Vivimos unos tiempos un poco convulsos en lo que a los bebés e hijos se refiere porque, mientras que en nuestra infancia la información con respecto al cuidado de los hijos se limitaba a unos pocos libros y a los consejos de los abuelos y conocidos, en la actualidad podemos encontrarla en libros, revistas, blogs, redes sociales, la pediatra, el enfermero, los psicólogos, los abuelos y conocidos y hasta los desconocidos, que es verte con un bebé y no dudar en darte su consejo de turno.
Tiempos convulsos en los que la gente se divide entre los que consideran perfecto que una diputada se lleve a su bebé al trabajo y los que lo consideran una aberración. Entre los primeros, destacan los hombres y mujeres, padres y madres, que están llevando a cabo una filosofía educativa que se conoce como crianza con apego, que poco a poco está desbancando al autoritarismo imperante en nuestra infancia y dando forma a un modo de criar más respetuoso y cercano. Es la crianza con apego.
¿Crianza con apego? ¿Qué nombre es ese?
Bien. Vale. El nombre deja bastante que desear porque si a una filosofía de crianza la llamamos crianza con apego las contrarias podrían considerarse "crianza sin apego", y excepto aquellos casos en que los padres se desentienden por completo de sus hijos, todos los padres y madres sienten apego hacia sus hijos.
Digamos que el modo correcto de llamarlo sería "Crianza según la teoría del apego de Bowlby", pero supongo que como queda un poco largo, pues se abrevió un poco.
¿Cuál es la teoría del apego de Bowlby?
Para saber de qué hablamos hay que ir a los orígenes, a la persona que empezó a hablar de los bebés y de las relaciones entre padres e hijos de un modo diferente al que conocemos. Tras la segunda guerra mundial, cuando muchos niños quedaron huérfanos con evidentes problemas de adaptación y de comportamiento, John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista, empezó a analizar estas respuestas y a documentar lo que denominó como privación materna.
A partir de aquí empezó a estudiar las relaciones de los más pequeños con los adultos y a finales de los 50 publicó sus primeros trabajos en referencia a la teoría del apego, por la que aseguraba que los bebés y niños necesitaban de un vínculo emocional sólido para poder desarrollar correctamente su personalidad, de modo que su estado de seguridad, ansiedad o temor vendría determinado por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de apego.
Vamos, que lo que vino a decir fue que para que un niño se desarrolle correctamente necesita crear un vínculo sólido y de confianza con una persona que responda correctamente a sus demandas y necesidades físicas y emocionales, una persona que atienda al bebé no sólo para alimentarle, cambiarle el pañal y abrigarle si tiene frío, sino también, para no dejarle llorar y cogerlo en brazos cuando lo requiera.
Por estas teorías Bowlby fue repudiado y criticado, pero la evidencia empezó a apoyar sus ideas cuando Harlow desarrolló la teoría de la madre suave.
¿Perdona? ¿Teoría de la madre suave?
En una época en la que se consideraba que lo mejor para el desarrollo de los niños era propiciar que se criaran con poco afecto, sin cogerles en brazos, sin atenderles cuando se ya habían comido y estaban limpios, porque el hecho de cogerles podría hacer que fueran niños demasiado "mimados" o dependientes de sus padres, la teoría de la madre suave rompió muchos esquemas y ayudó a desarrollar la teoría del apego de Bowlby.
Seguro que muchos habréis visto la película "Los padres de ella", en la que Robert de Niro protagoniza el papel de un abuelo que intenta evitar que Ben Stiller (“Gay Lo Follen”), haga demasiado caso o incluso coja en brazos a su nieto, que pasa largas horas en la cuna, incluso cuando está despierto.
“No lo cojas, que lo estamos ferberizando“ es la frase que le dice, aludiendo a que están utilizando el método Ferber (muy similar al aquí llamado método Estivill, que de hecho es una copia), en que evitan darle mucho contacto para conseguir que el niño se haga independiente.
Pues bien, Harlow decidió estudiar cuán necesaria era la atención de los padres (o más en concreto, de la madre) para un bebé más allá de sus necesidades básicas, y para ello estudió a las crías de los monos rhesus.
La investigación consistía en separar a las crías de su madre y sustituirla por dos madres artificiales. Una con aspecto de mono, suave, confeccionada con felpa, y una con un aspecto más frío, de malla metálica, pero con un biberón que le proporcionara alimento.
Contrariamente a lo que muchos esperaban que sucediera (que eligieran como "madre" a la que tenía el biberón), las crías se quedaban con la madre de felpa, con la que permanecían mucho más tiempo, incluso cuando algún ruido las asustaba cobijándose a su amparo. Solo cuando tenían hambre se acercaban a la otra (llegaban incluso a intentar comer cogidos de la madre de felpa).
