Cuatro Fantásticos, la película de Josh Trank con la que Fox quería retener a última hora los derechos de los personajes de Marvel para que no revirtieran a la división cinematográfica de La Casa de las Ideas, ha sido un desastre. Financieramente quizás no lo sea del todo, pero el baño de mala prensa que Fox y Trank (del que muchos dicen que no volverá a dirigir cine mainstream, y su expulsión a cajas destempladas del proyecto de spin-off de Star Wars puede ser una buena prueba de ello) han recibido no va a ser olvidado fácilmente por los fans.
Vivimos en una época en la que las películas de superhéroes son el nuevo paradigma de lo comercial, y parecemos olvidar que es uno de los subgéneros más complicados de plasmar en una película. Su narrativa a menudo seriada y su procedencia de un medio que se expresa en un formato radicalmente distinto al audiovisual hace muy complicada la traducción a imagen y sonido, de modo que el resultado tenga sentido, no sea ridículo, no traicione la fuente original y, por supuesto, tenga algo de vida propia e independiente.
Para ilustrarlo, hemos escogido unas cuantas películas de superhéroes que no terminaron de salir como estaba previsto. No son necesariamente malas ni buenas: estas son, simple y llanamente, películas que no salieron como estaba previsto. Bienvenidos a la parada de los monstruos con capa y mallas.
Capitán America (Captain America, Albert Pyun, 1990)
El héroe: Uno de los personajes Marvel por excelencia, tan simbólico de la compañía como Spider-man, y teóricamente, mucho más sencillo de plasmar en una película. Al fin y al cabo, solo es un tío sin poderes con un disfraz-bandera y un escudo, ¿no? Fácil.
Qué falló: Eso debió pensar la Cannon (que tiene un historial adaptando comics y líneas de juguetes que es para verlo). Pero la película es un desastre, esencialmente por las flagrantes carencias presupuestarias. Efectos especiales ridículos, acción de saldo y, eso sí, un Cráneo Rojo con un diseño bastante potente y muy de tebeo, pese a ser claramente una careta de látex barata.
Lo mejor: solo la Cannon podía conseguir que la película de un personaje blanco e inmaculado como el Capitán América fuera tremendamente incorrecta, con una gran cantidad de decisiones de guion moralmente discutibles. Pero bueno, era la época: por entonces también se rodaron espantos como la versión de los Cuatro Fantásticos de Roger Corman.
Superman IV: En busca de la paz (Superman IV: The Quest for Peace, Sidney J. Furie, 1987)
El héroe: No terminamos de entender la mala suerte que Superman ha tenido siempre en medios ajenos al cómic, siendo como es uno de los personajes más queridos y fácilmente adaptables. Alguno de sus videojuegos, como Superman 64, está considerado uno de los peores de todos los tiempos, y con las películas, salvando las clásicas de Christopher Reeve, no ha tenido mejor suerte. A las dos recientes y muy horribles adaptaciones del personaje se suma la inmediatamente anterior, dos décadas atrás, a manos de la Cannon.
Qué falló: Posiblemente, Superman IV no estaba destinada a convertirse en semejante desastre. Hay cosas en ella (la idea de partida, cierta pretensión de configurar al personaje como Bien Absoluto, la imbatible química entre Christopher Reeve y Margot Kidder) que van en la dirección correcta, pero Cannon Films se encontró con imprevistos problemas presupuestarios que le impidieron darle el empaque que merecía al proyecto. De ese modo, los efectos de vuelo son los peores de toda la serie (casi más que en el serial de los años cuarenta) y las peleas son absolutamente sonrojantes (el primer Superman tuvo setenta millones de dólares de presupuesto; esta, 17).
Pero lo peor es el guión: el tramo inicial en el que Superman convence a gritos a la ONU de que el mundo debe deshacerse de sus armas nucleares para después meterlas en una red gigante y lanzarlas al sol es algo digno de verse. Y seguir sin creérselo.
