Corren tiempos difíciles para Marine Le Pen. Su derrota frente a Emmanuel Macron en las pasadas elecciones provocó un cataclismo interno en el Frente Nacional. El partido se refundó y debatió su propia naturaleza, provocando su redefinición como Agrupación Nacional (Rassemblement National), al tiempo que diversas organizaciones judiciales lo colocaban en el ojo del huracán (aún más). La última de ellas ha terminado con Marine Le Pen evaluada psiquiátricamente.
¿Por qué? Hace tres años, Marine Le Pen quiso advertir a la humanidad de los riesgos del islamismo radical y de su, por aquel entonces, santo y seña, el Estado Islámico. Tuvo a bien hacerlo compartiendo imágenes gráficas de tres decapitaciones ejecutadas por ISIS, incluyendo la del periodista estadounidense James Foley. Los vídeos y las imágenes habían corrido como la pólvora por Internet, y Marine Le Pen, a aquellas alturas, quedaba lejos de ser la única en compartirlos.
En su momento, el gesto fue y provocó una airada reacción por parte de los padres de Foley. A largo plazo, le ganó una investigación judicial por supuesta apología de la violencia.
Los cargos. Al parecer, la justicia interpreta en los tuits de Le Pen una suerte de delito de odio e incitación "al terrorismo", delitos tipificados en el código penal francés de forma similar a otros países. Lo extraordinario es tanto al identidad de la denunciada, que tuvo que renunciar a su aforamiento cuando fue incriminada a principios de este año, como el origen de los tuits: el FN había sido comparado espiritualmente con ISIS, y Le Pen marcó distancias con estruendo compartiendo las imágenes de las decapitaciones. Fue un reacción teatralizada.
La persecución. Más allá de lo consistente de la acusación, Le Pen se enfrenta ahora a una multa de 75.000 euros y a una posible pena de cárcel. En el camino, el juez ha pedido a la propia Le Pen que se someta a un examen psiquiátrico y que lo presente a la judicatura. Es un procedimiento habitual en el sistema legal francés que Agrupación Nacional ha aprovechado para interpretar una persecución mediática contra Le Pen (similar a la que le llevó a compartir aquellas fotos).
Solidaridad. "Pensé que lo había vivido todo, pero no. Por condenar el horror del Estado Islámico en tuits el sistema de justicia me está obligando a un test psiquiátrico. ¿Hasta dónde llegarán?", tuiteó poco después. Su situación ha despertado la solidaridad de Matteo Salvini, compañero de aventuras en la extrema derecha europea y actual Ministro de Interior de Italia, que ha equiparado el particular via crucis de Le Pen como una suerte de lucha por las libertades fundamentales.
Hay más. Agrupación Nacional se enfrenta a más problemas. Al juicio de Le Pen hay que sumar otras investigaciones que han puesto el foco sobre la irregular financiación del partido. Al parecer, el partido se valió del dinero obtenido por su representación en el Parlamento Europeo para financiar ilegalmente a trabajadores y colaboradores propios. Es paradójico y un tanto cómico dado el declarado euroescepticismo de la formación. Entre tanto, AN sigue tratando de resolver su ancestral problema: cómo ganar una segunda vuelta cuando medio país se moviliza contra ti.
El examen psiquiátrico a Le Pen no ayuda.
Imagen: Francois Mori/AP
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