Cuando se les cambiaba de entorno se aferraban a ella hasta que se sentían seguras para explorar el entorno, volviendo a ella cuando se asustaban por algo. Cuando se les volvía a cambiar de hábitat sin su madre empezaban a comportarse diferente: llorando, gritando, chupándose el dedo y buscando un "objeto suave" al que aferrarse.
Esto demostró algo que ahora muchos tienen muy claro y otros aún no han entendido: que los monos, y también los bebés humanos, necesitan una figura que le dé seguridad y tranquilidad, por encima de sus necesidades más básicas de alimento, eliminación, etc.
¿Pero alguien dudaba que los bebés necesiten a sus madres?
No, claro que no, pero hay muchas maneras de tener madre... o lo que es lo mismo: una madre (y su pareja) pueden educar a un bebé de muchas formas diferentes, y mientras unos pueden comportarse como la madre de felpa, calentita y suave, otros pueden comportarse como la madre de la comida, atendiéndole para cubrir sus necesidades básicas sin tener en cuenta las necesidades de afecto o seguridad de todos los bebés. ¿O acaso no seguís oyendo hoy en día esos consejos de "no lo cojas en brazos que se va a acostumbrar", "no pasa nada porque llore un poco", "déjale que llore un poco por la noche para que aprenda a dormir solo", "donde mejor están los niños es en el cochecito y no en brazos", etc.?
¿Y aquí es donde entra la crianza con apego?
El pediatra norteamericano William Sears fue quien acuñó el término "Attachment parenting" que se traduce como crianza con apego basando esta filosofía de cuidados en la teoría del apego de Bowlby.
Sí, aquí es donde entra la crianza con apego porque este estilo educativo busca ofrecer al bebé lo que se considera que necesita: no solo alimento, higiene, la seguridad y confort de un hogar y pañales limpios, sino también brazos, cariño, amor, atención, basándose en la premisa de que el llanto es una llamada de auxilio del bebé, su manera de expresar que necesita sentirse seguro y en calma para poder explorar y aprender del entorno (como los monos, que necesitaban saberse cerca de su madre para estar tranquilos).
¿Y esto de la crianza con apego, cómo se pone en práctica?
El Dr. Sears definió ocho principios básicos para la práctica de la crianza con apego, aunque más importante que leerlos y seguirlos (que también), es entender por qué se promueve, cuál es la razón de criar a un bebé así y no como se hizo en el siglo pasado, cuando se consideraba que había que "ferberizar" a los niños, enseñarles desde pequeños a espabilarse solos, a no depender de sus padres, a no necesitar brazos, dejándoles llorar, castigándoles cuando se consideraba necesario y dándoles un cachete a tiempo (el uso del condicionamiento negativo) para promover los comportamientos positivos.
Son muchos los expertos que han hablado del cerebro de los bebés, pero una de las personas que mejor lo explicó hace unos años fue Sue Gerhardt, que fue invitada al programa Redes de Punset (podéis verlo aquí) y abrió los ojos a muchos de los que pensaban que dejar llorar a los niños era lo normal, lo lógico y lo recomendable.
Allí explicó que la filosofía de enseñar lo dura que puede ser la vida a los bebés y niños pequeños mediante la privación de cariño era errónea, pues esa ausencia, el no ver respuesta a las demandas de afecto, cariño y seguridad, les ponía en situación de estrés, siendo incapaces de gestionarla.
Programados como especie para llorar cuando consideran que pueden estar en peligro (y la soledad para ellos lo es, aunque estén en una cuna), empieza a activarse su amígdala, que es el órgano encargado del control de las emociones, emitiendo una señal de alarma de que algo no va bien.
Esa activación, junto a la producción de cortisol, que es la hormona del estrés, hace que el bebé esté intranquilo, en alerta y emocionalmente inestable. Lo normal cuando un adulto se estresa es que busque estrategias para desahogarse y eliminar ese exceso de cortisol (llamar a un amigo, dejar lo que está haciendo, intentar racionalizar los problemas, etc.), pero un bebé no tiene ninguna de esas herramientas al alcance, precisamente porque aún no las conoce y porque aún no es un ser capaz de razonar. Nosotros sabemos que en su cuna no le va a pasar nada, pero él no. Por eso sufre y llora.
Entonces lo lógico, lo ideal, es atenderle, cogerle, y así ayudarle a calmarse, a estabilizar sus niveles hormonales y a desactivar su amígdala.
¿La amígdala? ¿Como la de Hulk?
Así es, como la de Hulk. Igual que el Increíble Hulk necesita calmarse para volver a ser Bruce Banner, un niño necesita calmarse para desactivar su alarma cerebral, y mientras es bebé somos nosotros los que tenemos que hacerlo. Con el tiempo, el niño va aprendiendo a encontrar el modo de hacerlo por sí solo (quizás viniendo a nuestros brazos un momento y luego saliendo a correr otra vez si algo le ha asustado un momento, si se ha caído...). Pero para eso debe saber que nosotros estamos ahí para ello, que somos fuente de seguridad, de cariño, que desde su edad temprana hemos estado ahí para ayudarles a hacerles sentir tranquilos y a salvo.