Batman y Robin (Batman and Robin, Joel Schumacher, 1997)
El héroe: Batman llevaba una trayectoria ascendente de triunfos en cine, y Schumacher había conseguido hacer olvidar el tono tenebroso de las dos entregas dirigidas por Tim Burton con Batman Forever, una equilibrada mezcla de aventura, humor y algunos de los mejores villanos de la saga. Y aún quedaba bat-universo que explotar: la relación con Robin, malvados carismáticos gracias a los que no había necesidad de volver sobre el sempiterno Joker, Batgirl...
Qué falló: Aquí no vamos a decir ese disparate de que Batman & Robin es la peor película de superhéroes de la historia... porque está lejos de serlo. De acuerdo, hasta el propio Schumacher reconoce que cedió a las presiones de una Warner más pesetera que nunca, que exigía continuos cambios en la película para adecuarla al incesante chorreo de merchandinsing, que era con lo que realmente hacía dinero.
Es decir, es una película desequilibrada, que acumula elementos dispares sin demasiado acierto (lo desaprovechada que está Batgirl no tiene nombre, sobre todo siendo un personaje tan potente en los comics), pero para compensar, Batman & Robin es una película muy consciente de su tono, a medio camino entre un Aterriza como puedas con superhéroes (¿en serio alguien intentó analizar desde una perspectiva superheroica clásica una película donde hay una Bat-VISA?) y un musical glam de capas y máscaras.
Desde luego, no es la película canónica de Batman que quizás muchos esperaban en aquel momento, pero como experimento desenfrenado, colorista, ridículo y muy, muy autoconsciente... francamente, la preferimos con mucho a los momentos más bajoneros de las adaptaciones de Spider-Man o X-Men.
Steel, un héroe de acero (Steel, Kenneth Johnson, 1997)
El héroe: Uno de los múltiples efectos de la resaca del macroevento de La muerte de Superman fue la creación en 1993 a manos de Louise Simonson y John Bodganove de este personaje, un científico que intenta ayudar sin éxito a Superman en su lucha contra Doomsday. En su honor, John Henry Irons se puso una S en el pecho que eliminaría cuando el mítico kryptoniano volvió de entre los muertos. En ese periodo de homenaje fue conocido como El Hombre de Hierro, pero con la resurrección de Superman, se lo redujo a Steel.
Qué falló: Shaquille O'Neal. Quizás una de las personas más inadecuadas para interpretar a un superhéroe: su falta de agilidad hace del todo increíble (y aburrida) una película que nació como hipotético spin-off del malhadado proyecto de Superman en el que se vieron mezclados, en un momento u otro, Nicolas Cage, Kevin Smith, Tim Burton o Robert Rodríguez.
Como la película iba a coger elementos de La muerte de Superman, Steel tendría un papel importante, pero cuando WB se dio cuenta de que el proyecto se retrasaba, decidió dar vía libre a una película de Steel sin referencias a Superman. El resultado fue un desastre sin sentido (también financiero: costó 16 millones de dólares y recaudó menos de dos), con esa estética grim & gritty para todos los públicos del cine comercial de acción de la época.
Hulk (Hulk, 2003, Ang Lee)
El héroe: Otro de los pesos pesados (perdón) de Marvel, que ahora parece haber encontrado una encarnación más o menos estable con las películas de Los Vengadores. Creado nada menos que por Stan Lee y Jack Kirby en 1962, las características del personaje (el color, la superfuerza, el descerebre) han ido variando según épocas y también según el calado que adaptaciones como la serie de televisión de Lou Ferrigno tenían en el imaginario pop.
Pero en términos generales, y por muchos cambios que sufran, sus señas de identidad son reconocibles. De hecho, esa relativa simplicidad es lo que le convierte en uno de los héroes más pluriempleados de Marvel, con la sangre de Bruce Banner generando otros héroes como Hulka o protagonizando grandes eventos como World War Hulk.
