Navy Jack, Dixie, el coche de El Sheriff Chiflado... Un símbolo de rockeros y moteros, o de fanáticos de las armas y de gente que piensa que su color de piel les hace superiores. Una enseña de batalla de perdedores con casi dos siglos de historia, teñida de racismo y esclavitud, se ha convertido en el símbolo del debate tras la última matanza terrorista en Estados Unidos.
Porque desde sus orígenes la bandera confederada es un símbolo de odio racial. Y después de la masacre de Charleston, Estados Unidos se plantea si va siendo hora de que los estados sureños dejen de ondearla y la releguen al sótano de la Historia. En mitad de la carrera presidencial para elegir a los contendientes al puesto de Obama.
Una bandera "intocable"
La polémica arranca el día después de que Dylann Roof entrase en una iglesia y acabase con las vidas de nueve afroamericanos, incluyendo un senador del Estado de Carolina del Sur, Clementa Pickney. No es sólo que Roof se hubiese exhibido en Internet con la bandera confederada (y quemando la oficial en otra foto): es que otra igual ondeaba a toda asta en los terrenos del Capitolio de Carolina del Sur. Mientras las del estado y la de la nación lucían a media asta en la cúpula como símbolo de duelo.
¿El motivo? Una ley del año 2000 quitó la jurisdicción sobre la bandera confederada al gobernador del estado (gobernadora en este caso: la republicana Nikki Haley) y se la dio a la Asamblea General. Sin una votación, que se celebra hoy, la bandera no puede tocarse (tampoco puede colocarse a media asta: o está izada o está arriada). Esa misma ley ya había apartado la bandera de la cúpula del Capitolio.
Pero no llevaba mucho allí: Carolina del Sur "adoptó" la confederada como símbolo de protesta contra el fin de la segregación racial en los años 60. En 1962, para ser exactos, dos años antes de la aprobación de la Ley de Derechos Civiles. Que no se nos olvide: la población afroamericana sólo obtuvo derechos como ciudadanos hace medio siglo. Al menos en el caso de Carolina del Sur, su estatus oficial está directamente ligado con el racismo.
Un origen basado en la confusión
Su origen también es racista, en parte: siete estados sureños (Alabama, Carolina del Sur, Florida, Georgia, Luisiana, Misisipi y Texas) declararon su secesión de Estados Unidos el día de la toma de posesión de Abraham Lincoln, en marzo de 1861. Porque Lincoln llevaba tiempo intentando prohibir la esclavitud.
Un mes después, se produjo el primer acto de la guerra civil estadounidense: los confederados atacaron el Fuerte Sumter el 12 de abril de 1861. ¿Dónde está el Fuerte Sumter? En Charleston, Carolina del Sur, donde Dylann Roof llevó a cabo su acto terrorista. Estado que también fue el primero en oponerse legalmente a cualquier intento de emancipación, un año antes.
La represión de las fuerzas de la Unión hizo que cuatro estados más se sumasen a la rebelión: Arkansas, Carolina del Norte, Tennessee y Virginia. Este último estado diseñó una enseña de batalla que se convertiría en el símbolo de los rebeldes, la bandera de la polémica. Principalmente porque la primera bandera rebelde se parecía mucho a la de la Unión y, en plena batalla, causaba algunos problemas de logística: mal asunto si eres general y no sabes quiénes son los tuyos.
En 1865 los confederados perdieron la guerra, los esclavos quedarían libres y los descendientes de los rebeldes se apropiarían del símbolo para llorar a sus muertos. ¿Fin?
Un siglo después, mismos motivos
Qué va. La bandera se convirtió en un símbolo del orgullo herido, del Ku Klux Klan y de la lucha a favor de la segregación racial un siglo después. Alabama fue el primer estado en izar la bandera a nivel estatal en 1961, recordando el centenario la batalla del Fuerte Sumter, y el resto se le unirían tiempo después.
Incluso a día de hoy el símbolo confederado sigue inspirando siete banderas estatales. desde Misisipi, donde se integra,
hasta Georgia, que usa una variante de la primera bandera confederada:
¿Por poco tiempo? Hoy desayunábamos con la sorpresa de que el portavoz de los republicanos en el parlamento de Misisipi, Philip Gunn, se ha mostrado a favor de eliminar la confederada de la bandera estatal: "soy cristiano, y creo que esa bandera ha llegado a tal punto de ofensa que hay que eliminarla".
La guerra de las matrículas
La influencia de la bandera en el ámbito oficial no se limita a los capitolios y símbolos estatales. Al menos diez estados ofrecían a los Hijos de los Veteranos Confederados (una asociación de descendientes de veteranos sureños de la guerra) la posibilidad de hacerse con matrículas especiales para coche, mostrando la enseña.
Y digo "ofrecían" porque Texas decidió hace años dejar de emitir esas matrículas, una decisión apoyada por el Tribunal Supremo este mismo mes: las matrículas no forman parte de la libertad de expresión, sino del discurso oficial, así que los estados pueden negarse. Y el razonamiento del Departamento de Vehículos Motorizados de Texas explica por qué fue una decisión importante:
"Hay un segmento importante de la población que asocia la bandera confederada con organizaciones que defienden degradantes expresiones de odio hacia ciertas personas o grupos."
Una reciente encuesta mostraba que un 49% de los norteamericano asocian la simbología confederada al odio racial. El mismo porcentaje se opone y defiende que es, simplemente, "orgullo sureño". Pero el politólogo y periodista Marc Ambinder resume muy bien la situación actual en The Week:
"Fue la oposición a los derechos civiles, a la integración, a la mezcla de razas, a la igualdad social de la gente de color... Esos son los principales argumentos que soportan la historia reciente de la bandera confederada. No se trata de Vietnam. No es oposición a los valores o a la cultura del Norte. No es por turismo. No es por el Obamacare. No hay más motivos"
Foto de apertura: Jason Lander.
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