¿Sabéis las personas que tienen problemas de temperamento, que pierden fácilmente los estribos y acaban por dar miedo? Según Gerhardt, se ha visto que son personas que crecieron con niveles elevados de cortisol (porque nadie les ayudó lo suficiente a apaciguarlos) y están tan acostumbrados a ello que a menudo tienden a buscar situaciones que les genere cortisol (situaciones estresantes) para sentirse cómodos, siendo luego poco capaces de retornar a niveles normales.
Dicho de otro modo: las personas que de pequeños vivieron con mayores niveles de estrés y ansiedad tienen en la edad adulta, al contrario de lo que muchos piensan, más ansiedad y estrés, y son más incapaces de controlarlos.
¿Y cuáles son las ocho normas de las crianza con apego?
Se les llama las ocho "B" de la crianza con apego y son las siguientes:
(Birth bonding) Lazos afectivos desde el nacimiento: fomentar el contacto piel con piel con el bebé desde el momento en que nace, como ya hacen en muchos hospitales. El bebé necesita a la madre y estar con ella facilita la instauración de la lactancia materna (los bebés separados tienen más problemas para mamar), le hace sentirse más seguro (los separados aumentan la frecuencia cardíaca y empiezan a sentir estrés, consumiendo más glucosa sanguínea) y la madre se vincula más fácilmente con su hijo (se ha visto que cuando hay una separación las madres acarician menos a sus bebés y tienen menos momentos de contacto visual).
(Breastfeeding) Lactancia materna: es el alimento de los bebés humanos, el que sigue con el trabajo que la placenta deja a medias. En las últimas semanas de embarazo la placenta traspasa gran cantidad de células inmunitarias al bebé, pero su trabajo no es completado porque el bebé nace poco después. La encargada de continuar con ese trabajo es la "placenta externa", que es la glándula mamaria de la madre, que empieza a producir calostro y luego leche, ricos en nutrientes y defensas.
Además, es un contacto directo piel con piel, madre e hijo, que ayuda al bebé a crear un vínculo con la madre (solo ella puede alimentarle) y viceversa, ayudando la secreción de oxitocina que se produce en la mujer, que es la hormona que se segrega, por ejemplo, cuando nos enamoramos de alguien (la llaman la hormona del amor).
(Babywearing) Llevar al bebé encima: se considera que allí donde más tranquilos están los bebés es al cobijo de su madre o su padre y por eso se promueve el uso de portabebés, fulares o sistemas para que los bebés estén con sus padres, como se ha hecho toda la vida, y no en un cochecito, que en realidad son un invento reciente.
Los bebés que van en brazos o en portabebé se sienten más tranquilos, pueden incluso dormir por más tiempo (precisamente porque se sienten seguros) y tienen más ratos de vigilia tranquila, que ayuda a su desarrollo: como no tienen que preocuparse de peligros que no entienden pueden dedicarse de aprender de su entorno y de nosotros, observando y escuchando cuanto sucede a su alrededor.
(Beding close to baby) Dormir cerca del bebé: de igual modo que se promueve la seguridad y tranquilidad por el día, se promueve por la noche, durmiendo cerca o al lado del bebé. Esto hace que los bebés duerman más y mejor, enseñándoles además que la noche y la oscuridad no tienen por qué ser desagradables. Cuando el bebé es amamantado, además, acaba produciéndose el llamado "Breastsleeping", un término que nace de la combinación de "Breastfeeding" (lactancia materna) y "Co-sleeping" (colecho, dormir con el bebé), que se asocian porque los bebés que duermen junto a sus padres no sólo duermen mejor, sino que comen más, alargándose la lactancia por más tiempo (algo beneficioso tanto a nivel relacional como a nivel inmunológico y nutritivo).
(Belief in the language value of your baby's cry) Confianza en el valor de su llanto como lenguaje: atender el llanto del bebé, entendiéndolo como su manera de decirnos que algo no va bien. Durante mucho tiempo se nos ha "traducido" el llanto del bebé como un intento de tomarnos el pelo o manipularnos, algo así como si estuviera intentando tomar el control.
La realidad es que el raciocinio tarda unos meses en empezar a desarrollarse y en consecuencia es materialmente imposible que haya una segunda intención cuando un bebé llora. Si algo le molesta o le inquieta, llora. Y si se siente solo y desatendido, llora también. Como otrora la necesidad de cariño y afecto no era considerada importante se decía que el bebé tenía cuento. Ahora sabemos que sí lo es, como lo es para los adultos sentirse escuchados, comprendidos y acompañados por otras personas, así que como el llanto es su manera de comunicarse con nosotros, debemos responder a él.
