Hoy, 21 de octubre de 2015, es el día al que Marty McFly viajó en el DeLorean de Doc. Brown, desde el año 1985, con el fin de salvar a Marty McFly Jr. de cometer un crimen que le arruinaría la vida.. Desde hace meses se están preparando homenajes a tan señalada fecha, pero ¿alguien se ha parado a pensar los paradigmas legales (y de espacio-tiempo) que implicaba este acontecimiento?
Los creativos de “Regreso al Futuro II” imaginaron un sinfín de innovaciones que incluyeron en la sociedad de 2015 que visitó Marty, como el inductor de estado alfa, las zapatillas con ajuste automático, la chaqueta auto-ajustable y auto-secable, el diseño de la corbata doble o, por supuesto, el Hoverboard. ¿Se pueden proteger hoy en día todas estas innovaciones, cuando se “inventaron” hace más de dos décadas?
En otro orden de cosas, en el futuro los juicios duran sólo dos horas porque no hay abogados, según le dice Doc a Marty al principio de la película. Afortunadamente (para los juristas…) Robert Zemeckis no acertó en esa predicción y los abogados seguimos siendo hoy una parte esencial en el proceso de administración de justicia, al menos de momento.
En este artículo pretendemos comentar desde una perspectiva jurídica (esencialmente con las leyes de España) algunas cuestiones que aparecen en la película y que nos han llamado la atención por distintos motivos; es nuestro particular homenaje a esos dos genios del cine que son Zemeckis y Spielberg.
Patentes
En “Regreso al Futuro II” aparecen dispositivos que hacen la vida del año 2015 un poco más sencilla (como el repostaje automático de los coches, el Hydrator de Black & Decker o los drones informativos de USA Today) y, a veces, ridícula (como el Hoverbelt que utiliza George McFly para curar su dolor de espalda).
Pero ¿qué hubiese pasado si Marty se hubiese llevado algunos de estos inventos al pasado, como souvenir? ¿Cuándo se hubiese considerado inventado y, por tanto, se podría proteger? De hecho, McFly viajó al año 1885 con sus zapatillas Nike del año 1989 que, a buen seguro, tendría alguna que otra patente.
La patente es un sistema por el cual el Gobierno otorga derechos exclusivos al desarrollador de una invención durante 20 años, a cambio de que revele completamente en qué consiste dicha innovación. Así, las patentes se refieren siempre a inventos (nunca marcas, signos distintivos, obras de arte, etc.), que deben ser perfectamente descritos en la solicitud ante la oficina correspondiente y, si es aceptada, el titular de la misma podrá explotarla en exclusiva durante dicho periodo de tiempo.
Generalmente, se pueden patentar todas aquellas invenciones que cumplan todos los requisitos siguientes:
Que sean novedosas, es decir, no se podrá otorgar una patente a algo que ya existiese previamente.
Que implique una actividad inventiva, en contraposición de meros “descubrimientos” o avances obvios.
Y que tengan una aplicación industrial o que sean útiles, es decir, que sirvan para algo.
Como decíamos, ¿pueden afectar los viajes en el tiempo a las patentes? En un plano teórico (y de abstracción mental), sí. Dado que uno de los requisitos de patentabilidad de un invento es que sea novedoso, éste puede desaparecer si Marty decidiese facilitar su vida de 1985 con alguno de los nuevos productos de 2015, y se lo llevase en su DeLorean.
Así, esa innovación aparecería por arte de magia en 1985, y cuando se inventase realmente posteriormente, la invención dejaría de ser novedosa porque ya existía en el pasado, y, por lo tanto, no sería patentable. Algo parecido ocurría en "Terminator 2", con el brazo del T-800, encarnado por Arnold Schwarzenegger, que sirvió de inspiración a Cyberdyne System para diseñar posteriormente el androide. Paradojas legales de los viajes en el tiempo.
Otra cuestión que se puede plantear es si son patentables ahora estos inventos que aparecen en la película, como la chaqueta auto-secable, el Hoverbelt o el mencionado Hydrator, para hidratar y cocinar alimentos en menos de 5 segundos. Es decir, se podría pensar que si estos inventos salen en la película, ya no son novedosos y por tanto, nadie podría solicitar una patente sobre ellos. En este caso, la respuesta es sí, es decir, sí serían patentables.