Qué falló: El Hulk de Ang Lee no es una mala película, pero es imposible no cogerle algo de manía por su ambición fuera de sí y por su pedante intento de intelectualizar y complicar lo que en los comics era sencillo, directo y efectivo. Su drama paterno-filial de chichinabo fulmina la esencia de el Hombre Absorbente, un villano que en los comics era estupendo porque era un gañán con una bola de presidiario, sin más.
Lo peor, aparte de un tono que no sabe si quiere ser película de superhéroes o drama griego, como declaró Lee en su día, son unos efectos especiales por ordenador aún muy inmaduros como para cubrir la ambición visual del director. La película pertenece a una época de transición para las películas Marvel donde se iban tocando distintos palos en busca de la flauta que acabó sonando con Iron Man: de ahí los abismos de tono y estética con otras películas de la época como El castigador o la más tardía Ghost Rider (que no están en esta lista porque, eh, esas sí que nos gustan).
Catwoman (Catwoman, Pitof, 2004)
La heroína: Otro básico del Universo DC, esta del entorno Batman, y que además había tenido suerte en sus múltiples encarnaciones cinematográficas, despuntando la triple de la serie de televisión (Julie Newmar, Lee Meriwether y Eartha Kitt), la innovadora y muy influyente de Michelle Pfeiffer en Batman vuelve y la también sinuosa y perfecta de la serie de animación de los noventa.
El personaje lleva en activo desde los años cuarenta, aunque el Comics Code y su personificación original como villana la hizo tener una carrera intermitente en los tebeos. La popularidad de Batman vuelve, sin embargo, la puso en primera línea, dándole categoría de seductora antiheroína y generando series tan interesantes como su tercera cabecera propia a finales de la década pasada.
Qué falló: Completamente pasada de rosca, esta adaptación no hace casi nada bien, pese a su clara intención de proponer un tebeo audiovisual estridente, exagerado e intrascendente. Pero el abuso de efectos digitales cuando el recurso aún estaba en pañales, lo inadecuado tanto de Halle Berry como de Sharon Stone en los papeles principales y una estética de videoclip de Ricky Martin que posiblemente ya estaba pasada de moda cuando se estrenó la película la hacen muy poco digerible.
Por supuesto, como cualquier película conscientemente boba tiene sus momentos, pero la forma en la que desaprovecha un personaje con tanto potencial es clamorosa.
Elektra (Elektra, Rob Bowman, 2005)
La heroína: Uno de los secundarios más queridos por los fans de Daredevil, ninja rebelde y experta asesina, que marcó el pasado del personaje con un romance enloquecedor y prohibido. Protagonizó Elektra Assassin, uno de los mejores tebeos de superhéroes de los ochenta, guionizado por Frank Miller y dibujado por Bill Sienkiewicz.
Qué falló: El Daredevil de Ben Affleck tenía sus problemas, el primero de todos un Bullseye atroz, pero apuntaba en ciertas direcciones que podían haberse continuado en secuelas o spin-offs. La idea de hacer uno de Elektra no es del todo disparatada: el personae tiene trasfondo y una historia interesante.
Por desgracia, el nulo carisma de Jennifer Garner, las horrendas peleas en una película que tendría que ser casi un combate incesante, el poco aprovechamiento de personajes tan carismáticos y comerciales como los ninjas y, sobre todo, la estética de anuncio navideño de perfume se cargan un proyecto que podía haber dado mucho más de sí.
The Spirit (The Spirit, Frank Miller, 2008)
El héroe: No exactamente un supehéroe, sino más bien un aventurero enmascarado que bebía de la literatura negra y las publicaciones pulp en mayor medida que de los héroes con capa. Está considerado uno de los comics más importantes de todos los tiempos debido a la ambición narrativa de su autor, Will Eisner, que aplicó a tramas policiacas, de aventura y humor aparentemente intrascendentes elevadas dosis de crítica social, experimentación gráfica y, sobre todo, un ojo inimitable para retratar personajes.