(Beware of baby trainers) Tener cuidado con los adiestramientos: Las rutinas pueden ser muy útiles para los padres y para los bebés, que acaban aprendiendo la dinámica familiar. Sin embargo, si son demasiado rígidas pueden aparecer problemas (hay libros que aconsejan que el bebé se duerma única y exclusivamente en la cuna para que no tenga la tentación de dormirse en nuestros brazos... siendo un problema, por ejemplo, si un día estamos fuera de casa). Digamos que hay que buscar una manera adecuada de funcionar en casa, pero teniendo claro que las necesidades del bebé están por encima de los horarios y de los deseos de los adultos.
De hecho, muchos bebés acaban revelándose si intentamos forzar las situaciones (si queremos que coman cuando aún no tienen hambre, que duerman cuando aún no tienen sueño o que estén solos sin estar aún preparados, por ejemplo).
Entran dentro del término de métodos de adiestramiento los métodos conductistas (Estivill y compañía), los castigos, etc., para los que se explica que la relación entre padres e hijos no debe ser un conjunto de actos que los padres juzgan como buenos y malos aplicando premios y castigos, que provocan desconfianza en los niños y un alejamiento entre ambos, sino una relación basada en el cariño, el respeto mutuo y la confianza.
(Balance) Mantener un equilibrio: es una manera de decir que como padres, igual que como personas, debemos buscar el equilibrio. No llegar al extremo del autoritarismo, por ejemplo, como hacían muchos padres de la generación anterior, en que el niño tenía que hacer todo lo que se le ordenase, ni al de la permisividad, donde el niño hace todo lo que quiere. Mucha gente confunde la crianza con apego con "dejar al niño que haga lo que le dé la gana" y esto no es así, porque todo se basa en un principio de respeto en el que debe buscarse el mismo en todos los sentidos. Respeto de los padres hacia el niño y respeto del niño por los padres y por los demás.
Todo radica en ser un ejemplo para que los niños aprendan de nosotros, pero ser lo suficientemente humildes como para darnos cuenta de que los niños tienen mucho que enseñarnos también, y dar valor a sus sentimientos, opiniones y decisiones (que no quiere decir que deban prevalecer, sino que debemos escucharlas, valorarlas y responder sin humillaciones, si lo que queremos es que en el futuro sigan contando con nosotros a nivel comunicativo).
(Both) Ambos: que ambos, padre y madre, estén implicados en la crianza y el cuidado del bebé y luego niño, de día y de noche. Que ambos estén involucrados en atender sus demandas, su educación y en los valores que se le quiere transmitir. Esto no quiere decir que ambos tengan que ir a la una siempre, como se dice habitualmente (si uno como padre la está cagando ¿debe el otro sumarse al error?), sino remar en la misma dirección para que haya buen clima y el niño crezca en base al equilibrio conseguido por ambos padres.
¿Y estas normas hay que ir cumpliéndolas o marcándolas de alguna manera?
No. No son ítems que haya que cumplir en plan: "cumplo 7 de 8, así que soy un gran criador con apego" o "cumplo 4 de 8 así que tengo que mejorar". De hecho, yo podría decir que desde hace 10 años he criado a mis 3 hijos en base a esta filosofía y esto de las ocho "B" lo conocí hace poco. Vamos, que al final no es más que una manera de explicar un modo de educar a los hijos un poco diferente del que muchos conocemos, que se basa en el diálogo, el cariño, el respeto y en pasar tiempo con ellos para transmitirle nuestra manera de ver la vida y que ellos desarrollen la suya libremente, evitando cachetes, humillaciones y castigos para intentar no ser nosotros los que emitimos los juicios y dictamos las sentencias sino, siempre que sea posible, ellos, ellos mismos, los que se comporten de uno u otro modo en base a lo que consideran que es correcto.
¿Y qué tiene que ver todo esto con Bescansa?
Pues es, probablemente, la diferencia entre los padres que ven horrible que una mujer esté con su bebé en el Congreso de los Diputados y los padres que lo consideran perfecto porque piensan que el mejor lugar donde puede estar un bebé de pocos meses es en los brazos de su madre o su padre, su madre o su padres suaves, con los que se siente a gusto, siempre que sea posible.
Y es la diferencia entre los que piensan que las bajas maternales deberían ser más largas, mejor la conciliación laboral, mayor la protección a la maternidad y que los bebés y niños deberían estar al menos a la misma altura que el resto de la población y los que piensan que ya va bien con que estén en una guardería, cuidados por terceras personas y escondidos para que no molesten demasiado a la profesión de su madre, que debe poder realizarse más con su trabajo que con su maternidad, aunque quizás la madre prefiera lo contrario.
Fotos | Jill M, Diamond Farah, Charlotte, ReqfordrM
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