la coalición entre PSOE y UP.

Por motivos más que evidentes, también lo hará Vox, en las antípodas de ambas formaciones. El rol de Ciudadanos ha pasado a ser irrelevante. Sus diez diputados tienen menos peso estratégico que las formaciones independentistas en su conjunto, y ni siquiera su abstención y el voto en contra de los partidos soberanistas aseguraría la investidura. Hoy Arrimadas ha llamado a una alianza "constitucionalista" entre PSOE, PP y Ciudadanos. Un gesto con carácter simbólico, pero sin posibilidades reales.

Navarra Suma, la plataforma electoral empleada por UPN, PP y Ciudadanos en la comunidad foral, tampoco prestará su apoyo a la investidura de Sánchez. Ana Oramas, de Coalición Canarias y de marcado perfil conservador, tampoco. Tan sólo el diputado de Nueva Canarias podría sumarse a las abstenciones o a los "síes". En cualquier caso, si llegó a existir una vía para el entendimiento entre la derecha y el PSOE, la firma de un preacuerdo electoral con Iglesias la ha enterrado para siempre.

Sánchez e Iglesias sólo pueden acudir a los partidos independentistas para cerrar la investidura. Las próximas semanas dictarán sentencia.

Imagen: Víctor J Blanco/GTRES

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