Qué falló: The Spirit era uno de esos comics que, sencillamente, no se podía tocar. Es inadaptable. Su incesante marea de personajes secundarios, su estética a la vez trágica y caricaturesca, los experimentos visuales... pero Frank Miller se había venido arriba tras el éxito de 300 y Sin City, y decidió dirigir una adaptación.
El resultado es curiosísimo y desastroso: entiende mal el humor y la tragedia de Eisner y los sustituye por caricatura y lloriqueo. Aún así, la película es un experimento completamente fallido, pero a ratos fascinante con ideas de bombero como la de convertir a la némesis de Spirit en un nazi. Más divertida que X-Men orígenes: Lobezno es, desde luego.
X-Men Orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, Gavin Hood, 2009)
El héroe: Desde su nacimiento como uno de los personajes principales de la reformulación de los X-Men de 1975, Lobezno se ha convertido en uno de los personajes favoritos de los fans. Antihéroe de manual, salvaje e indomesticable pero humano, íntegro y fiel a los suyos, tiene todo lo que gusta a los lectores de superhéroes: moral con dobleces, carisma y un lado salvaje. Ha disfrutado de múltiples versiones, las más asequibles y aventureras en compañía de los X-Men y las más salvajes en solitario.
Qué falló: Por aquí nunca hemos sido especialmente fans de las películas de los X-Men. Salvo relativas rarezas como X-Men: Primera Generación, las encarnaciones de los mutantes en cine suelen ser producciones algo anquilosadas y que no terminan de transmitir bien el tono de peligrosidad de los comics originales. Pero la película en solitario de Wolverine tocó fondo, arruinando la posibilidad de otras precuelas bajo el sello Orígenes.
En cualquier caso, no funcionaba por ser demasiado artificial y estar concebida en una reunión de accionistas, como quien dice, y no con una intención genuinamente creativa. Personajes secundarios con tremendo potencial, como Gambito, Masacre o Dientes de Sable fueron desperdiciados (por no decir quemados de cara a futuras producciones) y la cosa se solucionó en parte con Lobezno: Inmortal, que sin ser una maravilla, al menos devolvía al personaje algo de dignidad.
Linterna Verde (Green Lantern, Martin Campbell, 2011)
El héroe: Uno de los supertipos principales de la escudería DC, esencialmente un terráqueo con un anillo de poder con el que puede generar todo lo que su imaginación y fuerza de voluntad le permita. Tuvo su encarnación primigenia en 1940, pero fue reinventado en 1959, donde el anillo fue a parar al dedo de su propietario más conocido, Hal Jordan.
El secreto de su intemporalidad (aparte de la pertenecencia histórica del personaje a la Liga de la Justicia) es la de haber tenido identidades variadas e incluso opuestas entre sí, y la de permanecer a una asociación de anillistas cósmicos, los Green Lantern Corps.
Qué falló: Green Lantern no es, ni remotamente, una mala película, pero no supo aprovechar el potencial del personaje dando tumbos por una historia personal, la del rebelde Hal Jordan, que no interesaba a nadie. Es decir: si tu personaje tiene un anillo cósmico tienes que tener un drama interior muy potente (digamos, por ejemplo, que el sentimiento de culpa por la muerte de tu tío te empuje a combatir el mal o que estés zumbado porque mataron a tus padres en un callejón) para permitir que ese transfondo personal ocupe más tiempo de pantalla que la acción superheroica.
La horrenda costumbre, heredada de los tiempos de las primeras películas de Batman, de la ensalada de villanos dispares funciona aquí peor que nunca, y el diseño de poderes y vestuario es inadecuado. Pero globalmente no es un desastre: el enfrentamiento final es apropiadamente cósmico, el aprendizaje de las responsabilidades con los Green Lantern Corps está bien llevado y se respira un respeto por el el personaje original poco habitual en estas megaproducciones.
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