Las leyes de patentes de todo el mundo protegen la forma técnica en la que se materializa una invención, no así (de forma general) los principios, ideas o descubrimientos intrínsecos en ella. Es decir, una patente no protegerá cualquier “sistema de auto-ajustado de cordones”, sino uno específico en el que se describa perfectamente los dispositivos y técnicas que hagan posible que una zapatilla se ajuste de manera automática. Gracias a esto hay multitud de formas (y de patentes) que resuelven problemas técnicos, algunos muy similares, y de ahí las famosas “Guerras de Patentes” entre gigantes tecnológicos.
Así que, afortunadamente no existe todavía la posibilidad de viajar en el tiempo porque de hacerlo, seguro que tendríamos que modificar las leyes de patentes ya que ese “factor tiempo” (convertido en la “novedad” de una invención) es clave en la concesión de cualquier patente.
Propiedad Intelectual
Algo parecido ocurre con la Propiedad Intelectual, que es un sistema un tanto más complejo que otorga protección (también exclusiva) al creador de una obra o a quien realice prestaciones alrededor de ella, como un productor, un intérprete, etc., durante un periodo limitado de tiempo (la norma general para los autores es de protección toda su vida, más 70 años tras su muerte, y del resto de titulares, de 50 años desde la publicación).
Al igual que hablábamos en el punto anterior que la “novedad” era un requisito imprescindible para que exista una patente, para que una obra esté protegida por la Ley de Propiedad Intelectual es necesario que sea “original”, entendiéndose ésta como algo diferente (en términos objetivos o subjetivos) a lo ya existente. Vemos de nuevo que el “factor tiempo” es fundamental en la protección de obras y prestaciones del intelecto humano, como películas, canciones, obras de arte, libros, etc.
Al igual que ocurre en la primera parte, al final de esta segunda entrega se vuelve a mostrar a Marty tocando la canción “Johnny B. Goode” en el año 1955 y, mientras tanto, uno los músicos -Marvin Berry- hace una llamada a su primo Chuck diciéndole que ha encontrado el sonido que él andaba buscando. Es decir, según la película, la canción más reconocida a nivel mundial de Chuck Berry y una de las más versionadas de su repertorio, es un plagio porque el compositor de Misuri realmente no hizo más que reproducir las notas que había ejecutado Marty en la fiesta “Encantamiento Bajo el Mar”. Por tanto, en la película se plantea que la canción no es de Berry y en consecuencia no debería ser considerado el autor y creador de la misma.
Si esto es así ¿quién es entonces el autor de una de las canciones más importantes del Rock ‘n’ Roll?
Según nos cuenta la película, Marty es quien la interpreta por primera vez en público en 1955 y por tanto podríamos suponer que es él quien la ha compuesto. El problema es que McFly conocía la canción porque había escuchado (en el futuro) la famosa versión de Chuck Berry y por tanto no hay creatividad ni originalidad por su parte, lo que imposibilita que Marty pueda ser considerado su autor según las leyes actuales de la propiedad intelectual. Concluiremos entonces que Berry es el autor de Jonny B. Goode, aunque quizá la inspiración no le vino sólo de su propia biografía…
Diseño Industrial
Otro de los mecanismos legales para proteger activos intangibles es el “Diseño Industrial”, que tiene la finalidad de proteger temporalmente (durante periodos de 5 años, hasta un máximo de 25) la apariencia de un producto, como una lámpara, una mesa, un vestido, un traje, una corbata o, como no, unas zapatillas de deporte.
Para que un producto sea registrable y protegido por la Ley de Diseño Industrial, debe ser novedoso y poseer carácter singular, es decir, en primer lugar que ningún otro diseño idéntico se haya puesto a disposición del público y, en segundo lugar, que la impresión general que produzca en un usuario difiera de la impresión general producida en dicho usuario por cualquier otro diseño. Una vez más, el “factor tiempo” es esencial a la hora de proteger un producto por este sistema.
