Habitantes del mundo: estamos creciendo. El último estudio realizado por un consorcio de científicos de todo el globo, agrupados bajo el paraguas de NCD-RisC y de la Organización Mundial de la Salud, demuestra que de forma sistemática los ciudadanos de casi todas las naciones son más altos ahora de lo que lo eran hace treinta años. Si abrimos el foco al último siglo, el resultado es aún más espectacular: todas las naciones son más altas en 2014 que en 1914. Eso sí, no todas cuentan con la misma estatura, lo que plantea una pregunta interesante: ¿qué hace que unas sean más altas que otras?
Una amplia panoplia de factores. La respuesta automática es "los genes". Pero no es tan sencillo como parece. La mejor pista se obtiene observando la distribución de la estatura a lo largo del mundo. Son los países europeos, con los Países Bajos en la cima, los que cuentan con mejores promedios de altura entre todos sus hombres y mujeres jóvenes (la media se estima a partir de los datos recabados para personas de 18 años, por lo que infraestima la altura media real de cada país: los hombres siguen creciendo hasta los 25).
¿Significa eso que son los genes europeos más privilegiados? Claro que no. De hecho, a la hora de explicar las enormes diferencias entre unas regiones del planeta y otras, la genética tiene un carácter más secundario. Sí es importante, como se explica en este reportaje de The Atlantic, a la hora de diferenciar entre ciudadanos de un mismo entorno social y económico. Si tus compañeros de clase son más altos probablemente se deba a la genética. Pero si un español es más alto que un paraguayo, posiblemente se deba a factores relacionados con la prosperidad económica, la reducción de la pobreza y la alimentación.
Así logró Países Bajos ser el país más alto
Esto último se entiende mejor si volvemos a los Países Bajos, pero viajamos a mediados del siglo XIX. Como apunta este artículo de Randal Olson, hace aproximadamente 150 años los holandeses no tenían nada de particular comparados con el resto de europeos. Contaban con una estatura media algo por debajo de los nórdicos y los alemanes, y todos ellos, hoy a la vanguardia de la altura mundial, estaban empatados o superados por los estadounidenses, durante varias décadas la nación más alta de planeta. ¿Qué había cambiado?
Tal y como explicaba el New Yorker en este reportaje, citando los trabajos de reputados estudiosos como J. W. Drukker, el reparto de la riqueza. Del bienestar. A mediados del siglo XIX, aún gran parte de los holandeses eran mucho más pobres que las clases más acomodadas. El dinero y la capacidad de acceder a mejores alimentos, de tener un mejor estatus laboral que permita mejores hábitos sociales y culturales (como leer sobre los beneficios de una dieta saludable), estaba concentrado en manos de unos pocos. Cuando Países Bajos se volvió más igualitario, sus habitantes comenzaron a ser más altos.
El mismo patrón se puede aplicar para el resto de europeos. Hay diferencias, claro. No es casualidad que los países con los mejores niveles de bienestar del mundo (de carrerilla: Países Bajos, Alemania, Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia) se cuenten entre los más altos. Algunos, como Suecia, se han estancado, y sus vecinos sureuropeos (cuyo desarrollo fue muy posterior) ya le andan a la zaga (Grecia es uno de los países que más ha crecido en los últimos cien años). Ser un país desarrollado permite tener mejores dietas, y personas más altas.
¿Selección natural? No: no vivir hacinados
Es tentador optar por la selección natural para intentar explicar el proceso. En Scientific American se planteaban las mismas preguntas hace años. Por ejemplo, dentro de una especie de aves, aquellos ejemplares con los picos más grandes y robustos tendrán más capacidad de alimentarse cuando las semillas pequeñas y fáciles de abril escaseen. De modo que sobrevivirán más y se reproducirán más, permitiendo al conjunto de la especie tener en el futuro picos más grandes. Hasta aquí, la teoría evolutiva es impecable y relativamente sencilla.
