La oliva jienense está en uno de sus mejores momentos. No así la producción de aceite. Jaén, ese municipio español que produce tanto aceite como en Grecia e Italia juntas, tiene prevista una campaña récord en producción olivera. Pero a 8,5 euros la hora, no tiene a suficiente gente para recogerla.
Aceituna perdida: las organizaciones de agricultores UPA y Asaja y las cooperativas oleícolas de la zona han salido a hacer un llamamiento para pedir mano de obra. No tienen gente que quiera trabajar durante estos tres meses. Si no se consiguen llenar las cuadrillas mucha oliva quedará sin recoger a tiempo, lo que, además, derivará en un aceite de menos calidad. Pérdidas se mire como se mire.
Inmigrantes no: desde hace años el Observatorio de la Inmigración andaluz no da el visto bueno a la contratación de inmigrantes de fuera de España, ya que consideran que con el número de trabajadores apuntados al SAE debería basta para los 30.000-50.000 empleos que se ofrecen por estas fechas. Además, alegan, el campo ha cambiado mucho. Ya no se trata de varar, sino de utilizar maquinaria.
Y los trabajadores autóctonos miran para otro lado: según las cifras de los empleadores, por una temporada de oliva, dos meses y medio, se ganan 3.200 euros netos, que además, si has trabajado las suficientes peonadas, permiten después apuntarse al PER y ganar 426 euros en los siguientes seis meses en caso de no encontrar otro trabajo. Pese a que hay un 18% de paro y un 24.7% de desempleo, en los foros se cuentan anécdotas de familias que no son capaces de cerrar cuadrillas y temporeros andaluces que se rifan el puesto a quien le ofrezca mejor salario.
Se combinan varios factores: por un lado, algunos cobran subsidios que perderían en caso de incorporarse a la campaña. Por el otro, es un trabajo durísimo, que te aísla socialmente, con muy poca estabilidad y en la que proliferan los fraudes de contratación, que en muchos casos les impiden cobrar esos hipotéticos meses de PER (al final esta ayuda sólo la cobran el 23% de los que podrán optar a ella). Lejos de lo que cuentan las asociaciones de agricultores, los convenios hablan de salarios de entre 50 y 60 euros al día, unos mil euros limpios al mes. Hay tensiones ya que, con la progresiva mecanización, la productividad por peonada es mucho más alta, pero los salarios no han aumentado acorde. Los productores alegan que no se puede subir más el coste por trabajador a riesgo de perder la competitividad.
El hospedaje, otro gran problema: tanto los andaluces de fuera de la zona como los emigrantes que se trasladan necesitan hospedaje durante esos meses. Desde hace años la Junta pone a disposición de los empleadores albergues temporales pagados con el dinero de los Ayuntamientos, pero los temporeros sólo pueden dormir tres días seguidos, lo cual desincentiva hasta a los de fuera. Los propietarios de las zonas se niegan a alquilar sus pisos durante sólo tres meses, y temen que los inmigrantes destrocen los pisos o caigan en impagos.
La España vacía: el interior del país se enfrenta a unos cuantos dilemas y la oliva de Jaén es sólo un ejemplo de ello: cada vez hay más olivares y menos gente para atenderla. Como cuentan algunos, hay propietarios que ya están optando por no recogerla y directamente cobrar la subvención por árbol. Este mismo año también Castilla y León tuvo escasez de personal para recoger la vendimia, y Huelva en la recogida de fresa. Dicen que revisar el paro agrario solucionaría algunos problemas.
Luego hay quien pide una mayor apertura y protección de los inmigrantes, que podrían repoblar el interior del país. A esto se oponen los que creen que, dados los altísimos porcentajes de paro, debería bastar con los propios, pero si algo ha quedado claro es que los españoles, ahora mismo y con estas condiciones, no quieren trabajar en el campo.
Foto: José Luis Sánchez Mesa.
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