En la película aparecen multitud de productos que podrían protegerse como diseño industrial, como la corbata doble de Marty McFly del futuro, la bolsa de deportes, o los famosos Nike MAG con cordones auto-ajustables. De hecho, desde 1989 las zapatillas que se calza Marty en el futuro han sido objeto de deseo por los fans de la saga, hasta el punto que hizo que la empresa de Oregon fabricase una edición limitada en 2011 (sin sistema auto-ajustable) que llegó a vender por casi 10.000 dólares la pareja.
Vuelven a aparecer aquí una vez más la duda de los apartados anteriores de qué ocurriría si McFly se llevase las Nike MAG al pasado ¿dejarían de estar protegidas en el futuro, cuando los diseñadores de Nike las creasen realmente? Quizá.
Pero una pregunta que tiene más repercusión práctica es que si el diseño es realmente de 1989 (año de lanzamiento de la película) ¿estarían protegidas a día de hoy? La respuesta parece ser que no, al haber pasado esos 25 años de protección máxima que ofrece la Ley, lo cual implicaría que su diseño estaría ya en el dominio público y que cualquiera podría incorporarlo a su propio producto. Pero cuidado, porque esto no quiere decir que se pueda incluir también el famoso “swoosh” de Nike, ni las tecnologías que lleve incorporada la zapatilla de 2011, que estarán protegidas por, respectivamente, marcas y patentes. Las leyes son complejas y gracias a eso vivimos los abogados.
Derechos de imagen
En la película, Marty entra por enésima vez a la cafetería que está enfrente de los juzgados de Hill Valley, llamada en la segunda parte “Cafe 80’s”, y se encuentra con camareros robotizados con monitores con la imagen (supuestamente) informatizada de Michael Jackson, Ronald Reagan y el Ayatollah Khomeini. ¿Puede un famoso evitar este tipo de usos de su imagen?
Todas las personas tenemos derecho a que se respete nuestro honor, a evitar la publicación de información de nuestra esfera íntima y a impedir la utilización de nuestro nombre, voz o imagen para fines publicitarios, comerciales o de naturaleza análoga. Por tanto, cualquier utilización de la imagen de una persona para una finalidad comercial debe ir precedida por su autorización expresa, si no queremos meternos en problemas.
En este caso, una empresa (la propietaria de “Cafe 80’s) utiliza la imagen de tres personas célebres en la década de los ochenta, para atender a sus clientes. Era presumible que, por su edad, dos de ellas (Reagan y Khomeini) no fuesen a estar vivas en 2015, pero Michael Jackson podría haberlo estado este año si no hubiese fallecido en 2009. ¿Estaríamos en todos los casos ante usos ilícitos de la imagen de famosos?
En este punto, las leyes cambian de un país a otro, pero en general todos los estados avanzados conceden estos derechos de imagen a todas las personas, durante su vida y, para sus descendientes, durante unos años tras su muerte (entre 70 y 100 años, según cada país). Por tanto, tanto los herederos de Reagan como los de Jackson (desconocemos las leyes del Irán de Khomeini) podrían haber exigido al dueño de “Cafe 80’s” y al fabricante del “camarero robotizado” una indemnización por explotación inconsentida de la imagen de sus predecesores y, cómo no, la paralización de tal atentado contra su propia imagen.
¿Y contra los productores de la película, por aparecer en ella? Teniendo en cuenta la naturaleza de la utilización (en una obra artística, en contraposición de un producto industrial del supuesto anterior) y que el tono es un tanto paródico, aquí primaría la libertad de expresión y creación y, a no ser que afecte al honor del retratado, no creemos que hubiese mayor problema (hasta que un abogado se ponga por medio).
Implicaciones jurídicas de los viajes en el tiempo
Por cierto ¿los viajes en el tiempo están permitidos o prohibidos? Viendo los problemas jurídicos que provocan, seguro que muchas personas opinan que no deberían ser legales. Lo cierto es que no están ni prohibidos ni permitidos. Simplemente no existe normativa al respecto. Y ¿por qué? Probablemente porque hoy día no son viables. ¿Tiene sentido prohibir o regular una situación que no existe ni tiene visos de existir a corto plazo? En principio no.
