Así lo afirma al menos la agencia de viajes giras SoloEast, que ha contado a Reuters que "la compañía vio un aumento del 30% en el número de turistas que iban al área en mayo de 2019". A sus datos en el incremento de la asistencia se le suman los de Yaroslav Yemelianenko, al frente de Chernobyl Tour, según el cual sus solicitudes han crecido entre un 30 y un 40% por la ficción documental recién emitida en HBO.
La fascinación por la muerte: las redes sociales no han perdido el tiempo para señalar la presunta idiocia y frivolidad de muchos de los visitantes del páramo posnuclear, un caso muy similar al de los famosos selfies en monumentos del holocausto. Es cierto que hay riesgos a la hora de entrar en la ciudad ucraniana y sus alrededores, como tocar animales locales o adentrarse a regiones sin el permiso de los guías, pero sus efectos son inciertos y podrían no ser graves (aunque también podrían serlo). Pero, por ejemplo, en realidad no hay graves riesgos por quitarse la ropa en Pripyat.
No queremos una masificación de Chernóbil: la principal preocupación de muchos de los trasladados no haya sido el riesgo a la salud pública de un posible descontrol en las visitas, sino la mala imagen que puede causar la turistificación, haciendo que la Zona Muerta pierda su actual encanto. "Si vienen más y más turistas puedan arruinar la experiencia", dijo un turista. El riesgo es real: en 2011 se estimaba la entrada (legal e ilegal) de 10.000 visitantes al año. En 2019 se calcula que entran unos 60.000 y subiendo, cifras cogruentes con la actual tendencia a la sobrepoblación turística.
Ucrania adolescente: también según las agencias, este se ha convertido en los últimos tiempos en un destino ideal para cientos de miles de personas, especialmente para adolescentes británicos, que acuden al ex satélite soviético en grupos vacacionales de dos a cuatro semanas en busca de emociones nucleares y cerveza barata.
¿Y cómo es visitar Chernóbil? Debe ser agradable. La gente que ha pasado por allí comenta que al acceder encuentran puestos turísticos y música de parque temático. La visita cuesta entre 100 y 200 euros, y dentro hay una única cantina para comer, cercana al reactor. Además de las pertinentes explicaciones de lo sucedido por el guía y la constante vigilancia del marcador de tu contador Geiger, puedes disfrutar de las vistas del parque de atracciones infantil o del tránsito de los animales radiactivos por la zona. Casi toda la memorabilia soviética de la zona ya ha sido saqueada, eso sí.
Una versión propia: otro de los efectos de la aclamada serie de Craig Mazin va a ser su reedición. Según distintos medios rusos, muy indignados por el retrato norteamericano, el canal NTV creará una versión propia de lo sucedido en 1986 en Chernóbil, aunque contando la popular teoría de que un agente de la CIA fue enviado a la zona para sabotear la planta nuclear. La premisa tiene su base en una línea de pensamiento que, en palabras del director Alexi Mudarov, ha sido sostenida por varios historiadores a lo largo de los años.
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