En la pasada edición de los Juegos Olímpicos, el brasileño Bruno Fratus quedó tercero en la clasificación de 50m de estilo libre de natación masculina. Tras saber que ha ganado el bronce, coge a Michelle Lenhardt, su entrenadora y esposa, para abrazarla y darle un beso. Eufórico por la hazaña, saluda a la platea, muerde la medalla, alza los brazos en modo de victoria. Abrimos el plano y vemos cómo sus otros dos rivales, los que quedaron por delante de él, marchan sobrios por el escenario olímpico.
Un año antes, el ilustrador ruso 3palec había dibujado y compartido una secuencia de eventos idéntica a la de antes narrada, reflejando la irónica forma en la que algunos individuos celebran sus triunfos como si hubiesen sido los mejores cuando no es así. Su viñeta llevaba tiempo circulando en internet y tiene ficha en Know Your Meme. Un tuitero pone ambas escenas frente a frente con el mensaje: “ha ocurrido”. Otro lo comparte con una sola palabra de acompañamiento: “hiperstición”.
La hiperstición es un concepto filosófico y subcultural de Internet que en los últimos tiempos está ganando más y más popularidad. Para entender qué significa vamos a hacer un breve repaso del concepto.
En una definición básica y simplificadora, la hiperstición puede entenderse como una especie de profecía autocumplida. Esta será, casi con toda seguridad, la forma en la que el concepto acabe cuajando, aunque detrás haya mucho más.
El mayor valedor de la palabra es Nick Land, filósofo inglés, escritor de cuentos de terror y bloguero entre cuyos discípulos está, por ejemplo, Mark Fisher. Es defensor de ciertos movimientos posmodernos como el aceleracionismo o el realismo especulativo. Hiperstición es un acrónimo entre “superstición” y “hyper”, donde el objeto hipersticioso supera su condición de superstición (asignarle de forma irracional caracteres sobrenaturales a un objeto o un suceso que no tienen ese carácter) y, desde la ficción, traspasa esa barrera y lo convierte en real.
Una hiperstición “describe las acciones causadas por ideas que acaban siendo exitosas en el terreno cultural” […]. Son ideas que, una vez "descargadas" en el mainframe cultural, engendran ciclos apocalípticos de retroalimentación positiva”, y generan su propia realidad.
Hay un ejemplo estupendo en Homo Tenuis, del escritor español Francisco Jota-Pérez (posiblemente el mayor experto en hipersticiones de nuestro país). El libro (muy bellamente analizado aquí) es una obra de teoría-ficción centrada en la figura del Slender Man. Los creepypastas, con Slender Man a la cabeza, son leyendas terroríficas creadas en el contexto internetero. La hiperstición aparece cuando una de esas figuras se vuelve verdad: en 2014 dos niñas estadounidenses y preadolescentes están a punto de matar a una compañera de clase, cuyo sacrificio querían ofrecérselo como tributo a la espigada figura.
Es decir, que lo importante es el poder de volverse real (o lograr implicaciones reales) que tiene la ficción.
Otro ejemplo reciente se ha producido por la serie de David Lindelof Watchmen. En una EE.UU alternativa pero igualmente obsesionada por la cuestión racial, los policías de la ficción operan bajo el anonimato y se tapan la cara con pañuelos amarillos. En los disturbios posteriores al caso George Floyd se vio a un grupo de policías en Seattle con las mismas mascarillas amarillas que usan los policías de la serie, pero es que también se vio a otros policías hacerse entre sí el símbolo de los supremacistas blancos inventado por Lindelof y los suelos se pintaron con gigantes letras de color amarillo tal y como aparecían los rótulos en la obra catódica.
La hiperstición y su poder transformador
Los teóricos de la hisperstición encuentran en el escritor de ciencia ficción William Burroughs (Yonqui, El Almuerzo Desnudo) un aliado y un punto de conexión con su idea. El escritor estaba interesado en las relaciones entre escritura, signos y realidad. Burroughs “interpretó la escritura y el arte en general no de forma estética, sino funcional, es decir, mágicamente, siendo la definición de magia ‘el uso de signos para producir cambios en la realidad”, dicen los escritores del Centro de Investigación de la Cultura Cibernética (CCRU) del que Nick Land era cofundador.
Esa función mágica de la escritura es donde radica el poder transformador de las hipersticiones. Estas pueden usarse para alimentar ideas reaccionarias, de extrema derecha y con puntos anticapitalistas, como sería por ejemplo el movimiento Q-Anon, donde una ficción que muchos de sus seguidores no terminan de creerse, acaba siendo verdad por sus implicaciones en el mundo real (Land, por cierto, ha acabado convirtiéndose en un neo-reaccionario).
Pero también tiene la capacidad de servir a transformaciones más utópicas, motivo por el que desde la izquierda ecologista también está usando mucho este concepto para sus objetivos: gente de las nuevas generaciones está trabajando por imaginar mejores futuros a los escenarios actuales para así, de esa forma, ayudar a que acaben ocurriendo, defendiendo que lo contrario, la resignación climática, es lo que de verdad nos llevará a un colapso inmejorable.
Siendo sinceros, nos cuesta discernir la ubicación de la hisperstición dentro de la teoría posmodernista, o hasta qué punto se relaciona el grado de realidad o irrealidad o creencia de estas propuestas con lo que acaba siendo o no Verdad. Pero sí encontramos en todo lo anteriormente descrito otro precedente claro en el pensador Aleister Crowley, influyente ocultista, místico y escritor que desarrolló su actividad antes de la Segunda Guerra Mundial y que promulgó un tipo de creencia ultraegoísta resumida en el eslogan "Haz lo que tú quieras, será toda Ley". Dentro de su filosofía, cada acto intencional que hacemos con nuestra verdadera voluntad se vuelve mágico, y eso quiere decir que se convierte en realidad y transforma el mundo que nos rodea. Como en Matrix: si Neo cree que puede saltar, acabará saltando.
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