¿Qué pasa con los seres humanos y su altura? Durante la era industrial, las familias más acomodadas contaban con muchos más recursos que las obreras para alimentarse adecuadamente (y por tanto crecer más). Los ricos eran más altos, pero tenían muchos menos hijos que los pobres, se reproducían menos. ¿Significa eso que sus genes más bajos se pasaban a sus descendientes con más éxito? No, y ahí es donde el factor genético, pese a su indudable relevancia para explicar la altura, es inútil en términos comparativos o históricos.
Las condiciones de vida hacían el resto. Cuando durante la Primera Guerra Mundial el ejército británico registró la altura de todos sus alistados (cohortes jóvenes y bastante amplias, dada la máquina de triturar carne que fue el conflicto), los científicos encontraron una excelente base de datos para comparar alturas y procedencia social (y muy fidedigna: la manía militar de medir y pesar a todos sus soldados es lo que nos permite remontarnos al siglo XIX hablando de alturas). Gracias a ella, pudieron descubrir qué predecía una mayor altura.
¿A qué conclusiones llegaron los investigadores? En 1914, los trabajadores de cuello blanco (expuestos a labores menos agresivas para su salud, mejor remunerados), los hijos únicos o aquellos que tenían pocos hermanos (y que por tanto vivían menos hacinados y expuestos a condiciones insalubres dentro del hogar), los hijos de madres alfabetizadas (y que podían informarse de las cualidades de una dieta equilibrada y apropiada) y los jóvenes del campo (frente a los depauperados jóvenes obreros urbanos) eran más altos que los demás.
La brecha de altura dentro de los países desarrollados europeos, gracias a la universalización de la educación, la sanidad y el acceso a buenos alimentos, se ha reducido de forma notable. Pero persiste a nivel global, lo que provoca que africanos y asiáticos sean más bajos que los europeos. De forma general, el mundo es más alto por el mismo proceso que ya experimentó Europa: porque a nivel global, las condiciones de vida están mejorando.
Comer lácteos también ayuda, al parecer
De ahí que, si empeoran, la altura media se estanque o baje. EEUU fue en su momento el país más alto del mundo, pero después de la Segunda Guerra Mundial ha perdido posiciones. ¿Por qué? Los niños americanos ahora están peor alimentados y, en general, la sociedad es mucho más desigual, lo que penaliza a las clases más bajas y merma su calidad de vida. Del mismo modo, Sierra Leona, Uganda o Ruanda han perdido altura, así como las generaciones alemanas que se criaron durante las hambrunas de la guerra son más bajas que otras.
Ok: sabemos que los genes son importantes, pero que para entender la enorme variación entre naciones necesitamos además del crecimiento sostenido y extraordinario que la humanidad ha tenido durante el último siglo y medio (básicamente, un romano era igual de alto que un hombre del Renacimiento o que un hurrita). Pero eso no termina de explicar por qué particularmente los holandeses son tan altos, más que los noruegos o los suecos, cuyos niveles de vida son bastante parejos. Aquí es donde tenemos que hablar de la dieta.
Existe la teoría de que el alto consumo de productos lácteos es la clave. Una correlación (que, recordemos, no implica causalidad) interesante es la tolerancia a la lactosa y la altura media: en Países Bajos menos de un 1% de la población es intolerante a la lactosa. No sólo leche, claro, también un montón de queso y otros productos lácteos: los holandeses llevan años bebiendo litros y litros de leche e ingiriendo kilos y kilos de derivados lácteos, lo que ha llevado a algunos científicos y estudiosos a señalar a su particular dieta, bastante antigua y originaria en la escasez de otros productos, a establecer la relación.
No hay una única respuesta, y la dieta proteínica y rica en productos lácteos de los holandeses sólo ejerce de teoría, no de piedra de toque científica para explicar la altura de los Países Bajos. Algo parece claro, sin embargo: vivir mejor, comer mejor y disfrutar de una vida más saludable permite que las generaciones futuras crezcan más fuertes y más altas. En ese sentido, la tendencia mundial de los últimos 150 años es una excelente señal.
Imagen | darkdiva
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