Albert Camus escribía que vivir una pandemia es como tener que vivir en el exilio: los amantes están lejos los unos de los otros, los padres de sus hijos, las familias de sus muertos. También estamos separados de muchas de nuestras cosas favoritas: la libertad de movimiento, la posibilidad de ir a comer fuera o de nadar en una piscina pública...
En los tiempos que corren recurrir a la sabiduría de nuestros antepasados podría servirnos de ayuda. Los antiguos estoicos escribieron extensamente sobre cómo enfrentarse a la muerte, al dolor, a la enfermedad, al exilio y a otras adversidades.
El estoico romano Séneca (4-66 d.C.) fue un filósofo y asesor del emperador Nerón, así como autor de muchas cartas y diálogos sobre temas tan diversos como la naturaleza o virtudes como la constancia y la clemencia.
Cuando fue desterrado por el emperador romano Claudio en el año 41 d.C., destino que compartió con varios estoicos durante ese periodo, escribió un consolatio a su madre para ayudarla a lidiar ante su ausencia.
Una de las principales ideas que Séneca comparte con otros estoicos como Musonio Rufo y Epicteto es que los acontecimientos no son lo que hace sufrir a la gente en sí, sino que la forma en la que reaccionamos ante dichos acontecimientos también importa. Nuestras ideas son una forma de interpretar nuestras experiencias y, si a través de la reflexión, la meditación y el razonamiento podemos cambiar la forma en la que percibimos las cosas, la forma en la que experimentamos el mundo también cambiará.
Incluso los más afortunados necesitan aprender a responder ante las adversidades. Estos son seis consejos que alguien como Séneca y su filosofía del estoicismo podría ofrecer a aquellas personas que actualmente están viviendo una situación de confinamiento o aislamiento.
Céntrate en aquello que puedes cambiar
Lamentarse sobre lo que no puedes cambiar es comprensible, pero no es una actitud eficaz. No podemos cambiar que exista el coronavirus, pero sí que podemos cambiar la forma en la que reaccionamos ante la pandemia. Podemos quedarnos en casa, utilizar mascarillas cuando salimos a la calle, practicar el distanciamiento social y recordar que estos inconvenientes personales existen para proteger a los demás, así como a nosotros mismos, y que podemos aprovechar la situación para mejorar nuestra solidaridad y compañerismo hacia los demás.
Asegúrate de lo que realmente pasa
Según Séneca, una forma de suavizar nuestra ira es limitar nuestras preocupaciones a aquellas de las que estamos seguros. Si alguien te cuenta algo negativo sobre otra persona, deberías comprobar si es cierto antes de juzgar según tus emociones. De la misma manera, si lees algo en Internet que remite a una conspiración, antes de aceptar que sea cierto, pregúntate si es algo que sabes con certeza. Si la respuesta es "no", no saques conclusiones precipitadas.
Abre tu mente
Los estoicos se dieron cuenta de que hacemos que nuestros problemas sean más difíciles cuando creemos que se trata de una situación excepcional. Por lo tanto, es importante contextualizar las cosas para recordar que otras generaciones pasadas han sufrido guerras durante décadas y plagas peores de las que estamos viviendo. Como escribe Séneca, no se trata de:
Ver que la gente sufre con frecuencia adversidades [...], sino de hacerte saber que han existido muchas personas que han aliviado sus desgracias gracias a su perseverancia.
Las cosas podrían ser peor y hay otras personas que, cada día, se enfrentan a adversidades mucho peores que las nuestras.
Elige un modelo a seguir
Recuerda que aquellas personas a las que más admiramos también tienen momentos difíciles. Es su voluntad para salir adelante ante las circunstancias adversas lo que hace que nos sirvan de inspiración.
"Es natural que sintamos más admiración hacia aquellos que muestran templanza ante la adversidad", escribe Séneca.
Piensa en aquellas personas a las que admiras, ya sean deportistas, filósofos, científicos, filántropos, etc. y pregúntate cómo habrían reaccionado en tu situación.
Prepárate para lo peor, espera lo mejor y esfuérzate para conseguirlo
Los estoicos como Séneca sabían que nuestra congoja y nuestras emociones negativas nos afectan más cuando ocurre algo para lo que no estábamos preparados.
Por eso nos aconsejan que nos imaginemos por adelantado cómo responderíamos ante las peores situaciones posibles (como, por ejemplo, cuando nos informan que vamos a estar confinados una larga temporada).
Hombre prevenido vale por dos. La otra cara de la moneda es que cuando lo peor finalmente no sucede, puedes reconfortarte ante el hecho de que, en comparación, las cosas van relativamente bien.
Disfruta de que lo (todavía) puedes controlar
Recuerda que, aunque ahora mismo haya muchas cosas que no podamos hacer, siguen habiendo otras. "Me encuentro alegre y contento como en los mejores días", le cuenta Séneca a su madre desde el exilio en Córcega:
Nuestros mejores días son aquellos en que el ánimo, libre de todo cuidado, emprende cómodamente los trabajos, y en tanto, encuentra placer en los estudios ligeros, en tanto ávido de verdad se eleva para contemplar su naturaleza y la del universo […].
No todos podemos ser Séneca, pero estar encerrados en casa no nos quita de amar, leer, estudiar, reírnos (también de nosotros mismos), escuchar música, ver televisión de calidad, tener buenas conversaciones, tener paciencia con los niños […].
"Las cosas buenas de la prosperidad deben desearse", escribía Séneca, "pero las cosas buenas de la adversidad deben admirarse", puesto que dependen de nosotros.
A nadie le gusta la adversidad, pero la filosofía de los estoicos nos puede ayudar a superarla.
Foto: Nacho Doce.
Autor: Matthew Sharpe, profesor asociado de filosofía por la Universidad de Deakin.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.