Se suele decir que la realidad va siempre por delante de la ley y seguramente sea lo más lógico. Como regla general, la innovación no debería estar sometida a restricciones previas. Esa es la tesis que defienden Adam Thierer y otros autores. Como excepción, podríamos citar aquellos desarrollos médicos o tecnológicos que pueden suponer un peligro grave si no se regulan a priori. Pensemos por ejemplo en la ingeniería genética o en la inteligencia artificial.
Responsabilidad
Volviendo a la película, en otro momento McFly ve una oportunidad de hacer dinero fácil y compra un almanaque deportivo con todos los resultados en EEUU entre 1950 y 2000, pero Doc le convence de no llevarse el libro al pasado. Biff, sin embargo, tiene menos escrúpulos y “roba” el almanaque y la idea de Marty para hacerse millonario. ¿Incurre Biff en responsabilidad legal al alterar el espacio-tiempo?
Recordemos que el pasado alternativo al que vuelve Marty McFly en la segunda parte de la saga es muy diferente al que dejó, provocando claros perjuicios no sólo en Hill Valley, sino también en los personajes de la película, excepto el propio Biff.
En derecho español existen dos tipos de responsabilidad: contractual y extracontractual. La distinción entre ambas parte de una idea sencilla: la existencia o no de un vínculo contractual entre la persona física o jurídica que produce el daño y quien lo sufre. Así, la primera sería la que surge de un daño producido a otro en virtud de un contrato negociado y acordado entre ambos y la extracontractual es la que nace de un perjuicio producido a otro sin que haya una relación jurídica previa entre ambos.
En este caso no existe relación contractual entre Biff y los habitantes de Hill Valley, por lo que habría que acudir a la categoría de responsabilidad extracontractual para poder reclamarle por los destrozos que hace a la ciudad. Nuestro Código Civil establece que el que causa un daño (por acción pero también por omisión), está obligado a repararlo, siempre que exista “culpa o negligencia”.
Para determinar si ha existido negligencia hay que valorar las circunstancias del supuesto concreto: lo que nos cuenta la película es que Biff toma el almanaque deportivo que McFly tira a la basura, con la intención de viajar al pasado y alterar el curso de los acontecimientos para hacerse millonario con una información que no debería estar en su poder.
Sin perjuicio de que el “insider trading” no estaba tan perseguido en el año 1985 como ahora, entendemos que Marty y el resto de habitantes de Hill Valley tendrían derecho a reclamar a Biff los daños y perjuicios que han sufrido como consecuencia de su decisión de traer del futuro el almanaque y apostar sin posibilidad de error. Eso sí, nos encontraríamos con un problema importante, que es cómo probamos ese daño, es decir, cómo demostramos que Biff alteró el curso de la Historia, provocando perjuicios a los habitantes de Hill Valley que no se hubiesen producido de no tener el almanaque deportivo. Otra de las paradojas legales de la saga.
Otros temas legales
Hablando de dinero, la película también nos presenta a Doc viajando con un maletín lleno de dólares de distintos momentos. ¿Es delito estar en posesión de unos billetes que no son de curso legal? Definitivamente no si son billetes que han sido legales en una época anterior (como las pesetas hace unos años). ¿Y los billetes que todavía no se han inventado? Seguro que a las autoridades monetarias no les hace mucha gracia pero no parece que ese supuesto esté expresamente contemplado en la normativa, simplemente porque no se ha inventado la forma de generar moneda del futuro.
Y ¿es legal que tanto coches como drones de noticias –como los que utiliza USA Today en la película- usen el espacio aéreo, hoy reservado únicamente para aviones? La cuestión de los coches voladores todavía no se ha planteado por la incapacidad técnica de que estos despeguen en reducidos espacios y se muevan con agilidad por el cielo de las ciudades, pero muchos países (incluyendo EEUU) ya han limitado la utilización de drones (incluyendo con cámaras, como en "Regreso al Futuro II") en zonas habitadas. Por tanto, no hay norma que regule el supuesto de coexistencia de drones y coches voladores, pero en cualquier caso, es muy poco probable que el vuelo del DeLorean estuviese permitido, al menos de forma manual.
En fin, no está claro si los viajes espacio-tiempo serán posibles en algún momento cercano. Lo que sí podemos afirmar es que, si ello llegará a ocurrir, los abogados tendríamos trabajo asegurado durante muchos años.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario