Hay pocas cosas en el mundo que no mejoren cuando Mr. Bean aparece en ellas. Esa es la línea de razonamiento que ha llevado a Rodney Pike, un humorista gráfico norteamericano, a poner la cara de Rowan Atkinson en un puñado de cuadros históricos.
Nosotros no podríamos estar más de acuerdo: es cierto que quizá la intención original de Velázquez, Da Vinci o Rembrandt, entre otros, no era introducir a uno de los actores más hilarantes de las últimas tres décadas en sus pinturas, pero es innegable que el efecto final es mucho más impresionante (y divertido, Internet ha producido escasas ideas más mindfuck durante los últimos meses que Mr. Bean sustituyendo a la Mona Lisa).
Atkinson luce especialmente cómico ataviado con ropajes antiguos y caracterizado en épocas pasadas. Es precisamente así como se hizo célebre, mucho antes de Mr. Bean, en Gran Bretaña.
A lo largo de la década de los ochenta, Atkinson protagonizó y lideró las diferentes versiones de Blackadder, una serie de exitosos programas de humor ambientados en diferentes episodios de la historia de Inglaterra.
Al igual que las pinturas photoshopeadas por Pike, la historia con Mr. Bean resultó ser mucho más divertida que la historia real. Su cara es un éxito asegurado.